REALIDADES POLÍTICAS DETRÁS DEL FÚTBOL: DE LA INTEGRACIÓN A LA CORRUPCIÓN

por Luis Prats, publicado en DIÁLOGO POLÍTICO

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5 min readJul 11, 2024

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Por segunda vez en la historia, la Copa América y la Eurocopa coinciden en sus fechas. En 2021, fue por la pandemia. Esta vez, por decisión de la CONMEBOL. La simultaneidad no alcanza a los horarios. Permite a los futboleros fanáticos seguir un continuado de partidos por televisión de la mañana a la noche. Era inevitable que eso abriera las puertas a las comparaciones: los estilos de juego, las canchas, la calidad de las transmisiones, la organización y todo lo demás. También entre las realidades políticas detrás de la pelota.

Cultura fútbol

El anfitrión de esta Copa América, Estados Unidos, es el rara avis del ancho mundo del fútbol. Por más de que ha avanzado tanto en la competitividad de su seleccionado (considerando incluso su temprana eliminación) como en la organización de sus campeonatos internos, lo que ellos llaman soccer sigue siendo el hermano menor de los grandes deportes locales. Muchos aficionados no terminan de entender sus lógicas porque piensan en términos de béisbol o fútbol americano. En buena parte del amplio territorio estadounidense, el fútbol representa el último bastión de la cultura que la población inmigrante, latina o de otras partes, dejó en su tierra mientras se adaptaban al american way of life. Por eso no extrañan las multitudinarias muestras de color y alegría de residentes uruguayos, argentinos, venezolanos o colombianos presentes en los partidos de sus respectivas selecciones: se vive como el reencuentro con la patria lejana.

En Europa no es nueva, aunque sí relativamente reciente, la irrupción de los hijos de las colonias y de la inmigración en las selecciones del Oeste continental. Eso en algún momento originó críticas xenófobas por parte de políticos, hoy en general superadas. Aunque muchos de aquellos odios siguen presentes en el candelero electoral. Del lado del Este juegan nuevas selecciones, consecuencia de la atomización de varias antiguas repúblicas del área socialista. Mientras tanto, el fútbol trata de suturar heridas entre naciones enfrentadas desde hace décadas por motivos políticos, étnicos o religiosos. No siempre resulta: en esta Eurocopa un jugador turco fue sancionado por realizar gestos ultranacionalistas.

La pelota en América

La Copa América nació hace más de un siglo y a su modo contribuyó a una cierta integración continental detrás de la pasión compartida. Más que conflictos entre países o regiones, el gran reto de la competencia eran las enormes distancias. Resultaron vencidas incluso en los tiempos de los viajes en barco.

Es cierto, hubo en este continente una guerra del fútbol. Se trató de un nombre marketinero para el conflicto entre El Salvador y Honduras en 1969, que estuvo vinculada a los partidos entre ambos por la clasificación al Mundial de 1970. Pero, en realidad, estalló por otras razones. En esta parte del mundo las rivalidades internacionales a menudo se quedan en discusiones sobre partidos de fútbol. Ocurrió por ejemplo cuando las relaciones entre Argentina y Uruguay se enfriaron por el resultado de la final de la primera Copa del Mundo, ganada por la celeste en 1930. El hincha de fútbol tiene memoria de elefante para recordar peleas, goles mal anulados y provocaciones. De cualquier manera, la Copa América supo permanecer casi siempre ajena a violencias que se vieron dentro y fuera de las canchas, por ejemplo en la Copa Libertadores.

El fútbol representó, a la vez, un elemento integrador en sociedades a menudo muy desiguales. El caso más claro fue el de Brasil, donde los futbolistas de origen afroamericano hace un siglo chocaban contra enormes prejuicios incluso para poder jugar con los blancos. Ni hablar de formar parte del seleccionado nacional. Años más tarde, ya fueron los ídolos de todo el país. No se puede explicar la historia de la camiseta verde y amarilla sin cracks morenos como Léonidas, Pelé, Didí, Rivaldo o Ronaldo. Eso no indica que el problema haya desaparecido de todos los ámbitos de la sociedad, pero es un avance.

Los ex jugadores, Michel Platini y Pelé, junto a los presidentes Fernando Henrique Cardoso de Brasil y Jacques Chirac de Francia. 1997.

Del fútbol a la política

La importancia que adquirió el fútbol en estos países determinó que el poder político le pusiera el ojo para controlarlo, o al menos aprovecharlo. Existen innumerables casos de dirigentes que usaron el fútbol como trampolín hacia la política. El fenómeno, en cierta medida, permanece. Pues la visibilidad que presta el deporte es infinitamente mayor que la de cualquier campaña proselitista tradicional. Hasta los propios clubes buscaban políticos para conducirlos procurando también ventajas. Hasta hace algunos años, los presidentes en ejercicio de Uruguay, Argentina y Paraguay habían sido presidentes de clubes de fútbol en su país: Tabaré Vázquez de Progreso, Mauricio Macri de Boca Juniors y Horacio Cartes de Libertad.

Sin embargo, poco a poco esta costumbre va cambiando, porque el superprofesionalismo actual necesita dinero más que contactos. Los equipos están atrás de empresarios con nutridas billeteras y los empresarios atrás de equipos que permitan explotar otros negocios.

Para los exfutbolistas, el tránsito de las canchas a los despachos políticos ha sido más difícil. Brasil ha sido el principal exponente de este fenómeno, con el ejemplo principal del propio Pelé como ministro de Deportes. En Ecuador, aprovechando la euforia de la participación en el Mundial 2002, varios jugadores entraron luego en el Parlamento, aunque su paso no dejó trazas considerables. Los pronunciamientos políticos de futbolistas en actividad resultan todavía más escasos. Incluso las grandes estrellas pasan a jugar a clubes del exterior, en especial Europa, de manera que a menudo no los alcanza ni siquiera el eco de noticias de su país fuera de lo deportivo.

En la política y en el fútbol

La Copa América, además, encierra un tema de política interna. La corrupción fue galopante en la CONMEBOL, cuando sus principales dirigentes fueron detenidos en Zurich por la policía suiza en el inicio del llamado FIFAGate de 2015. Costará mucho trabajo desprender esa mancha. La afición sigue mirando con desconfianza cualquier decisión de sus nuevas autoridades. En esta Copa América empezaron mal al violar sus propias normas de neutralidad religiosa para permitir que un pastor emitiera un mensaje en plena cancha antes del partido inaugural.

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