Sigue lloviendo en Buenos Aires y otras excusas para mandarnos mails

Amigas por correspondencia
Amigas por correspondencia
4 min readMay 14, 2018

TAM: Son días difíciles para los soñadores, o al menos para mí. La lluvia me tiene mal, me duele mucho la espalda (mitad culpa de la humedad y de que mis zapatillas más cómodas no son impermeables) y encima todo el tema del dólar y el FMI, que me mantuvo encadenada a las redes sociales. Curioso fenómeno: no entiendo mucho del tema, pero no puedo dejar de leer sobre él, y la lectura no me calma la angustia ni la incertidumbre. Pensaba que es como un círculo de consumo e impotencia: hay más “debate” que nunca en nuestras democracias contemporáneas, pero el debate (y la lectura pasiva del debate, en mi caso) parece ser lo único que tenemos, quiero decir, en términos de formas de participar de lo público. Es importante informarse, siempre lo digo y lo pienso, pero de a momentos pienso, ¿para qué? ¿Qué puedo hacer con tanta información? Me informo, pero finalmente honestamente no hago nada con esa información, y no se me ocurre qué podría hacer.

En asuntos más alegres, avanzo con mis traducciones. Estoy en ese momento del trabajo en que empiezo a sentir que entendí ciertas claves, que me abrí paso entre los textos, y que entonces como recién ahora entendí de qué va todo lo que hice antes está mal y debería hacerlo de nuevo, pero estoy mordiéndome los codos para seguir y revisar al final, cuando todos los caprichos me hayan decantado.

¿Vos? ¿Cómo te trata la Buenos Aires gris?

LUCHI: Me voy a poner abstracta y un poco naif, pero a mí me gusta de estas democracias contemporáneas, o de la democracia en general, las formas que tenemos de involucrarnos en lo público. La primera, y fundamental, es ir a votar cada dos años: todos tenemos derecho a eso y estamos obligados a eso. Y eso no es para nada poco. Después, podés participar de discusiones en persona o en las redes o elegir quedarte callada, podés postularte para exponer en el Congreso cuando se debate una ley, podés afiliarte a un partido político, podés marchar en Plaza de Mayo. Etcétera. Me parecen modos sanos de vincularse con lo público. No me parecería sano que mis propias opiniones, por más acertadas que me parezcan, por más cercanas o lejanas a la administración de turno, tuvieran poder más allá de esas formas de participación, porque eso no tendría nada que ver con la democracia. Leer mucho sobre un tema que, justamente, requiere mucha información para ser entendido, me parece un gesto útil, mucho más que opinar antes de tomarse el trabajo de tener una opinión fundamentada en razones. Incluso no tener una opinión sobre absolutamente todo me parece un gesto útil para la vida democrática. Leer mucho para llegar a la conclusión de que todavía no sé exactamente qué pienso sobre algo ya validó toda esa lectura, ya le dio sentido, me parece.

En asuntos más alegres, qué bueno lo de las traducciones. Yo estoy en un estado parecido con la edición de la novela de un amigo. Un estado, por decirlo de alguna manera, creativo. Hace años que él viene escribiendo unos textos geniales, con personajes en común y situaciones en común pero sin un orden cronológico y en distintos tiempos y personas. Estamos releyendo todo, organizándolo en capítulos y pensando un orden. Con la facilidad de la distancia, porque no lo escribí yo, me pasa lo que intuyo que te pasa con las traducciones: pequeñas epifanías, ideas sobre cómo resolver un párrafo, cómo enganchar un capítulo con otro, que hacen que me entusiasme cada vez más. Hace mucho que yo no me pongo a escribir ficción y extrañaba ese estado en el que entrás cuando estás inspirado y parece que afuera no pasa el tiempo. Siento que se lo pedí prestado a la novela de Lautaro.

Los días grises siempre me gustaron, no voy a mentir. Los colores neutros, la vida social puertas para adentro, los pilotos camel, mirar por la ventana y ser romántica, remplazar la cerveza por el vino, bla, bla bla. Todo lo obvio ;)

LUCHI (DE NUEVO): Treinta y tres minutos después de ese mail, cambié de opinión sobre la lluvia. Me cuesta trabajar y tengo ganas de estar en la cama mirando una serie. Quiero ir a comprar comida y no mojarme.

Otra cosa, en línea con el tema de la participación democrática y las discusiones públicas: de todo el debate por la despenalización del aborto (¿o es mejor decir “interrupción voluntaria del embarazo”?, pregunto en serio), mi intervención favorita es esta de Natalia Volosin.

La estuve viendo en loop, ya me sé varias partes de memoria. Me hipnotiza la claridad con la que habla y la lucidez de sus argumentos. Esta es una de mis partes favoritas: “El deber de los legisladores no es votar a conciencia. Su deber en una democracia constitucional, sea en este debate o en cualquier otro, es ofrecer razones públicas, es decir, argumentos imparciales que puedan ser aceptados en forma universal por cualquier persona autónoma, cualesquiera que sean sus creencias morales o religiosas”.

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