#7: Un gran “Qué estamos leyendo”

Amigas por correspondencia
Amigas por correspondencia
8 min readSep 20, 2017

TAM: Hace un par de años, desde que decidí que aunque no sirva para nada iba a estar siempre escribiendo algo (así de solemne como suena el verbo “decidir”, yo soy muy de “decidir” cosas) que mis lecturas en general están determinadas casi en un 100% por lo que tengo ganas de escribir en ese momento. No me molesta, salvo por el hecho de que a veces me pierdo cosas que están buenas, pero hoy me cuesta leer de otro modo que no sea haciendo ingeniería inversa, con la pregunta “y esto cómo se hace” en la cabeza. Recuerdo cuando era chica que a mi hermana le pasaba eso con las máquinas, como a mi mamá le pasa con la comida en un restaurante, y recién hace pocos años entendí que eso se podía hacer con un texto.

Bueno, todo esto para decir que: así como pasé muchos meses leyendo cuentos para escribir un libro de cuentos, ahora estoy hace unos meses leyendo teatro, porque me empaqué con usar un cuento para escribir una obra de teatro. Empecé un taller cortito con Romina Paula, y actuación hago hace ya casi dos años, y bueno, ya era el momento de empezar con las referencias. Como casi seguro que lo mío va a ser un monólogo con un personaje femenino arranqué con los Textos reunidos de Santiago Loza, que editó Biblos hace unos años. Loza es conocido por esas dos particularidades, esas dos obsesiones: sus obras suelen estructurarse en torno a monólogos de personajes femeninos. A mí me fascinan ambas cosas; lo femenino porque siempre me interesa, y el monólogo porque me parece una situación profundamente literaria y profundamente teatral (nadie fuera de un escenario pasaría tanto tiempo hablando solo en voz alta), muy artificial y al mismo tiempo muy verdadera. Y Loza creo que logra llevar todo esto a su punto máximo: las voces de sus personajes son poéticas pero también muy de carne. Son voces que narran pero al mismo tiempo son atravesadas por experiencias, transformadas. La que estuve leyendo estos días es “Todo verde”, un monólogo de una repostera de pueblo que se va revelando medio tortona. Estuve toda la lectura embelesada con su virtuosismo y su sensibilidad, su trabajo con el lenguaje y con las emociones. Estos días también empezó a circular la edición de Entropía de su Obra Dispersa, que incluye el texto de su hit “Nada del amor me produce envidia”, protagonizada por una costurerita, que está en cartel y es absolutamente imperdible, también por la puesta.

¿Leés teatro? ¿Te parece que las voces de los personajes son lo más importante de la literatura y por eso es absolutamente obligatorio leer teatro? Jaja, es una pregunta de esas que solo permiten una respuesta, pero es que yo pienso un poco así. Lo que más me gusta de leer y escribir es estudiar el habla de otros.

LUCHI: Qué difícil empezar a escribir después de esas preguntas, je. Creo que lo más importante de la literatura es la historia que subyace a la historia que se cuenta, la historia 2 que se cifra en los intersticios de la historia 1, parafraseando a Piglia. Obvio que en eso la construcción de los personajes, a través de sus voces y sus acciones, es fundamental. No, no leo estoy leyendo teatro, al menos ahora (un ahora tan abarcativo como casi toda mi vida adulta de lectora). Cuando tenía 15, me llevé a un viaje un obras completas de Shakespeare de hojas tipo Biblia y lo que más me acuerdo es que generó varias conversaciones con adultos impresionados en aeropuertos. Creo que en ese momento era más metódica. Un profesor de filosofía nos había contado que él había leído todo Borges de un tirón, todo Cortázar de un tirón, y así. No mezclaba autores ni estilos ni épocas. Obviamente yo tenía cierto crush por el profesor de filosofía y ese método me pareció lo más lógico del mundo y decidí leer todo Shakespeare. Obviamente, también, no terminé las obras completas (y el empalague precoz llevó a que todavía no las haya vuelto a agarrar).

A veces, igual, todavía pienso que el método del profesor de filosofía tiene sentido. Me pasó hace unos días, cuando terminé de leer What we talk when we talk about love, de Carver. Cerré el libro y me pareció imposible la idea de leer otra cosa. ¿Para qué? Ya está, está todo ahí, en esos cuentos perfectos. ¿Cómo va a haber literatura con otro tono, con otros temas? Por supuesto, y gracias a que estaba en un vuelo low cost sin pantallas en los asientos, todavía no había terminado de hacerme esas preguntas y ya estaba sacando el Kindle de la cartera para empezar otro libro.

