Oda a Ayn Rand

Una llama ardiente, de fuego indomable, que lucha por la libertad y la razón, sus ideas claras, su mente implacable, no acepta dogmas, ni tradición.

Su pluma es su espada, su voz es fuerte, defiende al individuo con pasión, no se deja doblegar por la suerte, y busca siempre la perfección. Sus personajes, llenos de vida, rebelan contra el yugo del colectivo, luchan por su propio bien, sin medida, en un mundo hostil y competitivo.

Critica la moralidad altruista, y el sacrificio por la comunidad, su egoísmo es visto como egoísta, pero su lucha es por la libertad. Un ícono de la defensa individual, un faro de luz en la oscuridad, su legado siempre será vital, en la búsqueda de la felicidad. Una voz solitaria en la multitud, que busca la verdad sin cesar, una llama ardiente de rectitud, que nunca se cansa de luchar.

Ayn Rand, una llamarada de fuego, que arde con la pasión de la razón, un faro que alumbra el sendero, que guía hacia la liberación.

Su espíritu es indomable, su mente, un universo sin límites, la fuerza que la hace imparable, es su lucha por lo que cree justo. Desafía al mundo con su existir, su lucha es la de la propia defensa, del yo frente al colectivo, resistir. En su prosa, una voz rebelde, que clama por la libertad individual, en un mundo que prefiere a los débiles, la lucha contra la opresión es vital. Y en su legado, queda el anhelo, de una humanidad libre y sin temor, un mundo donde el egoísmo sea bello, y el altruismo no sea una obligación.

Ayn Rand, una llama encendida, en el centro del debate intelectual, su luz brillará por la eternidad, como una voz en la oscuridad. Un faro que ilumina el sendero, hacia la vida, la razón y la felicidad, una defensora de lo verdadero, de la libertad y la individualidad.