No es televisión, es HBO: un estilo que ha definido como se hacen las series de AMC, Starz, FX, Netflix y Amazon

Adriana Izquierdo
Adriana Izquierdo
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14 min readApr 16, 2018

“No es televisión, es HBO”. El famoso eslogan de la cadena de cable norteamericana mejor reputada de las últimas décadas televisivas encaja en varios frentes de lo que HBO ha significado para la industria. Es una frase que no sólo nos lleva a pensar en la calidad, en el riesgo o la innovación, sino también en lo que su modelo de negocio supuso para el mercado televisivo. Home Box Office es uno de los canales televisivos con mejor y más clara imagen de marca de la historia de la televisión.

Desde su aparición en los hogares allá en la década de los 50, la televisión como medio ha sido considerablemente denostada por críticos y artistas. Se consideraba la forma de cultura más baja, y series de televisión arriesgadas, con pretensiones de ir más allá y reinventar o desafiar lo tradicional y exitoso, eran la excepción; la ficción norteamericana estaba poblada de procedimentales miméticos, sitcoms familiares, culebrones cliffhangerosos y comedias slapstick.

Hoy, la televisión, más en concreto la ficción televisiva americana, es un universo audiovisual habitado por la excelencia, el riesgo, las narrativas afiladas y las propuestas estimulantes. Las series de televisión ahora sí son cultura de prestigio, y este cambio de percepción no habría sido posible sin HBO.

Las series de televisión ahora sí son cultura de prestigio, y este cambio de percepción no habría sido posible sin HBO

Las primeras dos décadas de la cadena destacaron sobre todo por sus retransmisiones deportivas, algunas históricas como el combate de boxeo entre Muhammad Ali y Joe Frazier en 1975, su inversión en programación infantil, entre la que estaba la mítica ‘Fraggle Rock’, y la emisión de películas como primera ventana después de la exhibición en salas. Pero fue hacia finales de los 90 y principios del nuevo siglo cuando HBO encontró el camino que definiría e influenciaría el mercado del cable tal y como lo conocemos ahora.

Las Big Three (CBS, ABC y NBC, las tres cadenas en abierto más vistas de Estados Unidos, que pronto verían escalar a una cuarta, FOX) estaban en su negociado financiado con publicidad, por lo que su prioridad era producir series generalistas y abiertas que cosechasen grandes masas de audiencia (eso sí, sin obviar que en este terreno también hay nombres propios que influenciaron cómo serían las series posteriores).

Aviso de contenido para adultos.

HBO era una cadena de cable y satélite financiada a través de una suscripción de pago, un modelo que tiene la ventaja de carecer de publicidad. Además de que los datos de audiencia no importan tanto en este caso, el hecho de no tener que acatar las exigencias de las marcas fue clave para HBO porque les liberó de la presión de esas marcas de mantener blanco el contenido esponsorizado; limpio de improperios, tramas o imágenes que puedan perturbar a la audiencia y dañar la imagen de las marcas.

Chris Albrecht fue una figura clave en este cambio. Vicepresidente en 1985 y presidente desde 1990 del área de producción propia de HBO, Albrecht exprimió esas libertades al máximo para encargar series atrevidas, sombrías que retaban lo establecido hasta el momento en la ficción; historias que podían contener imágenes gráficas, desnudos, palabras malsonantes y violencia explícita; historias que invitasen a otro público a suscribirse a su canal.

Contenido arriesgado

Tras el éxito de títulos como ‘Historias de la cripta’ o ‘The Larry Sanders Show’ (una comedia irreverente y claro referente de la posterior ‘Extras’), probablemente el primer hito que abrió camino hacia la llamada Era Dorada de la televisión americana fue ‘Oz’, la primera serie de una hora de HBO. Este drama carcelario era una mezcla de violencia gráfica, sexo y desnudos gratuitos y tramas desquiciadas pero estimulantes, un combo digno de las películas para mayores de 18 no habitual en la ficción televisiva del momento.

El cómico George Carlin se hizo famoso en los 70 por su monólogo “Siete palabras que nunca puedes decir en televisión”, por el que fue arrestado resultando en un caso que llevaría el Tribunal Supremo.

