Angustia y ansiedad infantil

Ajuriaguerra describe clínicamente como se presenta la ansiedad y la angustia en su libro de Manual de Psicopatología del niño.

Los niños con ansiedad viven con un permanente vago sentimiento de aprensión y pensamientos reiterativos, como si algo terrible les fuera a suceder, presentando episodios agudos por cualquier situación o evento externo, ya sea éste un cambio de escuela, ingreso a la misma, enfermedad, vacaciones; estas crisis también se pueden presentar por alguna situación interna, junto con una conducta de irritabilidad e inquietud.

La angustia surge cuando la dotación madurativa del niño no puede responder de forma adecuada a una tensión experimentada como amenazadora, esta tensión puede ser con un origen interno o externo; esta va acompañada de manifestaciones somáticas (fisiológicas, neurodegenerativas, viscerales y conductuales).

La prevalencia y grado de la ansiedad o de la angustia va a ir variando dependiendo del ambiente en el que el niño se encuentre.

Algunos autores han hablado acerca de la angustia, por ejemplo, Freud dice que la angustia es primaria y que alerta al Yo sobre un potencial peligro, provocando represión en el individuo, a lo que Klein añade que también es una lucha interna del bebe entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte; la angustia consiste en una señal de alarma y empuja al Yo infantil a la utilización de diversos mecanismos de defensa que tiene a su disposición con el fin de luchar contra el peligro.

Bowlby menciona que existe una angustia primaria, la cual se desencadena por el fracaso del vínculo madre e hijo, a lo que Malher le llama angustia de separación, esto es cuando la madre y el hijo ya no pueden sostenerse emocionalmente el uno al otro.

Resumiendo lo que lo autores antes mencionados y otros más aportan sobre la angustia, sabemos que se desarrolla desde las primeras etapas del bebé, en donde él necesita reaccionar ante una amenaza o un peligro, pero en este caso no puede reaccionar ante ella y es cuando se va desarrollando la angustia o la ansiedad.

Cuando el niño es pequeño solo los padres o cuidadores primarios lo logran calmar, pero depende mucho de la capacidad que tengan para poderlo contener, aunque esta capacidad en teoría tendría que ser intuitiva, de lo contrario se tendría que observar el porque no es posible contener al niño y trabajar en esto.

Conforme el niño va creciendo se van haciendo mas notorios y descriptivos los síntomas, pero es a partir de los 7 a 8 años cuando se observa una serie de quejas somáticas, como:

  1. Inquietud permanente sobre alguna enfermedad.
  2. Fatiga, la cual impide que realice alguna serie de cosas, como por ejemplo: trabajo, algún deporte o incluso el juego.
  3. Dolores, como: cefaleas, trastornos visuales, náuseas, dolor de piernas y espalda o incluso algunas quejas abdominales.

En ocasiones una mala evaluación de la ansiedad o angustia se puede confundir con TDAH o Trastorno Negativista Desafiante, dado que comparten algunos síntomas con éstos, como la irritabilidad, agresión, miedos, habilidades sociales nulas, entre otros.

El éxito que se tenga en algún tratamiento va a depender mucho del ambiente donde el niño se desarrolle, junto con la empatía, el apoyo y el cuidado que le tengan los adultos al niño.

Referencias

Ajuriaguerra, J y Marcelli, D. Manual de Psicopatología del niño. (1996). (3·Ed) Barcelona: MASSON.

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