Oración por el alma de un amigo
Aguardientes
Padre Brahms que inundas los cielos con estruendosas sinfonías — así en la tierra y en el infierno — . Tú, Silvestre Revueltas, rey de los mendigos, y Chaikovsky de violines fastuosos. A los tres les encomiendo el espíritu de Eusebio Ruvalcaba.
Escritor y amigo de cuanto desdichado fue a parar a su taller en la colonia Obrera y el Reclusorio Norte. Bebedor, es cierto, y de los buenos. Nunca fue propenso a los escándalos o la banalidad; en cambio amó la música y las mujeres con profunda reverencia.
Eligió partir un día siete — a las siete — faltando siete meses para su cumpleaños.
Propongo veintiún copas elevadas en memoria de quien fue enemigo de la fatuidad y la soberbia. Ténganlo en su gloria ustedes tres, padres sinfónicos de nuestra oscura humanidad, a quienes tanta devoción les mostró en vida. A su lado, estoy seguro, se hallará mejor que entre nosotros.