Gracias, Coronavirus

Isaac de la Peña
Algonauta
Published in
7 min readJun 15, 2020

El hecho de que 2020 podría llegar a ser un año de mierda histórico tal vez explique por qué tuvo lugar un acaparamiento masivo de papel higiénico al comienzo de la pandemia de COVID-19.

Bromas aparte, hemos argumentado en un artículo anterior que, aunque la situación parece ser bastante mala, también hay algunos aspectos positivos en la crisis. ¿Cuáles son esos y, lo que es más importante, qué nos espera?

El Vaso Siempre Está Medio Vacío

No deberíamos ocultar el hecho de que la pérdida económica ha sido enorme y podemos estar enfrentándonos a la mayor recesión desde la crisis financiera de 2008. El shock ha sido particularmente destructivo para aquellos que perseguían una estrategia de “crecer rápido a cualquier coste” como Softbank. Recientemente se anunció que otra inversión más, su apuesta de $375 millones el negocio de las pizzas, Zume, se fue al carajo. Y aunque el colapso de Zume, así como el de la tienda Brandless Inc que anunció su inminente cierre el 10 de febrero, menos de dos años después de tomar $100 millones del fondo, no le han costado a SoftBank tanto como los $4 billones de inversión en WeWork, su Fondo “Vision“ de $100 billones ha registrado pérdidas de 12.5 billones de dólares con una TIR Neta del -7% para sus socios.

Sin embargo, como vimos en recesiones previas, el espíritu indomable de los emprendedores asegura que el ritmo de la innovación se desacelere pero no se detenga por completo, y una cohorte de empresas está saltando a la palestra para aprovechar las nuevas oportunidades. La proximidad a los eventos puede llevarnos a pensar que este es el peor momento para lanzar un negocio, pero ese no es el caso; la historia nos enseña una importante lección al respecto.

Thomas Edison lanzó General Electric justo cuando Estados Unidos se dirigía al pánico de 1893, un período de 16 meses donde la actividad comercial cayó casi un 40% en todo el país. Sin embargo, la compañía persistió y pasó a ser una de las 12 compañías originales que figuran en el Dow Jones Industrial Average en 1896, donde permaneció durante más de un siglo.

Lo mismo es cierto para IBM, lanzada por Charles Flint en junio de 1911, en medio de un largo pánico de dos años. Mientras que las industrias en todas partes vieron disminuciones de dos dígitos en la actividad, IBM (entonces llamada CTR) no solo pudo sobrevivir sino prosperar y convertirse en el líder en tecnología que respaldaría la revolución digital, ganando miles de millones por el camino.

Además, durante la recesión de 1937–1938, una de las peores del siglo XX con una caída del PIB que alcanzó casi el 19%, los recientes graduados de Stanford William Hewlett y David Packard decidieron formular un plan para su nueva compañía de productos electrónicos, Hewlett-Packard. Aún sintiendo el golpe de la recesión, el dúo incorporó su negocio el 1 de enero de 1939 y continuó construyendo una potencia tecnológica mundial.

Finalmente, te acuerdas de Microsoft? En 1973, una crisis petrolera junto con una caída del mercado de valores condujo a una recesión de 16 meses donde el PIB sufrió el peor golpe en casi 20 años. Sin embargo, esta disminución no impidió que Bill Gates y Paul Allen desarrollaran su nuevo negocio de software. En una década, la compañía creció sustancialmente y lanzó una OPI en 1986 que creó 3 multimillonarios y 12,000 millonarios en el proceso.

Constantemente están pasando cosas, en una mezcla de eventos positivos y negativos que es muy difícil desenredar. El momento perfecto para lanzarse nunca llegará, pero ahora es un momento tan bueno como cualquier otro.

El Vaso Siempre Está Medio Lleno

En el otro extremo del espectro, la crisis de COVID-19 ha impulsado a nuestra sociedad una década en el futuro al dar un tremendo impulso hacia la transformación digital. Y lo digo literalmente: las compañías de Internet están experimentando hoy las métricas de adopción y uso que pronosticaron a largo plazo, con cinco o más años de anticipación.

¿Porque es esto importante? En primer lugar, esta tendencia general está estableciendo el teletrabajo como la nueva normalidad para una amplia gama de trabajos de economía del conocimiento. Esta no es una solución temporal, está aquí para quedarse: Jack Dorsey, el doble CEO de Twitter y Square, anunció recientemente que los empleados tendrán la opción de trabajar de forma remota para siempre si eligen no regresar a la oficina. Y un número cada vez mayor de empresas tecnológicas como Shopify, Coinbase, Upwork, Lambda Schools y otras se están uniendo a la política de permitir que su gente trabaje desde casa. Misma productividad con menos costos ¿dónde hay que firmar?

