FIN DEL ANÁLISIS: El fin no siempre depende del paciente.

“Abrió el armario de las cajas y se metió en el último estante, que estaba vacío. Pidió que le cerrase con llave, que él golpearía la puerta cuando desee salir, y que el analista le sacase suavemente desde la cabeza. Así ocurrió: se reprodujo su nacimiento; esta vez, nacía cuando quería y se le recibió con cuidado. Le sacó lentamente, tomando su cabeza entre las manos de la analista. Se puso de pie y dijo: “ya puedo irme”. Y se fue.” ( (Blinder, Knobel, & Siquier, 2004)”

El pequeño párrafo anterior forma parte de un caso ilustrativo del libro “Clínica psicoanalítica” el cual habla acerca del fin del análisis, este caso ilustrativo parte del caso Eduardo, un niño que a través del análisis paso de ser nadie a ser Eduardo, su madre no supo que estaba embarazada hasta el cuarto mes, pues le habían dicho que era un tumor benigno y no que estaba embarazada, su madre no quería tener hijos, al nacer no lo quiso ver durante tres días, pues el niño había nacido con un hematoma y ella al verlo grito que no era su hijo, que era un monstruo. Fue llevado porque quería una recomendación de un lugar para internarlo porque tenía un “retraso profundo”, fue un análisis largo, el niño solo contaba con Capitán un perro que era su único compañero con el cual se había identificado de manera importante, hijo de un padre negado, simbólicamente ausente, un hijo de nadie.

Eduardo mostró una gran mejoría y a pesar de terminar el proceso debido a que se tenía que mudar por el trabajo de su padre, las pequeñas líneas de la última sesión citadas al inicio permiten evidenciar una clara mejoría en Eduardo, cumpliendo una de las condiciones del fin del análisis “que el paciente no sufra más de sus síntomas”, Eduardo en esta última sesión hizo la representación de su nacimiento, donde se le recibió con cuidado y el mismo fue quien por medio de ese juego hizo saber al analista que ya no padecía de sus síntomas iniciales.

A pesar de que este caso ilustra el fin de un análisis no se podría decir que ya no exista nada en un futuro que sea sujeto de análisis, pues el niño es un sujeto con pulsiones y el hecho de que no haya síntomas no quiere decir que las exigencias pulsionales desaparezcan, pero como meta del análisis se busca que estas pulsiones sean admitidas con armonía por el “yo”, de manera que las demandas pulsionales se puedan satisfacer de manera sustitutiva, independientemente de las condiciones en que se suscite la pulsión.

Esto no quiere decir que el análisis sea interminable, pero si se “advierte de la imposibilidad de pensar una normalidad esquemática” (Martínez Hernández, 2017), sin embargo mediante al análisis se busca la creación de condiciones favorables para las funciones del “yo”, como un final ideal del análisis, pero con frecuencia los fines del análisis suceden por distintos motivos; un ejemplo está en el caso de Eduardo, quien no terminó el análisis de esta manera aunque ya no padecía de los síntomas y había mostrado un buen progreso lo terminó porque se tenía que mudar, en el análisis con niños es frecuente que sean los padres quienes decidan cuando terminar el proceso analítico, ya sea por circunstancias externas como las de la familia de Eduardo que se tenia que mudar, porque los padres consideran que basta con que el síntoma desaparezca sin interesarse por su origen o porque los padres han desarrollado una transferencia negativa con el analista al sentirse perseguidos o juzgados.

En cuanto al final del análisis queda preguntarnos:

¿Qué otras condiciones son indicativo del final del análisis?

Referencias

Blinder, C., Knobel, J., & Siquier, M. L. (2004). Clínica psicoanalítica con niños. España: Sintesis.

Martínez Hernández, P. A. (2017). Los efectos de un análisis en el transcurrir de una cura: Una eficacia posible. Medellin: Universidad de Antioquia.

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