Noelia Barral Grigera vivió la sesión histórica desde adentro del Congreso y nos cuenta cómo fue

Amigas por correspondencia
Amigas por correspondencia
8 min readJul 10, 2018

TAM: Hoy tenemos una invitada que admiro un montón: lectoras y lectores (¿qué vamos a hacer con las palabras en las que la e es el masculino? Muero de la angustia), si no conocen a Noelia Barral Grigera, los invito a seguirla en su cuenta de Twitter @nbg__ Noe hace radio en el programa de Varsky, escribe en El Cronista, está en la tele: hace todo eso super bien, pero yo la descubrí porque también sabe hacer periodismo en Twitter (cosa que no mucha gente sabe hacer). Cubre las sesiones del Congreso con el rigor de cualquier medio (mejor que muchos, más bien) en su cuenta personal, y con más agilidad, onda y cerebro: su cobertura en la sesión histórica que nos trajo la media sanción de la Interrupción Voluntaria del Embarazo fue clave para mí y para muchos usuarixs.

Hace poco charlaba con un amigo que cuando a mí me dicen “periodista” me siento un poco una farsante, y no es porque no considere que trabajo bien: yo creo que lo hago lo hago más o menos bien, lo que no estoy segura es que lo que yo haga sea periodismo. Yo escribo en medios, investigo, pero no tengo el oficio ni el talento de la periodista que de verdad trabaja con noticia, que chequea, que busca fuentes, que pide declaraciones: lo hago cada tanto (de hecho, cuando salí con la nota que me correspondía hacer sobre la sesión histórica, hablé con varias fuentes para que confirmaran algunos detalles) pero ni cerca es lo que hago siempre ni lo que hago mejor. Y el periodismo parlamentario, entiendo, tiene además sus especificidades: hay que conocer bien los reglamentos, la rosca, saber adónde mirar, qué buscar. Así que bueno, eso quería preguntarle a esta periodista con todas las letras.

Noe, ¿cómo llegaste a ser periodista parlamentaria? ¿Cómo es tu día a día? ¿Tenés que sentarte a estudiar reglamentos y composiciones o lo aprendés de estar ahí? ¿Te tocan seguido sesiones importantes? ¿Cómo es cuando te toca, y cómo cuando no? ¿Qué es lo que más te gusta? ¿Cómo te preparaste para la sesión del 13J y cómo lo viviste? Eso nomás, ja.

NOELIA: ¡Ay, cuántos elogios! Muchas gracias. Fue muy gratificante para mi todo lo que pasó entre el miércoles y el jueves con la interacción en las redes. Fue agotador a niveles indecibles, pero a la vez fue muy energizante sentir tanto interés, tanto acompañamiento.
Llegué a ser periodista parlamentaria por interés en la noticia del momento. Entré a El Cronista en marzo de 2008, casi en paralelo con el envío de la 125 al Congreso. Propuse encargarme de esa cobertura y nunca más dejé el periodismo parlamentario. Nunca deja de haber “noticias del momento” ahí.
No hay un día a día. Es muy variable. Por lo general, sé que los viernes y (en menor medida) los lunes son días de baja actividad, así que suelo estar en la redacción del diario. Entre martes y jueves, en cambio, voy al Congreso. Puede ser a la mañana, inmediatamente después de la radio, al mediodía, o a la tarde casi noche. Depende del proyecto que esté siguiendo en ese momento (siempre hay muchas discusiones a la vez y hay que elegir cuál mirar de cerca).
El reglamento lo tengo bajado en el celu. Uno aprende mucho de estar ahí y de hablar con todos, pero hay cosas que siempre mejor consultar. Incluso los artículos ambiguos, para ver justamente cuánto dejan librado a la interpretación y cuánto no. Además, como cubro las dos Cámaras, a veces se me enredan las reglas de Diputados y el Senado y tengo que chequear para desenredar.
Me han tocado, tuve suerte, muchas sesiones importantes. La 125, el matrimonio igualitario, la paridad de género en las listas aprobada sin aviso y a las 2 AM, la estatización de YPF, de las AFJP… algunas que recuerdo por la tensión de todo el proceso, como cuando en 2010 no se aprobó el Presupuesto 2011.
Creo que va a sonar poco creíble, pero en general no siento que haya debates no atractivos en el Congreso. Cuando algún compañero me fue a reemplazar, porque yo estuve de vacaciones o enferma, el comentario siempre fue: “no sé cómo lo aguantás”. Puede ser tedioso en sesiones muy largas en las que el resultado está puesto de antemano y muchos quieren hablar, a veces para decir todos lo mismo. La estatización de YPF es el ejemplo claro de eso: dos días seguidos de sesión y ya sabíamos que se aprobaba. ¡Igual me gusta!
Además, desde 2010 es un Congreso sin mayorías sólidas y eso hace que para todo sean necesarias negociaciones que hay que seguir letra a letra para no perderse nada.
Para la sesión del 13J lo más importante era llegar descansada. Lo veníamos hablando con algunos colegas. Había que guardar energías. Así que el martes 12 procuré tener casi nula actividad (aunque a la noche los martes voy a la tele hasta tarde, pero bueno, eso era inevitable) y el 13 cuando salí de la radio, desayuné muy muy bien, porque ya sé que hasta que se conforma el quórum y arranca la discusión pasa un rato largo en el que no voy a poder (querer) salir de los balcones que dan al recinto y que nos están asignados a los periodistas parlamentarios.
Cuando salimos a comprar el almuerzo con varios colegas, a eso de las 16, me escapé además hasta el quiosco y armé un stock de alfajores, turrones, galletitas y tutucas. Llega un momento de la noche en que se hace necesario un shot de azúcar para aguantar.
Y también mucha paciencia. Después de 24 horas despiertos y trabajando con ese nivel de estrés y ansiedad, a todos en la sala de periodistas se nos acaban las sutilezas. Gritamos, aplaudimos, corremos. Enloquecemos un poco.
Imaginen el jueves.
Gritamos como un gol el tuit de Ziliotto.
Esa emoción en la sangre y el último alfajor era lo que necesitábamos para terminar de escribir.