Pero el riesgo y el contenido maduro no solo es sangre y tacos. En 1998 se estrenaría uno de los éxitos más incontestables de la cadena, ‘Sexo en Nueva York’, una dramedia de media hora que se convirtió en la voz y la aspiración de una generación de mujeres. Aunque ofreciera una imagen de la mujer que reforzaba ciertos estereotipos problemáticos, no podemos negar su triunfo de tener como núcleo la amistad de cuatro protagonistas femeninas que compartían abiertamente sus preocupaciones, sus relaciones sexuales, sus problemas y sus gustos. ‘Sexo en Nueva York’ mostraba un estilo de vida aspiracional para las mujeres y su influencia en títulos generacionales posteriores como ‘Girls’ es incontestable.

Tras estos años de tantear las posibilidades de su producción original, la verdadera trifecta de la Era Dorada de HBO empezó en 1999 con ‘Los Soprano’. La crisis existencial del mafioso Tony Soprano se ha convertido en un gran referente de la llamada televisión de calidad y fue el primer gran hito de éxito crítico de la cadena en cuanto a sus dramas y recibió más de un centenar de nominaciones a los Emmy a lo largo de sus seis temporadas.

El antihéroe

“La familia, redefinida”, con este eslógan promocionaba HBO su nueva serie

Albrecht decía que no le importaba que los personajes resultasen simpáticos siempre y cuando fueran interesantes, un lema que toma mayor fuerza en el caso de ‘Los Soprano’ por cómo el espectador es cómplice de todas las atrocidades de las que son capaces el protagonista, su familia y sus acólitos. El espectador era partícipe de las complejidades y las incoherencias de Tony, el antihéroe que desencadenaría una tendencias más potentes de la ficción televisiva del S. XXI.

El cine tenía a Clint Eastwood, a Han Solo, a Tony Montana, a Michael Corleone (obvio precedente) o a Travis Bickle, pero Tony Soprano fue una fuerza inspiradora esencial para que se alzasen los relatos de hombres de dudosa moralidad, con tramas repletas de grises y de personajes alejados del habitual perfil definido con pocos adjetivos. Sin Tony no tendríamos a Don Draper (‘Mad Men’), a Dexter ni a Walter White (‘Breaking Bad’), tres ejemplos prominentes de un planteamiento argumental prácticamente reconvertido en subgénero.

Pensar en cómo habría sido del drama televisivo en los últimos 15 años sin ‘Los Soprano’ sería como pensar en la ciencia ficción del S XXI sin ‘Twin Peaks’ o ‘Expediente X’.

Otros herederos podrían ser Vic Mackey (‘The Shield’), Jimmy McNulty (‘The Wire’), Al Swearengen (‘Deadwood’), Malcolm Reynolds (‘Firefly’), medio reparto de ‘Juego de Tronos’, Sawyer (‘Perdidos’), Reese y Shaw (‘Person of Interest’), Nucky (‘Broadwalk Empire’), Patty Hews (‘Damages’, de las pocas mujeres antiheroínas prominentes junto a Nancy de ‘Weeds’ y Jackie de ‘Nurse Jackie’) y otros en el terreno cómico como House o Hank Moody (‘Californication’). Pensar en cómo habría sido del drama televisivo en los últimos 15 años sin ‘Los Soprano’ sería como pensar en la ciencia ficción del S XXI sin ‘Twin Peaks’ o ‘Expediente X’.

La otra cumbre de esta Era Dorada de HBO sigue estando, y seguirá, en casi todas las listas de las mejores series de televisión desde su estreno en 2002, ‘The Wire’. Inicialmente HBO no estaba interesada en el proyecto ya que el procedimental policíaco llevaba siendo un género estrella de la televisión generalista desde hacía décadas. No era novedoso.

No tardaron en darse cuenta que lo que tenían entre manos era una historia compleja, con infinidad de personajes y tramas abiertas, un reparto con mucha presencia afroamericana e interminables diálogos cargados de jerga. ‘The Wire’ sigue siendo uno de los mayores exponentes de las series de televisión de pago: una historia sin héroes o villanos claros, contada con el ritmo que la trama requería en cada momento, con ambición de contar algo trascendente socialmente y que se hacía más grande con cada temporada (cada una exploraba una institución diferente de Baltimore, desde la policía y las bandas de traficantes hasta los medios de comunicación pasando por el puerto, el ayuntamiento y el sistema educativo).

