Comiendo en Casa: Una Exploración de la Comida Costeña Colombiana

Una escritora viaja a la ciudad de sus padres, Barranquilla, Colombia, para visitar a su abuela y saborear la comida típica que extraña cuando está lejos.

Julissa Higgins
Airbnb Magazine
8 min readMar 13, 2019

--

Ilustrado por Catalina Vásquez
Nota del editor: Este artículo también está disponible
en inglés.

Yo no nací en Barranquilla, Colombia, pero la ciudad de mis padres es tanto mía como de ellos. Nací y crecí en Miami, pero cada verano viajaba a esta ciudad costeña encantadora — un lugar que considero ser mi tierra, mis raíces, mi hogar. Una de las mejores cosas de Barranquilla es que es una ciudad donde se siente el calor de la gente. Es un lugar caótico y fascinante, lleno de un millón de gente diversa, donde los motociclistas toman las marcas en el pavimento como sugerencias, y las artesanas de las arepas abandonan recetas, innovando con nuevos sabores. Esta es mi Barranquilla, la que extraño cuando estoy lejos: un lugar tanto familiar como eléctrico. Cada vez que regreso doy gracias por tres razones: mi abuela (quien cariñosamente llamamos Mami Fiyi), la poderosa energía de la ciudad, y — por supuesto — la comida.

Por la mañana

Siento esa vibrante energía cuando me despierto esa primera mañana que estoy de regreso. El vendedor ambulante canta en su megáfono — “aguacate, banana, mango,” — y aunque solo vende frutas es mi despertador. Los carros zumban a su alrededor, añadiendo vida con cada pito.

Mi abuela, Mami Fiyi, se viste para nuestra salida a la panadería que queda a la vuelta, aunque todavía falta una hora antes de irnos. “El desayuno se te va a enfriar,” me advierte Fiyi, como hace cada mañana. El comedor de su casa es mi cuarto favorito — un plan de piso abierto, con un techo que se extiende justo más allá de la mesa del comedor y las sillas mecedoras, abriéndose para revelar un cielo profundo. Siento que estoy afuera, participando en la vida de la ciudad.

Esta mañana me preparó todas las cosas que más disfrutaba comer cuando niña: chocolate caliente hecho con Milo (un polvo de cacao y malta que es popular en Colombia), huevos revueltos como los hace Fiyi — sin batir para que aún se vea la distinción entre clara y yema, — y arepas, un alimento colombiano hecho de harina de maíz y que a menudo se rellena con queso. Fiyi las prepara cómo se han hecho en mi familia por generaciones, amasando trozos de queso en la propia masa. Cuando no desayunamos en casa, vamos an un restaurante Barranquillero, Narcobollo, y pedimos buñuelos o pan de bonos — dos alimentos típicos preparados con harina de maíz — y los acompañamos con café.

Al llegar a la Panadería 20 de Julio se siente el olor familiar de la avena con canela, de los jugos frescos y, por supuesto, del pan. Enseguida me dirijo hacia las canastas transparentes que cubren las paredes llenas de diferente tipos de productos horneados; elijo algunos para el desayuno de mañana. Entre ellos están el Pan de Gloria, un pan recubierto con una generosa capa de azúcar, y el Pan de Mantequilla, un pan esponjoso y suave. Estos siempre han sido mis panes favoritos. También pido un batido de avena y escojo todo los mejores dulces — el Bom Bom Bum rojo, una paleta con sabor a fresa que es popular en Colombia, y chocolatinas Jet, unas barras de chocolate cremosas y dulces.

Por la tarde

Al regresar a la casa de Fiyi, noto que mi papá está esperando afuera en su Honda CRV para recogerme. En este día particularmente soleado, decidimos ir a la playa en Puerto Colombia, un pueblo cercano que una vez fue el principal puerto de entrada a Colombia con el segundo muelle más largo del mundo. Aunque hay muchas playas en Barranquilla, como Santa Verónica que es un lugar popular, o Puerto Velero que es un poco más privado, escogemos a Puerto Colombia ya que es una playa más tranquila que las otras y nos da tiempo para relajarnos.

Al llegar, nos sentamos debajo de un pequeño kiosco hecho de hojas de palma, mi papá en una silla plástica y yo en una hamaca. Dejo colgar mis pies y, en un afán por mecerme, los hundo, buscando impulso en la tierra fina y negra.

No hay mucha gente en la playa, pero a pesar de la quietud relativa, hay mucha vida aquí: los perros callejeros que pasean por la orilla en búsqueda de un lugar fresco para sentarse, los niños que juegan fútbol a pocos metros de distancia, y el hombre que vende helado y toca la campana en su carrito para llamar nuestra atención. Compramos una paleta hecha de mamey, una fruta tropical cremosa y dulce, que sabe similar a la papaya, pero también nos aseguramos de ahorrar algo de espacio para el almuerzo.

Después de pedirle unos pesos a mi papá, me acerco a un hombre local que me invita a montar en su caballo. Esta es una de las cosas que más extraño hacer cuando lejos — montar a caballo. Aunque el hombre es servicial y generalmente guía al caballo con las riendas, él confía en que yo las tome. Paso un rato galopando a la orilla del mar — el agua me salpica los talones y la parte de atrás de las piernas — antes de volver para entregarle el caballo a su dueño.

