No quiero escribir hoy
Ya van 18 días seguidos con publicaciones en el blog.
Algunos días son muy buenos. Tengo ánimo, ideas frescas, y las palabras fluyen sin mucho esfuerzo. Puedo programar hasta tres artículos y me quedo con ganas de que sean más.
Otros días son terribles. Ni siquiera me acuerdo de que se supone que tengo que estar escribiendo algo. Mi agenda de trabajo termina en la basura, y termino haciendo un montón de cosas sin haber hecho nada importante.
Y, finalmente, algunos días son mediocres. Como este. He terminado las cosas importantes excepto una: escribir. Porque no quiero.
Y aquí podría justificarme:
“Ana, no tienes que escribir todos los días. No pasa nada si te tomas un descanso. Aún más, no deberías publicar todos los días. ¿Quieres llenar tu blog de ideas medio cocinadas y artículos mediocres? Relájate y vuelve mañana”.
También podría condenarme:
“Te comprometiste a publicar todos los días durante 30 días. Estabas muy consciente de que no serían obras maestras; el punto es ejercitar la pluma. Tienes tiempo, ¡lo marcaste en tu calendario! ¿Vas a desperdiciarlo? Qué vergüenza… ¿te atreves a decir que eres una persona productiva?”.
Sí, podría justificarme o podría condenarme. He decidido no hacer lo uno ni lo otro.
Sé bien que no tengo que publicar todos los días. De hecho, no quiero mantener este ritmo más allá de los 30 días de mi reto personal. También sé que hice un compromiso y hago bien en mantenerlo. El plan es continuar.
Aunque no quiero escribir hoy, sé que puedo hacerlo. Y cuando empiezo a hacerlo, me siento mucho mejor.
No tengo que terminar algo en este mismo instante; no tiene que ser perfecto. ¡Quién lo diría! Ya casi cumplí con mi cuota diaria de palabras escribiendo sobre cómo no quiero escribir.
La motivación es impredecible. Cuando está aquí es maravilloso, pero la buena noticia es que no tengo que esperar a que llegue para ponerle pies a mis objetivos.
¿No quieres hacer algo que se supone deberías hacer? Está bien. Hazlo de todas maneras. Descubrirás que no es tan malo como parece en tu cabeza.
