Qué estamos viendo + ¿qué hacemos con Louie CK?

Amigas por correspondencia
Amigas por correspondencia
6 min readFeb 15, 2018

TAM: Me cuesta armar este mail porque la verdad siento que desde que volví de vacaciones estoy todavía arrancando motores y todo me cuesta el cuádruple. Llevo dos semanas tratando de terminar una nota que arranqué antes de irme, me distraigo en las redes, tengo la atención más volátil que nunca. Lo único que pude hacer desde que volví fue mirar The Deuce, una serie de HBO que les recomiendo mucho (DISCLAIMER: ya sé que James Franco está con denuncias de abuso, y no sé bien qué hay que hacer con los productos de los abusadores, pero bueno, yo la empecé antes jaja y de cualquier modo yo veo productos de abusadores cuando me gustan. Supongo que no debería recomendarlos pero calculo que James igual podía vivir sin la aprobación de Amigas por correspondencia).

The Deuce es del autor de The Wire, y tiene en común muchas cosas, algunas temáticas: se ubica en los 70, en Nueva York, entre las mafias, los cafiolos, las putas y el personaje de Franco que viene a ser una especie de pibe de barrio que se mete en esa (no es un “santito”, te lo muestran tomando cocaína desde el día 1, pero sí se va metiendo en negocios que moralmente le preocupan de a poco). En teoría van a ir hablando cada vez de la industria del porno, el tema aparece más claramente en la segunda mitad de la temporada, y un poco por eso el centro de la escena son las putas. Es un show de elenco y entonces hay muchas y son todas distintas: aunque la más protagonista es Magie Gyllenhal, la cuentapropista, la autoconsciente, etcétera, hay otras chicas en otras situaciones, de todos los colores y todos los tamaños, y cada una tiene su historia, su relación con el sexo, con el cafiolo, sus amigas, sus cosas. Esa es una de las cosas que más me gustó.

Pero lo que más me interesó, que ya me había interesado en The Wire, es el tiempo que el tipo se toma para construir el universo. Para mí es super difícil hacer eso sin que el relato se estanque: o sea, ¿cómo hacés para que la gente siga mirando mientras introducís personajes y espacios y vínculos sin que la acción principal arranque, o sea, sin que se entienda qué-va-a-pasar? No nos damos cuenta a veces pero en los relatos más comunes, más comerciales, más hechos en algoritmo para hit, hay algo muy centrado siempre en la acción y en la información. Retener información es la forma más fácil y pava de generar suspenso. Proponer acciones espectaculares una tras otra es la forma más sencilla de sostener la atención. Y en mundo de mafiosos, asesinos y depravados como el de The Deuce sería muy fácil hacer eso, que todo el mundo mate y viole todo el tiempo, que haya un crimen a resolver, etcétera etcétera. Y creo que justamente por eso es más atractivo lo que él hace: en un mundo de acción, él elige correrse de ese eje y movilizar otros elementos. Las composiciones de los actores, los diálogos desenfocados, las situaciones cotidianas que no pretenden ser el nudo de nada. A la vez, todo eso está tan bien hecho que en ningún momento pensás “qué lento”: no extrañás “que pase algo”. De hecho cuando empiezan a hablar lo del porno me acordé de que había leído que la serie iba a eso, pero no lo extrañé en lo más mínimo mientras no entendía de qué se iba a tratar.

En fin, me quedé fijada en eso porque antes tratamos de ver con mi novio Dark, una especie de versión alemana de Stranger Things, y nos embolamos un montón justamente porque se le veían todos los hilos: todo el tiempo te están bajando información, llevando al punto, a la intriga, al punto que ya ni me importa. Stranger Things funciona en parte de milagro, creo: podría ser esa cosa esquemática que es Dark pero hay tanta actuación y tanto ojo en la cámara que más allá del misterio de la temporada siempre está pasando algo más. Yo al menos me quedo por ese algo más. Ahora que terminé The Deuce arranqué Fargo, que todavía no sé si me gusta (sé que me tiene que gustar y no se puede decir otra cosa, ja, “prestige TV” le dicen ahora a eso) porque me parece que abusa de snob, ahí sí, de a ratos te ponen la rareza y la oblicuidad tan en la cara que ya casi pega la vuelta. Pero bueno, no quiero que nadie se enoje así que la seguiré mirando con mucho optimismo.

¿Vos? ¿Lograste hacer algo en enero o le ponés todas tus fichas a febrero como yo?

LUCHI: Creo de todas las aristas que tiene este momento de abusadores que salen a la luz una de las que más me interesa es la de qué hacer con sus obras. No es la más importante, pero sí una de las más difíciles de responder. Al respecto leí y me gustó esta nota en El País de una mujer -Claire Dederer- que tiene que escribir sobre Woody Allen y se pone a ver Manhattan después de mucho tiempo y con toda la información sobre la relación de Woody con Soon Yi, su hija adoptiva, encima. Se siente personalmente traicionada por lo que hizo Woody Allen. Cuando le piden que juzgue a la obra por la obra en sí misma y nada más que por eso -y por supuesto que Manhattan le parece una obra extraordinaria- dice que no puede: “Yo no soy ahistórica, ni inmune a la biografía. Eso queda para los vencedores de la historia (los hombres) (hasta ahora)”. Me gusta que meta ahí a la historia y nuestra relación de ella porque es lo que me pasa a mí. ¿Dejaría de leer un libro de -tiro cualquiera- Dickens si me entero que era abusivo? Para nada. Pero no pude ver volver a ver capítulos de Louie desde que pasó lo que pasó. El de la cercanía en el tiempo es un criterio arbitrario, pero me pasa como a Dederer: mi juicio se vuelve emocional y no me molesta que sea así. Vivimos en la misma época y tenemos acceso a la misma cantidad de información. Louie -o cualquier abusador contemporáneo- puede tener la misma gestión del deseo que yo y elije no tenerla. Lo vivo como una traición personal y por eso -al menos hasta ahora, no digo que vaya a ser siempre así- paso de largo cuando me aparece en Comedy Central.

Bueno, me anoto The Deuce para ver. (A todo esto: ¡vi The Good Place! Con signos de exclamación porque me pone contenta que lo que decimos en estos mails no solo quede en los mails y agregarle una nueva capa de realismo a este experimento. Me divirtió mucho. Con Felix a un bar que nos gusta le empezamos a decir the good place y a una copia mala que pusieron a cien metros, the bad place. Además, verla mientras leía el infierno en La divina comedia me llevó a asociaciones un poco bizarras pero innevitables. Quizás si Dante escribiera hoy en algún canto ya nos hubiéramos cruzado con un personaje que no levanta los ojos del celular y mastica chicle mientras te habla, como la Janet del bad place).

Yo finalmente le estoy metiendo bastante fichas al verano (fichas entendidas como energía, ponele), pero básicamente porque a final de febrero me voy de viaje y tengo que llegar con una cantidad de cosas laborales terminadas. También me metí a hacer unos cursos online de desarrollo web porque, nada. Iba a decir que porque soy insoportable conmigo misma o un chiste autoincriminador como ese, pero me frené porque la verdad es que lo hago porque me divierte. Creo que llegué a un punto en el que la cantidad de cosas que quiero hacer, leer, ver y aprender no me tortura sino que lo vivo como algo feliz, (HAPPY FOOL ALERT) como una aventura sin fecha de entrega.

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