Cindy Aceituno : “Vivimos un tiempo que duele, pero pase lo que pase, seguir defendiendo la alegría es nuestro acto de rebeldía, revolucionario, creativo.”//“Nous vivons une époque qui fait mal, mais, quoi qu’il arrive, continuer à défendre la joie est notre acte de rébellion, révolutionnaire et créatif.”

Hacer con la incertitumbre en el Antropoceno/Faire avec l’incertitude dans l’Anthropocène. Une série de Julie Le Gall. Épisode 2

École Urbaine de Lyon
Anthropocene 2050
20 min readMar 4, 2020

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En esta serie, Julie Le Gall, profesora e investigadora de la École normale supérieure de Lyon, actualmente en sabático en el Centro de estudios mejicanos y centramericanos (México), propone abordar la incertidumbre en y del Antropoceno a partir de encuentros y estudios de casos desarrollados en sus investigaciones en América latina. En este secundo episodio, propone una entrevista con Cindy Aceituno, artista chilena, en la versión original en español y luego en una traducción al francés.

Dans cette série, Julie Le Gall, enseignante-chercheuse à l’ENS de Lyon et actuellement chercheure en délégation au CNRS (CEMCA, Mexico) propose d’aborder l’incertitude dans et de l’Anthropocène à partir de rencontres et de cas d’études issus de ses travaux de recherche en Amérique latine. Dans ce deuxième épisode, elle propose un entretien avec Cindy Aceituno, artiste chilienne, en version originale espagnole puis dans une traduction française de travail. (La traduction française se trouve après la version originale en espagnol)

© Camila Pazmiño y Valentín Beitya — 2019

Cindy Aceituno propuso un taller con la temática “Tiempos del Antropoceno, tiempos inciertos” durante la Primera Escuela latinoamericana sobre el Antropoceno urbano que la École urbaine de Lyon organizó junto a la Universidad Nacional de San Martín y el Institut français d’Argentine en Buenos Aires en julio de 2019. En noviembre de 2019, en el marco del Primer ciclo cultural y artístico sobre el Antropoceno urbano, junto a otros artistas (el músico Pepe Güisa Güisa, las realizadoras Camila y Julieta Pazmiño, el acróbata Brayan Farias) y algunos participantes de la Primera Escuela, prolongó esta primera colaboración con la École urbaine, dirigiendo un seminario sobre “Hacer en la incertidumbre”, que llevó a la creación de una muestra colectiva en resistencia. La muestra, mezcla entre música, textos, danza, acrobacias, hizo subir al público al escenario y fue un espacio para denunciar las violencias que ocurían en Chile. Desde entonces, Cindy Aceituno decidió regresar a Chile para resistir desde la creación en su propio país. Entrevista realizada por Julie Le Gall, el 15 de enero de 2020. Las palabras son responsabilidad exclusiva de la autora.

Cindy, en el marco del primer ciclo artístico y cultural sobre el Antropoceno urbano propusiste una obra teatral “Hacer en la incertidumbre”. Digo “obra teatral” pero vos la llamaste “proceso de exploración corpo-afecto-política-teórica”. Contanos la genesis y el proceso de creación de la muestra colectiva, cuéntanos lo que quisiste mostrar en la obra.

Hace unos años sostengo una búsqueda creativa que pude profundizar potentemente en los proyectos sobre el Antropoceno urbano el año recién pasado. Una indagacion donde “obra” y “proceso” no son habitadas como dos dimensiones distintas de la creación. Proceso es obra y obra es proceso a su vez. Digo esto porque hace que no pueda responder sobre lo que “quise mostrar” para el día en que compartimos con el público, ya que trato de alejarme de esa nocion de obra que se “muestra”. El foco está puesto en que quienes asisten tengan una experiencia y sean parte de este proceso de exploración corpo-afecto-político-teórico.

Un proceso que en este caso se desplegó en tres encuentros, a modo de seminario con un grupo de artistas que convoqué a crear (y que desde sus haceres particulares iban explorando y componiendo) en colectivo con un grupo de participantes que fue convocadx por un llamado abierto y que no tenían que tener necesariamente experiencia en artes escénicas.

La búsqueda principal en este caso fue que todxs — público, artistas, participantes- navegaramos en los fondos de las exploraciones que llamo “corpo-afecto-politico-teoricas” para devenir una forma de hacer que busca volver difusas las fronteras establecidas entre las disciplinas que organizan y jerarquizan las formas de incorporación de conocimiento. Así la transmisión oral del conocimiento-poesía, en los toques, en los cuerpos moviéndose, en la piel que interactúa con otras pieles, en las imágenes proyectadas, en la música sonando en vivo, en el público que no entró a sentarse sino que a mover, gritar, reir, saltar, escuchar, etc. para después ir a sus butacas, se despliega toda una danza de hiper sensorialidades que devienen este proceso-obra, que es siempre una experiencia que tiene como potencia el hacer desde las singularidades, y a su vez el ser un cuerpo colectivo.