La serialidad

The Wire, temporada 4

Igual que ahora se habla de “películas de x horas” al hablar de algunas series, en aquel momento se hablaba de que la televisión se había novelizado (la crítica siempre intentando elevar la televisión a cultura través de otras disciplinas).

La narrativa de los dramas de HBO no sólo era compleja y arriesgada por su contenido, sino también por una estructura que iba desvelando el discurso, las reflexiones y la intención general poco a poco, siendo las temporadas y las series mucho más que las suma de sus partes (episodios). ‘The Wire’ fue tan trasgresora y novedosa que ha necesitado de la perspectiva del tiempo para lograr reconocimiento. No obtuvo grandes datos de audiencia durante su emisión ni tampoco ganó nunca un Emmy (galardón al que sólo estuvieron nominados dos de sus guiones).

Esta serialidad tan potente es el centro de otra de las características definitorias de las series de HBO, el desarrollo de personajes. La ficción televisiva que mejor ha funcionado históricamente en el ámbito generalista ha sido siempre la más capitular y autoconclusiva, aquella que exprime al máximo la particularidad de la ficción televisiva de emitirse en episodios y de forma continuada en el tiempo. De hecho, el género estrella en Estados Unidos es la comedia de situación, un género en el que los personajes permanecen prácticamente invariables con el paso del tiempo. Los perfiles se identifican fácilmente, no cambian y el espectador puede anticipar cómo un personaje va a reaccionar en determinada situación.

Es algo que también vemos en los (injustamente) denostados pero populares procedimentales policiacos, médicos, legales y similares. Esta situación estática facilita la fidelidad del espectador, que puede reengancharse cuando quiera, y favorece unas audiencias más masivas. Sin embargo, los mencionados antihéroes, la compleja narrativa de ‘The Wire’ o el cuidado, sutil y auténtico desarrollo de personajes de otro de los buques insignia de HBO en estos años que fue ‘A dos metros bajo tierra’, son historias que nutren su relato con esta evolución, caracterización y profundidad en los personajes. El cambio y los arcos de transformación se convierten en un aspecto definitorio de estas ficciones.

¿Qué es una “serie HBO”?

También daría mucho de sí hablar de la influencia de HBO en las cabeceras modernas.

Recapitulemos. Hablando de esta Era Dorada de las series de HBO hemos mencionado el contenido explícito, el sexo, la violencia, el grafismo, las palabras malsonantes y las tramas oscuras. Hemos puesto sobre la mesa los personajes complejos con incoherencias y las historias donde no está claro quién es el bueno y quién el malo. Hemos hablado de la narrativa compleja en la que el episodio forma parte de un todo mucho más importante y de una historia que está viva en la que los personajes tienen espacio para cambiar y evolucionar. Diría que nos falta un aspecto para terminar de definir lo que sería una “serie HBO” y ese es el valor de una producción que toma sus valores y sus herramientas técnicas y artísticas del cine.

En 2001, el mismo año de ‘A dos metros bajo tierra’, se estrenaría otra de las producciones inolvidables de HBO, ‘Hermanos de Sangre’. Esta miniserie bélica producida por Steven Spielberg y Tom Hanks es uno hito en cuanto a producción televisiva se refiere, una clase magistral de ritmo, espectáculo y narración. En cuanto a relato se refiere, no sólo destacaba por el efecto que tenía la guerra en sus protagonistas y cómo les cambiaban los eventos que vivían dentro de ella sino que también contaba con una narración a un nivel general que dibujaba los diferentes frentes y aspectos de un conflicto bélico.

Estas series huían de los planos más cerrados típicos de la televisión, contaban con escenarios naturales, muchos personajes, muchas tramas, una fotografía y música que reforzasen el tono y las emociones y, en definitiva, una narrativa visual y argumental con intención cuidada hasta el mínimo detalle. Fue en 1996 (previo a ‘Oz’) cuando la cadena adoptó el famoso slogan No es televisión, es HBO, y seis años después había quedado claro a qué se referían.