Indudablemente, esto conducirá a una era de experimentación sin precedentes e innovación rápida en nuevas herramientas, estructuras y metodologías de colaboración remota. Por ejemplo, Drew Houston, CEO de Dropbox, una de las plataformas de colaboración empresarial líderes en el mundo con 2.300 empleados y 12 oficinas, habla muy claro sobre la ineficiencia del lugar de trabajo moderno. Está particularmente frustrado por la pérdida de productividad causada por el “trabajo sobre el trabajo”, el 60% del tiempo estimado que los trabajadores del conocimiento dedican a tareas tales como buscar información, consultar el correo electrónico, alternar entre aplicaciones y coordinarse con personas y equipos de todo el mundo.

Sobre su visión, Houston dice: “Cada desafío que tenemos como sociedad depende de poder aprovechar nuestra capacidad intelectual y hacer que el conocimiento fluya bien. Mi esperanza es que en 2030 veamos el comienzo de una revolución que liberará nuestras mentes tal y como la Revolución Industrial liberó nuestras manos “.

A nivel nacional, los países que entiendan el trabajo remoto como un cambio fundamental en la organización corporativa y promulguen leyes y políticas de apoyo en todos los niveles requeridos, desde los impuestos hasta las leyes laborales, podrán atraer el talento internacional de más nivel y la mayor parte de capital de inversión para los próximos 15 años.

Cuando el talento pueda trabajar desde donde quiera y suponiendo que el marco regulatorio esté en su lugar, los mismos recursos naturales que garantizaron un flujo constante de ingresos a través del turismo para los países menos tecnológicamente avanzados se verán reforzados. El trabajo remoto será la nueva fuerza de redistribución, y los trabajadores remotos los nuevos Hipsters.

El sur de Europa y, en particular, España, pueden beneficiarse enormemente de esta tendencia, aunque lo más probable es que una vez más intentemos parar la marea con el fin de proteger las prerrogativas improductivas asociadas a roles tradicionales dentro de nuestra fuerza laboral altamente sindicalizada e inflexible, y así perder el tren.

La Sociedad Descentralizada

Y ya que estamos en ello, ampliemos nuestro alcance a lo que significaría vivir en una sociedad verdaderamente descentralizada; es decir, una economía en la que las oportunidades de ingresos están (al menos en mayor medida que hoy) distribuidas de manera uniforme, independientemente de la ubicación geográfica de sus ciudadanos.

Sin la necesidad de viajar diariamente a un “centro de producción”, haremos un uso más inteligente del transporte. Los autos no serán tan necesarios, y menos autos en las carreteras inmediatamente significa menos accidentes y más vidas salvadas. Recuerda que conducir es mucho más peligroso que volar, mientras esperamos la llegada del famoso automóvil autónomo (y probablemente eso no cambiará de la noche a la mañana, porque los conductores más peligrosos probablemente sean los menos capaces de adquirir vehículos de alta tecnología en primer lugar). La mejor alternativa para el auto sin conductor todavía es … ¡ningún auto!

Un parque automotriz optimizado también significa un menor consumo de combustibles fósiles. Además de los cambios geopolíticos extremadamente relevantes que traerá una menor dependencia del petróleo, el impacto a mediano plazo que podemos esperar es una menor contaminación y una mejor calidad del aire, particularmente alrededor de los centros de las ciudades en nuestras sofocantes metrópolis.

Menos tiempo de viaje en carreteras congestionadas también se convertirá en un mejor control de nuestros horarios, más productividad y más felicidad en general. Claro, una vez que hayamos logrado redefinir con nuestros seres queridos unos espacios compartidos en un hogar que se ha convertido de la noche a la mañana en una oficina, un gimnasio, un jardín de infancia y mucho más. Aún estamos tratando de descubrir cómo mantener a la vez la privacidad y la intimidad, la cercanía física y la distancia social.

Y quién sabe, la deslocalización puede incluso afectar positivamente los precios de la vivienda ahora que la proximidad a los centros de producción importa menos y la “ubicación” puede incluir un conjunto más diverso de preferencias personales. El nivel de descentralización que prometía blockchain (y nunca realmente logró) palidecerá en comparación con el de una fuerza de trabajo remota. Una sociedad distribuida es una sociedad mejor en muchos niveles diferentes.

Para ser honestos, esto ya ha sido posible al menos durante los últimos 15 años, y una minoría de nosotros (a menudo denominados “nómadas digitales”) ya hemos estado viviendo nuestras vidas de forma muy similar. Sin embargo, el ritmo acelerado de la transformación digital hará de esta una opción viable para una porción cada vez mayor de nuestra población.

Por contra al ver cómo, enseguida que la pandemia alivia un poco, dejamos de lado las precauciones y regresamos a nuestras peores costumbres, sumidos en una nube de miedo, enojo y resentimiento… puede ser que una vez más logremos matar la oportunidad de una sociedad distribuida antes de que tenga la oportunidad de florecer. Parecemos particularmente expertos en eso.

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