Sos chilena, cuando empezaste a construir la obra, en octubre, explotó la crisis de Chile que hasta ahora no se calmó. Lo hablaste cuando abriste la obra, en la obra hay imágenes de la crisis, al final estuvo presente un representante de Chile … ¿Cómo los eventos de tu país surgieron en la muestra que creaste?

Para esta pregunta me tomaría la entrevista entera. Es que era lo mas urgente, no había nada por lo que hacer, decir, crear, hablar, que no fuera lo que estaba ocurriendo en Chile. Tres de lxs artistas que conformamos este proyecto somos chilenxs, llevamos entre 10 y 6 años en promedio viviendo en Buenos Aires, y lxs tres salimos inicialmente de Chile porque no podíamos pagar la educacion allá; es hermoso estudiar afuera, cuando puedes elegir volver, ese no es nuestro caso ni el de muchxs que se van por la misma razón. Somos exiliadxs por la educación de mercado. Entonces estalla esta hermosa rebelión, que fue la unión de muchas mechas que venían prendidas hace años, y que al fin hicieron el gran fogón, la luz del despertar de un país donde el neoliberalismo, herencia de la penúltima dictadura militar de Pinochet, sostenido y profundizado por todos los gobiernos democráticos que le siguieron, al fín, colapse. Y fue duro ver como el recuerdo, como los testimonios, como la huella de las heridas que aún lamíamos, recobró vida groseramente en la dictadura actual de Sebastián Piñera y todo su gobierno. Pero es hermosa al mismo tiempo esta revolución incendiando treinta años de disciplinamiento, mecanismos de control, y tecnologías represoras del fetiche democrático.

En fin, en mi país, desde el 18 de octubre de 2019 la gente sale masivamente a exigir dignidad. Estamos pidiendo cambios estructurales, una nueva constitución y la respuesta del gobierno ha sido mutilación de ojos, torturas, uso de carros lanza agua con químicos que queman los cuerpos de la gente, uso de gases tóxicos, leyes para ampliar sus derechos de persecución. Han violado mujeres, encarcelado niñxs, torturado, asesinado y así la lista es larga y horrosa. La situación es grave, y urgente, bella a la vez porque la gente en Chile no bajó la lucha, y aún con todo lo hacemos de colores. Esto seguirá, no solo por una nueva constitución, será hasta que Sebastián Piñera renuncie y todos los responsables políticos de esta masacre paguen.

Y para mí, todo tiene que ver con todo, y si de Antropoceno urbano estábamos hablando, esto es la huella, la huella nefasta de nuestra cultura, el problema no es “La” huella, el problema es “Nuestra” huella de lo humano muy humano.

© Camila Pazmiño y Valentín Beitya — 2019

Participaste en la Primera Escuela latinoamericana sobre el Antropoceno urbano, con un taller sobre la incertidumbre. Creo que empezaste a trabajar la noción del Antropoceno con esa primera escuela latinoamericana. Qué aportó la noción a tu trabajo artístico? ¿Cómo vinculás el Antropoceno con la incertidumbre? Como el trabajo — el acercamiento a la incertidumbre nos permite transitar — vivir — habitar el Antropoceno?

Cuando fuí convocada a participar de la Primera Escuela latinoamericana sobre el Antropoceno Urbano en junio del 2019, no conocía aún la noción de Antropoceno. Me puse a investigar para ver cómo y desde donde me iba a vincular con la temática, y fue maravilloso porque ya hace unos años vengo leyendo, estudiando, y sentipensando lo que despliega mi bruja-teórica de cabecera: la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui [1]. De ella tomé el aforismo aymara “Pachakutik”: la transformación del todo donde catástrofe y renovacion no pueden ser pensados como separados el uno del otro, o lo primero desencadenando a lo segundo o a su inversa. Me gusta ver al Pachakutik como un puro movimiento. Poner esto en relación con una nueva era geológica que estaría determinada por la huella de les seres humanos en el planeta, marcada por la época industrial y la urbanización, me llenó de preguntas como mujer periférica, latinoamericana del sur, feminista, artista, estudiante de antropología, en fin… El vincularme con la temática me dio por primera vez la posibilidad de crear y ponerme en contacto directo con una noción gestada en el mundo académico de países “centrales”, o más que con la temática, con lxs miembros de la academia y del mundo científico que lo estaban pensando, discutiendo, e instalando. Lo primero fue llenarme de preguntas habitando una certeza, esa era geológica en Abya Yala — nombre del continente americano previo a la colonizacion en lengua kuna- comenzó hace 524 años, con el epistemicidio y ecocidio cometido en la invasión y colonización.