‘Carnivale’, una de las muchas que no habrían existido sin HBO

Lo que desde luego ha definido a HBO desde que empezó a arriesgar con su producción propia es su capacidad de crear títulos de los que todo el mundo habla, sea para bien o para mal o para polemizar. Desde ‘Oz’ hasta ‘Girls’ pasando por ‘True Blood’, ‘Deadwood’, ‘True Detective’, ‘Juego de Tronos’, ‘Roma’, ‘Broadwalk Empire’, ‘The Leftovers’, ‘Big Little Lies’, The Deuce’ o ‘Westworld’.

También ha sido casa para grandes y/o excéntricos títulos que jamás habrían visto la luz sin HBO como son ‘Carnivale’, ‘How to make it in america’, ‘Treme’, ‘Tell me you love me’, ‘Bored to Death’, Life’s too short’, ‘In Treatment’ o ‘Flight of the Conchords’. La sátira documental de ’30 Rock’, ‘Parks and Recreation’, ‘Modern Family’, ‘The Office’ o ‘Extras’ o la comedia de autor como ‘Louie’ no habrían sido lo mismo sin comedias como ‘The Larry Sanders Show’, ‘Crub your enthusiasm’, ‘Lucky Louie’ o ‘The Comeback’ (una gran adelantada a su tiempo).

El académico y teórico audiovisual Dean J. DeFino definía la mayor fortaleza de HBO como su capacidad de ver la oportunidad donde otros se sentían amenazados, y es una manera muy clara de expresar cómo HBO consiguió brillar durante aquella Era Dorada y los años posteriores, convirtiendo además a los repartos y el equipo artístico de sus series en verdaderas estrellas de renombre. HBO ha sido durante muchos años el lugar al que acudían los creadores y artistas con ideas provocadoras y novedosas, algo que está cambiando con el panorama televisivo actual de la denominada “peak TV”.

La Era de Platino

Gráfico de WIRED que muestra el cambio del reparto de nominaciones a los Emmy con el paso del tiempo

HBO lideró la vanguardia de la ficción televisiva más de nicho y su éxito y estrategia fueron inspirando a otras que poco a poco se han ganado su nombre en era reciente de las series de televisión, un momento en el que, como decíamos al comienzo, la ficción televisiva goza de un gran prestigio social que además ha permeado a la crítica y a la autoría de tal forma que el muro que la separaba del cine está prácticamente en ruinas. La proliferación de las series de prestigio y el aumento de la competencia con la llegada del streaming nos ha llevado a una fórmula de más competitividad = mejor televisión.

Es a la conclusión que Wired llegaba en 2013 con este estudio en el que se ve claramente el impacto de HBO y su producción propia en la calidad de las series. No es que acepte los Emmy como sello indiscutible de calidad de una serie, pero no podemos obviar su relevancia como estandarte de la televisión más relevante de cada temporada, y en este gráfico (que toma el porcentaje de nominaciones de cada año) nos muestra de un vistazo la caída de NBC (y con ella del resto de las generalistas), el auge de HBO y la posterior fragmentación del cable, y cómo éste ha acabado dominando a las Big Three (luego Four + CW) en cuanto a títulos aclamados por la crítica.

La ficción televisiva goza de un gran prestigio social que además ha permeado a la crítica y a la autoría de tal forma que el muro que la separaba del cine está prácticamente en ruinas

Estamos en momento en el que hay varias cadenas de cable y proveedores de contenidos dispuestos a invertir cientos de millones de dólares en un autor concreto o una franquicia. Las network generalistas, aunque dentro de la misma competencia, en realidad nunca estuvieron en el mismo negocio que el cable. Tienen unas prioridades que les coloca en inferioridad en el terreno crítico frente cable, cuyo modelo está más centrado en desarrollar un puñado de éxitos que garanticen formar parte de un paquete o lideren un catálogo que atraiga un número suficiente de suscriptores.

Aunque algunos hablen ahora de la caída de HBO, lo cierto es que el canal sigue siendo uno de los más importantes en cuanto a televisión de prestigio se refiere, simplemente ahora hay muchos más lugares donde los autores pueden llevar sus historias más complejas y arriesgadas.