LUCHI: Qué linda debe ser esa sensación de “historia”, ¿no? De estar ahí mientras la cosa sucede. Más allá de un montón de motivos más fundamentales por los que lo del 13J fue importante, creo que también fue una oportunidad para ver de qué manera el periodismo es relevante en esta época. Cuando las redes sociales se convirtieron en lo que se convirtieron, creo que había por un lado un discurso condescendiente hacia el ciudadano, ingenuo, tipo TN pidiéndote que mandes tu foto o tu video, y por el otro uno pesimista e irónico, bien a la Twitter, que hacía chistes sobre el fin del periodismo. La madrugada del jueves la manera de ser del periodismo en épocas de redes sociales fue clara. Yo seguí las últimas horas previas a la votación porTwitter, porque obvio que no vas a esperar a que salga una nota para enterarte y que lo que muestra la televisión ya te queda corto, pero eso no podría haber sido así sin periodistas (vos Noe entre ellas, claro) que contaran qué estaba pasando con información a la que el ciudadano común no tiene acceso. Y al día siguiente las notas que leí no repetían lo que ya me había enterado esa mañana si no que agregaban información sobre cómo se había cocinado el resultado final.

Lo que quiero saber es cómo te sentiste después de la votación, cómo fue la vuelta a tu casa, qué hiciste ese día y al siguiente, hasta qué hora dormiste o si ya estabas pasada de vuelta, si te pusiste a ver una serie para relajar o no podías soltar el tema. Nada pero nada que ver, porque lo que se jugaba para los que trabajaron el 13J era social, político, íntimo y público, todo junto, pero de mis épocas en redacciones me acuerdo de la sensación lindísima de estar volviendo a mi casa después de un cierre complicado, con ganas de tirarme a dormir y la sensación de alivio por la tarea terminada.

NOELIA: ​La sensación ​de historia es muy movilizante, sí. ¡Y te agarra y no te suelta!
Recuerdo exactamente adónde estaba cuando me enteré que el senador Rached se daba vuelta y votaba en contra de la 125 y entonces quedaba empatada y en manos de Cobos.
Y también recuerdo otra madrugada helada, saliendo del Senado, y mirar desde el taxi los festejos por la Ley de Matrimonio Igualitario.
¿Y de ésta qué imagen me quedará?
Después de la votación del jueves pasado me costó mucho bajar la adrenalina. Salí del Congreso a eso de las 12 del mediodía (tengo que esforzarme para precisar horarios porque entré al Congreso a las 10 de la mañana del miércoles y me fui al mediodía del jueves… en el medio se me confunden las agujas), después de esperar a que salgan todos los diputados del recinto, hablar con varios de ellos, acompañar a un grupo hasta la puerta de calle… ahí pensé: “Listo. ¿Cuánto más? En algún momento tengo que decidir que ya está, se terminó la cobertura”. Porque en definitiva, si querés, no tiene fin. La fiesta en la plaza seguía.
Volví entonces a la sala de periodistas, agarré mi abrigo y mi cartera y salí. Manejé hasta casa escuchando a la Negra. Desenchufarme para mi es un esfuerzo así que puse especial empeño en bajar las revoluciones. Llegué, almorcé con Nico, mi novio, y Amanda, su hija, y cuando ellos se fueron (él a trabajar, ella a la escuela) me acosté. Me tomé un clona preventivo porque me conozco y sé que mi cabeza no para nunca. ¡Y pude dormir! De un tirón, unas cinco horas. Me desperté cuando ya era de noche, escribí para el diario la crónica final de la sesión y una nota más corta con el título “Los 60 minutos que cambiaron la historia” contando cómo se había dado el vuelco en la votación. La idea de esa nota la tenía en mente desde el mediodía. Cuando volvía manejando, me imaginaba el texto. Es algo que hago muy seguido. Y también me pasa muy seguido que cuando me siento a escribir aquella idea que me había parecido genial, desapareció. Así que manejaba, escuchaba a la Negra, y me decía a mí misma que debería ir grabando esas ideas en el celu. Pero también me decía que estaba agotadísima, que ya no quería ni grabar algo en el teléfono y que era hora de desconectar. No grabé.
Después de la siesta me senté y la nota salió tal como la había pensado unas horas antes y de un tirón. La escribí todavía emocionada.
Y después de clickear send, la vida ya empezó a volver a una cierta normalidad. Cené, dormí, el viernes a la radio, y la incapacidad de soltar el tema hasta el sábado. Recién cuando estaba viendo el partido de la Selección pude pensar un poco en otra cosa. Y todavía no me puse a calcular los votos en el Senado. Estoy tratando de descansar mi cabeza porque sé que otra vez se viene algo intenso. Ojalá con el mismo final.

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