Me tomé una semana de vacaciones y estoy leyendo un montón. De a poco, vuelvo a sentirme como una persona con muchas palabras en la cabeza, una persona que lee cosas interesantes de las que puede hablar en conversaciones. El libro que abrí en el Kindle es Spreadable media. Creating value and meaning in a networked culture (si hubiesen sido unas vacaciones de dos semanas, no me hubiese traído nada que tenga que ver con trabajo; como es una, me pareció que estaba bien). Además, estoy leyendo La literatura nazi en América, de Bolaño. Una cosa bastante arbitraria que hago es comprar libros de los autores del país en el que estoy cuando estoy en otro país. Podría tener sentido en el caso de autores raros, difíciles de conseguir. Pero, por ejemplo, una vez compré en España una edición de DeBolsillo de Anatomía de un instante, de Javier Cercas, que seguramente esté en casi todas las librerías de Buenos Aires. Bueno, estoy en Chile y compré ese de Bolaño, también en una edición de DeBolsillo. Mi plan para mañana es atacar varios de los miles de links guardados “para leer después” que tengo dando vueltas en distintos lugares. A saber:

Qué tema encontrar tiempo para leer. Yo tengo una costumbre bastante rara que es leer en el desayuno (si estoy sola y si me levanto con el tiempo necesario). El momento clave es cuando ya terminaste las tostadas pero todavía te queda casi toda la taza de café, y la estirás un poco. Tiene algo como de mucha intimidad que lo primero que leas en el día sea ficción, antes de meterte en los diarios y mails de trabajo. Es mi momento budista. ¿Vos cuándo y en qué lugares leés?

TAM: Jaja, yo tengo la suerte y la desgracia de no tener un trabajo de oficina, así que tiro esta respuesta de hippie con OSDE: leo muchísimo a la tarde. A la mañana en general trabajo, a partir de las 17 suelo estar dando clases o tomando clases, así que tengo una franja de 13 a 17 que uso para eso. Almuerzo sola en casa, así que leo almorzando, y la modorra post almuerzo la sacudo leyendo (como todo freelancer sabe, si estás en tu casa es muuuuuuuuuy difícil no tirarse a dormir después de comer, y tirarse a leer es lo más cercano). ¡También miro tele a la tarde, cosa que pone muy celoso a mi novio cada vez que sale temprano del trabajo y me encuentra, pero es que es el momento en donde menos obligaciones estructuradas tengo! Y además aprovecho para mirar series que él no mira (a él no le gustan mucho las series, la verdad). Ahora estoy con Bojack Horseman, ¿la viste? Te doy el preaviso así la comentamos en un par de semanas.

Yo hago eso de saturarse de un autor, pero efectivamente, como soy de los extremos en esas cosas me suele pasar así: leo un libro de un autor que me gusta, leo otro, leo un tercero, y luego proclamo (para mí misma) que eso que estoy leyendo tiene infinitas carencias y que ya recontra fue y paso a otra cosa completamente diferente. De hecho, ya que mencionás a Carver, un poco creo que estoy leyendo teatro (y particularmente a Loza, que trabaja mucho con el melodrama) porque estuve leyendo mucho cuento norteamericano, Alice Munro especialmente. Aunque Alice tiene una cosa más puerca e intensa que le sale cada tanto (por algo Almodóvar quiso, en Julieta, hacer una película con textos suyos) hay algo de esa sutileza, de la cosa chiquita, “la palabra precisa y la sonrisa perfecta”, que cada tanto me cansa un poco estéticamente. Otros podrán contrarrestarlo con literatura de género, o más bien con otros géneros que el que yo elijo, policiales, terror. Pero a mí lo que más me interesa en el mundo son las personas y las emociones y por eso cuando voy de ahí también me voy al género, pero al mío, que es el melodrama. De chica creía que había algo más inteligente en las emociones disimuladas; hoy pienso que hay que saber leer las dos cosas, que hay sutileza y extrañeza tanto en lo chiquito como en el desborde, que hay momentos para todo, también en la literatura. Por último: el otro día Entropia puso en twitter la convocatoria a este taller intensivo gratuito que va a dar Loza https://www.cultura.gob.ar/laboratorio-editorial-en-el-teatro-nacional-cervantes_4649/ son esos que como son gratis te tienen que “elegir” para la vacante, así que por favor consideren todxs el altruísmo que estoy ejerciendo al recomendarles que, como yo, se anoten.

LUCHI: Un acto de altruísmo inmenso, realmente. Es como retwittear una búsqueda de trabajo a la que una también se está postulando.

Quiero ver Bojack Horseman, está próxima en mi lista y me gusta que lo hablemos en un par de semanas (ya que estamos: anunciamos por la presente convocatoria abierta a invitada/o para que se sume a hablar de la serie). No estoy viendo tantas series porque estoy en un momento de mucha lectura. Siento que hoy es así: (por suerte) son tantas y tan accesibles las opciones de consumo cultural que uno tiene que elegir y que no le de culpa esa elección (eso responde también a la pregunta sobre si leo teatro: no es que no quiera o no me interese, es que todavía no me senté a hacerlo, no elegí resignar otras cosas para hacerlo). Cuando tengo momentos de ver más series leo menos y es así, sin culpa. También a veces siento que tengo que tirarme a ver lo más estúpido que encuentre en televisión porque vivir también es eso (y estoy segura de que le hace algo bueno al cerebro tenerlo en blanco por un rato). Algún día deberíamos hablar de eso también, de los consumos de los que uno no habla tanto, de los scroll down al infinito en las redes sociales de gente casi desconocida en las que uno se embarca, del lado B de los domingos en pijama, la parte que uno no sube a Instagram.

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