Las “nuevas HBO”

El impacto de HBO y su era dorada en la historia de la ficción televisiva es uno de los más contundentes pero esto tampoco debería resultar en que cada vez que hablemos de “televisión de prestigio” los discursos tengan que viajar hasta hace casi 20 años. Honremos el legado y la influencia de la cadena abrazando la cantidad de series atractivas, frescas y estimulantes que tenemos y que son herederas de aquellas grandes vanguardistas.

Podemos encontrar algunas en AMC, que alimentó la tendencia del antihéroe con ‘Mad Men’, ‘Breaking Bad’ y, aún en emisión, ‘Better Call Saul’. También encontramos en AMC títulos como ‘Halt and Catch Fire’, ‘Rubicon’, ‘Hell on Wheels’ o el reciente thriller histórico ‘The Terror’ . FX es otra cadena de producción potente en esta línea; es la casa de títulos como la adaptación televisiva de ‘Fargo’, el retrato histórico de ‘American Crime Story: The People v. O.J. Simpson’, el arriesgado thriller político ‘The Americans’, la irregular ‘American Horror Story’ o ‘Feud’, una de las pocas ficciones que reivindican a personajes femeninos de cierta edad.

Showtime, otrora competidora directa de HBO al ser también cable premium, lleva unos años en horas bajas, pero por su parrilla han pasado o pasan títulos como ‘Dexter’, ‘Homeland’ o ‘Californication’. La que está sorprendiendo últimamente es Starz con ‘American Gods’, ‘The Girlfriend Experience’ y ‘Counterpart’.

Una de esas series que llevan la coletilla de “ojalá se hubiese estrenado en cable”.

En el terreno del streaming, Hulu ha dado el campanazo hace nada con su brillante adaptación de ‘El cuento de la criada’ y Amazon Prime Video, aún en busca de un gran éxito, tiene por ahí la resultona ‘El Hombre en el Castillo’ y una colección interesante de dramedias de autor como ‘One Mississippi’ o ‘Transparent’. Y, claro, ni Amazon se habría gastado 250 millones de dólares en los derechos de “El Señor de los Anillos” o Apple sus 1000 millones en “El problema de los tres cuerpos” sin la referencia del éxito mundial apabullante de ‘Juego de Tronos’.

Netflix empezó a despuntar en 2013 con ‘House of Cards’, a la que le han seguido otros títulos relevantes en la línea de este artículo como ‘The Crown’, ‘Bloodline’ o ‘Mindhunter’.

También sorprenden de vez en cuando cadenas con menos opciones a salirse de la línea, no sólo por tener una billetera más pequeña sino por estar sujetas a un modelo mixto (publicidad + suscripción), que es el caso del cable básico) o directamente por ser generalistas. Que cadenas como Syfy (‘Channel Zero’), History Channel (‘Vikings’), Sundance TV (‘Rectify’, ‘Top of the Lake’), ABC (‘American Crime’), NBC (‘Hannibal’, ‘Kings’) o USA Network (‘The Sinner’, ‘Mr. Robot’) estén haciendo este tipo de series dice mucho de la ficción televisiva actual.

Es difícil imaginar estas series (y muchas otras, de hecho hemos dejado fuera toda la producción británica, nórdica y europea en general por no poder abarcar tanto) sin aquellos primeros dramas arriesgados de HBO; apuestas rompedoras que respetaban al espectador y su inteligencia, y que definieron y asentaron la televisión como otro lugar más donde encontrar arte estimulante y relevante. Hemos desmostrado que lo de serie HBO tiene su clarísima razón de ser; ahora es el momento de honrar ese legado, y el de otros pioneros, abrazando el eclecticismo, la frescura y la valentía de las muchísimas propuestas que nos llegan estos días.

En Xataka | ¿Es Netflix una churrería de series? Sí, pero es que ellos quieren ser churreros

Originally published at www.xataka.com on April 16, 2018.

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Adriana Izquierdo
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Aquí encontrarás recopilados algunos de mis artículos, escritos y podcast sobre los temas que me apasionan.

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