¿Cuál era el contacto sensible, crítico y fértil que me interesaba habitar en este encuentro con científicas y científicos de distintos lugares del mundo? ¿Con representantes del territorio, compañerxs de facultad, y todo el diverso grupo que estaba participando de la escuela? ¿Cómo desplegar una mirada geopolítica en colectivo desde las singularidades de quienes participamos en este encuentro? Fue una experiencia que abrió muchas preguntas.

La incertidumbre atravesaba todas las dimensiones del hacer, y esa fue y es su potencia. La incertidumbre que tanta angustia nos provoca, es también el presente que nos permite hacer un viraje para cuestionar las dicotomías bases de la cosmovisión occidental, capitalista, hiperproductiva que no sólo diferenció sino que jerarquiza cultura y naturaleza, lo humano y lo no humano, el cuerpo y la mente. Este presente puede habilitar otras formas de vivir, otras formas de hacer, otras formas de construirnos con el todo. Pensar en este presente, me hace admirar la persistencia de la vida. No me estoy refiriendo a la vida humana, sino a ese acto rebelde y de porfía que se irgue de una planta que se hace espacio en la rajadura del cemento. Para mi es la huella más hermosa de la revuelta misteriosa que nace de esto y que no es humano. “Hacer en la incertidumbre” fue eso, un disparador bello desde donde profundizar este fondo en el navego, cuestionando sensible y críticamente el error civilizatorio. Me confirma que mientras sigamos hablando de que vamos a “salvar” el planeta, seguimos en la prepotencia antropocéntrica que solo irá en la dirección nefasta que hemos venido estando.

[1] Silvia Rivera Cusicanqui (La Paz, 1949) es una socióloga, activista, teórica e historiadora boliviana y una de las referentes en el pensamiento subalterno en Bolivia. En su último libro Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis (Tinta Limón, 2018), nos habla de lo ch’ixi como práctica descolonizadora, una versión de la noción de lo abigarrado que ya conceptualizó el sociólogo René Zavaleta Mercado. Invita a reflexionar desde una mirada ch’ixi las realidades y coyunturas latinoamericanas. Plantea que lo ch’ixi “literalmente se refiere al gris jaspeado, formado a partir de infinidad de puntos negros y blancos que se unifican para la percepción, pero permanecen puros, separados”, y le sirve para “admitir la permanente lucha en nuestra subjetividad entre lo indio y lo europeo”. (ver: https://www.elsaltodiario.com/feminismo-poscolonial/silvia-rivera-cusicanqui-producir-pensamiento-cotidiano-pensamiento-indigena).

¿Qué rol juega el arte para abordar la complejidad del Antropoceno, en particular urbano?

El arte, el crear sobre el Antropoceno, o sobre lo que sea en este presente, me interesa porque es el espacio donde puedo hacer la utopía realizable, habitar la contradicción, hacer ritual donde soy y somos polifonías corporales, es la forma que tengo de hacer vivible la existencia; gozosa aún con todo.

La academia y estudiar antropología no me dieron ese lugar por sí solo, tampoco me lo dio únicamente el espacio teatral en su forma más tradicional, ni mis prácticas de yoga, ni la escritura de poesía, ni ninguno de esos haceres por sí solos, y hubo muchos momentos en los que esto representaba un agobio por no poder definirme. Bailar me llevaba a lugares especiales, así también la performance y activismo en las calles, los oficios, la historia contada por las personas comunes y corrientes, la lucha de las mujeres y disidencias, el sonido de los ríos que corren con fuerza mágica y el sonido de esos mismos ríos que cambiaba a medida que se iban secando por el agua robada por las hidroeléctricas, en la resistencia del pueblo Mapuche, en todo eso que no es historia oficial, ni conocimiento oficial, ni arte oficial.

Pero a su vez también encontré ese lugar en la academia, leyendo a Foucault, a Simone de Beauvoir, Deleuze, y una lista larga de intelectuales de países “centrales”, y es que eso es, y ahí nuevamente nombro a Silvia Rivera Cusicanqui que le da respuestas a mi hacer (y al de muchxs) con lo que despliega en la noción de lo Ch´ixi: “…un campo de fuerzas que entretejen la oposición en forma dinámica, creativa, pero además capaz de convivencia y de aceptación mutua”: no es un hibridaje, es un entretejido que hace un color de colores. Ese es nuestro presente, no es la negación, si no la aceptación de eso que somos y estamos siendo. Ahí Pachakutik y Antropoceno son dos nociones que se entretejen, que no se niegan si abren oídos, y se nutren, para volverse una fuerza en potencia radical.