Cuando regreso de mi paseo a caballo, el dueño del restaurante cercano se acerca a tomar nuestro pedido. Ordenamos lo usual: mojarra frita, un pescado nativo de la región que se pesca diariamente, patacones, los cuales son plátanos verdes aplastados que se fríen dos veces, y — aunque el clima está a unos 37 grados — también pedimos un sancocho de costilla. Estos platos son todos alimentos típicos de la región y es común tomar sopa caliente incluso en los días más cálidos.

Como apresuradamente, con entusiasmo, y renunciando a los utensilios: mis dedos vuelan a mi boca con trozos de pescado crujiente mientras intentan alcanzar las demandas de mi boca.

Me siento sin frenos mientras sorbo y desarmo y parece no haber nada mejor que comer pescado fresco a la orilla del mar; en este momento estoy consciente de que sabrosa es ésta comida: las texturas han sido mezcladas delicadamente a través de cientos de años de ensayo, continuamente combinando ingredientes nativos con tradiciones Africanas y Europeas. El sabor también es rico y equilibrado: dulce por el coco, crujiente y salado por el pescado, y fresco por el limón. “¿Cómo es que ha pasado un año desde la última vez que estuve aquí?” me pregunto. Solo probar la sopa es razón suficiente para regresar más a menudo. Cuando no estoy en Colombia, ésta es la comida que más añoro.

Por la noche

Si hay un tipo de comida que es bien conocida entre los Barranquilleros, es la comida rápida. Barranquilla es conocida por su variedad extensa, repleta de diferentes tipos de salsas, ingredientes, y sabores. La comida rápida costeña es más elaborada que la de otras regiones Colombianas e incluso que la de otros países. Las cosas se rellenan, se derriten, y se gotean — y así es como deben ser, en mi opinión.

Aunque hay muchos lugares que sirven este tipo de comida, uno de mis favoritos es Bolaño. Lo mejor para ordenar ahí es la mazorca desgranada que la preparan con queso suizo rallado, papitas en fósforo crocantes, y salsas especiales — como una hecha con base de mayonesa mezclada con limón y jugo de piña. Otras comidas ricas son los perros calientes Colombianos con su variedad de salsas y adiciones crujientes, la salchipapa (un plato de salchicha con papas fritas), y los chuzos. Ninguna comida está completa sin una Colombiana, Manzana Postobón, o Kola Román — algunos de los refrescos más famosos de Colombia.

El restaurante está alegre — lleno de música trap latina y de gente joven buscando algo de comer después de ir de fiestas — pero mi papá y yo decidimos ordenar la comida para llevar. Nos dirigimos al Malecón Puerta de Oro, un nuevo muelle que inauguraron recientemente. Finalmente encontramos una banca donde sentarnos a disfrutar de la comida, de la buena compañía, y del bullicio de la ciudad.

Probablemente pasará un año antes que regrese nuevamente a éste lindo lugar lleno del ánimo que le brinda su gente. Como ciudad en constante desarrollo, Barranquilla habrá cambiado mucho cuando yo vuelva la próxima vez: se construirán nuevos edificios donde alguna vez hubo lotes vacíos de tierra, y las viejas aceras tal vez estarán nuevamente pavimentadas. Pero lo que nunca cambiará será la vida que está presente en todo aquí: en la casa de Fiyi, en las calles llenas de motocicletas y, por supuesto, en las arepas.

Donde Comer en Barranquilla

En restaurantes locales típicos

(Narcobollo)

Aunque Narcobollo vende a la vez comidas y aperitivos, my familia y yo usualmente vamos por los aperitivos. Una opción buena es la arepa de huevo, preparada con harina de maíz y rellena con un huevo entero. Otra opción popular es la empanada de pollo, que es diferente de las empanadas de otros países latinoamericanos ya que es frita y crujiente en vez de horneada. Finalmente, están los kibbes, unas croquetas en forma de óvalo y rellenas con carne molida o cordero, que son una muestra de la influencia árabe-colombiana en la comida típica.

En las panaderías

(Panaderia 20 de Julio Bakery)

Hay panaderías en cada esquina de Barranquilla y todas venden casi lo mismo. Si logras ir a una de ellas, asegúrate de pedir el batido de avena, el Pan de Gloria, y el Pan de Mantequilla.

En la playa

(Puerto Colombia)

Casi todas las playas de Barranquilla cuentan con servicios de comida local. La mejor parte es sentarse bajo un kiosco de palmeras y ordenar a la orilla del mar. Las mejores elecciones son la mojarra frita y el sancocho de costilla, con arroz con coco y patacones de acompañantes. No dejes de probar las bebidas típicas de la región como la Manzana Postobón or la Pony Malta (una gaseosa espesa y espumosa de malta).

En los lugares de comida rápida

(Bolaño)

En Barranquilla se pueden encontrar sitios de comida rápida por toda la ciudad. Aunque muchos de ellos son carros que se mueven de lugar frecuentemente, otros son fijos. Bolaño es uno de estos restaurantes que se mantiene permanentemente en un lugar. Algunos pedidos populares de este lugar son la mazorca desgranada con todas las salsas que trae, la salchipapa, y el perro caliente.

Sobre la autora: Julissa Higgins es una estudiante de cuarto año en Harvard. Después de graduarse se unirá al equipo de Estrategia de Contenido en Airbnb. Anteriormente Julissa fue reportera política de la revista TIME, y actualmente contribuye articulos para Canvas8. Nacida en Miami a padres Colombianos, ella se siente en casa en ambos lugares.

--

--