Empieza el Mundial, ¿qué hacemos?

Amigas por correspondencia
Amigas por correspondencia
4 min readJun 21, 2018

LUCHI: Empieza un nuevo Mundial, ¿qué hacemos? Siento que tengo que tomar una decisión: me comprometo y lo miro, me junto, presto atención, sufro cuando hay un pifie, me alegro de verdad cuando hay un gol, o directamente no miro los partidos.
También siento que cualquier comentario sobre no interés por el mundial puede ganarme una acusación de snob.

Yo creo que mi problema no es que soy snob sino que soy neurótica. Quiero decir: tengo cierto espíritu competitivo y puedo conectar (he conectado) con la cosa deportiva. Pero, porque en esta vida hay demasiadas cosas a las que uno puede dedicarles tiempo y atención, y no queda otra opción que elegir, hace años que no le presto atención a nada deportivo. Y entonces a esta altura me siento rara, impostada, en la experiencia partido de Argentina en el Mundial. Ycomo no me sale natural ese compromiso (organizar algo, llevar sanguchitos, darle mucha bola al asunto) es un esfuerzo. Una persona menos neurótica quizás no se haría toda esta cantidad de planteos y vería los partidos y ya.

Probablemente pueda llegar a un punto medio, mirar los partidos a medias, con la atención repartida, mirando Twitter, sola o con gente.
Sí me interesa todo el asunto alrededor del Mundial: las historias que van apareciendo de los jugadores, los relatos de mis amigos que viajan, etcétera.
¿Vos qué planes tenés? ¿Organizamos juntadas para no mirar los partidos? Beatriz Sarlo invitada especial, desde ya.

PD: Como uno de los temas de este newsletter son los libros, se me ocurrió que más valiosa que mi reflexión sobre ver los partidos puede ser hablar de textos futboleros, amigables para los no futboleros. El primero que se me viene a la cabeza es este cuento genial del costarricense Luis Chaves: Italia 90.

TAM: Yo jamás miro nada, salvo cuando me insisten demasiado para que vaya a una juntada, me pasó en el último mundial en la final, no tuve más remedio que verla, pero honestamente no entiendo la gracia. No para los fans del fútbol, sino para la gente como yo; en estos días tuve que explicarles a mis alumnos de Pensamiento Científico del CBC el concepto de paradigma de Kuhn, una de las tres o cuatro cosas que todo el mundo se lleva de esa materia (modus ponens, hipótesis, paradigma: sí, diría que son tres), y trataba de explicarla ayd para Kuhn un paradigma es mucho más que un punto de vista. No es que dos personas en paradigmas distintos ven lo mismo e interpretan cosas distintas, sino que para Kuhn de verdad “ven” cosas distintas. Les puse varios ejemplos pero me olvidé de este, el próximo lunes se los doy: yo, cuando miro un partido de fútbol, no veo nada. No es que no entiendo, verdaderamente no veo: no veo jugadas, no veo quién es bueno y quién es malo, no veo estilos, no veo nada. ¿Por qué habría de verlo si no tengo la vista entrenada, jamás de lo jamases veo fútbol? Me parece súper natural es ceguera pero todos te dicen “ay pero te divertís igual”. Honestamente, yo no me divierto mucho y la vida es corta, así que te invito a juntarnos a hacer cualquier otra cosa durante los partidos. Mi amigo Balbuena decía que teníamos que armar un meeting point de los que no miramos el mundial (creo que confesar eso como varón es muy disruptivo así que #respect): para mí, como acción de marketing, algún café debería recibirnos durante los partidos de Argentina a nosotros lo parias, darnos gratis el refill ¿no? La tiro.

Par lo único que me gustaría saber de fútbol es para entender mejor algunos textos muy lindos que se escriben sobre él. El otro día, en la presentación de la nueva Orsai, Hernán Casciari leyó un texto muy famoso suyo que he leído mil veces, ese que dice “Messi es un perro”. Si nunca lo leyeron les recomiendo que lo hagan: a mí, que como ea evidente el fútbol no me atrae en lo más mínimo, ese texto me hace sentir que efectivamente me estoy perdiendo algo valioso.

LUCHI: Lo que te pasa con los partidos de fútbol, lo de mirar pero no ver, me pasa con las películas de acción. Le haría fast forward a todas las escenas de peleas porque no las entiendo, no logran ingresar a mi cerebro, se quedan trabadas en el sentido de la vista. Y no es porque solo vea películas y series de calidad, podría volver a ver todas las temporadas de Gossip Girl o cualquier dramón adolescente este mismo fin de semana sin preguntarme ni una sola vez qué estoy haciendo con mi vida.

Creo que mi experiencia con los mundiales va de la mano de mi experiencia con el sentido comunitario. Hubo un mundial cuando yo tenía 16, justo en el clímax de mi necesidad de pertenecer. Ese fue mi gran mundial emocional. Hasta me acuerdo de haber sentido cierta nostalgia cuando perdió Argentina porque sabía que había algo irrecuperable ahí. En adelante, fue bajando la intensidad de mi participación como espectadora, hasta llegar a Rusia. La necesidad de una vida en comunidad no se pierde nunca, pero sí uno se vuelve más selectivo, elije las experiencias comunitarias que le gustan con más libertad.

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