4 cafés al día
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El primero siempre sabe a tierra mojada, a sueños interrumpidos, a planes y cajas sin abrir en el fondo de algún armario. Sabe a una canción country de Taylor Swift. Sabe a cuando teníamos15 años y andábamos con las manos dentro de los bolsillos.
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El Segundo sabe a motor al relentí con un acelerón inesperado. Sabe a goma quemada. A rotonda mal cogida y a GPS anunciando que has llegado al destino. Sabe a silencio dentro del ruido. A punto muerto.
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El tercero sabe como el zorro del Principito esperando a que lleguen las cuatro. Sabe a reiteración y repetición. A reunión en Teams, Slack o Meet. A rima asonante. Alguna vez sabe a lluvia, a musgo en verano y a semáforo en ámbar, pero sólo los fines de semana.
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El cuarto llega sólo de vez en cuando y nunca sabe igual. A veces sabe a trueno precediendo una tormenta. O sabe al inicio de una canción marcada como favorita en Spotify. En ocasiones sabe a verbena de pueblo y en otras a resaca de las malas. Alguna vez ha tenido el sabor de un encuentro esperado y en otras el sabor de esa ocasión en la perdimos el autobús. A veces sabe a estación de tren en Pitis o Chamartín. Y aunque siempre cambie de sabor, mi preferido siempre es cuando sabe a miradas cómplices y camas deshechas.