Tanto el taller que dí como su continuación que me permitió profundizar este hacer, con la “obra” que creamos de forma colectiva y que tuvo su muestra en noviembre del año recién pasado, me dio la oportunidad de hacer vivible estas reflexiones. Que la propuesta corpo-afecto-político-teórica navegara en los fondos de lo colectivo, de lo permeable, de lo sensible en los libros y la carne, de la memoria y el pasado como algo urgente de mirar de frente porque es de lo único de lo que tenemos certeza. Bailar, encontrarnos, hacer de nuestras pieles el entre de contacto. Vivimos un tiempo que duele, pero pase lo que pase, seguir defendiendo la alegría es nuestro acto de rebeldía, revolucionario, creativo. Hablo desde latinoamérica, y soy de les que bailamos a Pina Bausch, con el kultrun (instrumento mapuche) sonando de fondo, el sintetizador electrónico y el canto agudo de las mujeres de mi pueblo.

Ver el teaser de la muestra colectiva en resistencia “Hacer en la incertidumbre”. 27 novembre 2019. Espacio cultural urbano, Acevedo 460, Ciudad autónoma de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentine.

Biografia de Cindy Aceituno :

Cindy Aceituno (Santiago de Chile, 1988) es actriz, directora de teatro, y estudiante de antropología en la Universidad Nacional de San Martín Buenos Aires, Argentina. Su formación como artista escénica comenzó en Chile en la Universidad Arcis y la Escuela Teatro Imagen, continuando en Buenos Aires en diversos espacios independientes de investigación que la sumergieron en la danza, la performance y el activismo. Los últimos años ha sido parte de diversos proyectos como actriz y ha dirigido proyectos escénicos que han puesto el foco en la investigación y el cruce interdisciplinario entre arte y pensamiento contemporáneo. Abordó la temática del Antropoceno con el proyecto de “ Exploraciones corpo-afecto-político-teóricas”.

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VERSION FRANÇAISE

En juillet 2019, Cindy Aceituno a proposé un atelier sur le thème “Temps de l’Anthropocène, temps incertains” lors de la première école latino-américaine sur l’Anthropocène urbain, que l’École urbaine de Lyon a organisée avec l’Université nationale de San Martín et l’Institut français d’Argentine à Buenos Aires. La collaboration avec l’École urbaine de Lyon s’est prolongée en novembre 2019, dans le cadre du Premier cycle culturel et artistique sur l’Anthropocène urbain : aux côtés d’autres artistes (le musicien Pepe Guïsa, les cinéastes Camila et Julieta Pazmiño, l’acrobate Brayan Farias) et de quelques participants de la Première École, Cindy Aceituno a dirigé trois ateliers sur la thématique “Faire dans l’incertitude”. Ils ont débouché sur une représentation à l’Espace culturel Acevedo, mélange de musique, de textes, de danse et d’acrobaties, qui a amené le public sur scène et a constitué un lieu de dénonciation des violences actuelles au Chili. Depuis, Cindy Aceituno a décidé de rentrer vivre au Chili, pour résister depuis la création dans son propre pays. Entretien réalisé par Julie Le Gall, le 15 janvier 2020. Les propos n’engagent que leur auteure.

Cindy, dans le cadre du premier cycle artistique et culturel sur l’Anthropocène urbain, vous avez proposé une pièce de théâtre “Hacer en la incertidumbre” [“Faire dans l’incertitude”]. Je dis “une pièce de théâtre”, mais vous avez parlé d’un “processus d’exploration corpo-affecto-politico-théorique”. Parlez-nous de la genèse et de la création de ce “processus”, racontez nous ce que vous avez voulu montrer avec cette représentation.

Cela fait plusieurs années que je mène une recherche créative dont j’ai pu explorer le potentiel grâce aux projets sur l’Anthropocène urbain de 2019. Une recherche où les mots “oeuvre” et “processus” ne sont pas considérés comme deux dimensions différentes de la création. Le processus est l’oeuvre et l’oeuvre, la pièce de théâtre, est un processus. Ce préalable me rend incapable de donner une réponse à ce que j’ai “voulu montrer” au cours de la soirée que nous avons partagée avec le public. J’essaie justement de m’éloigner de cette notion d’oeuvre, de pièce, qui devrait “se montrer”. Je m’attache à ce que les personnes présentes vivent une expérience et soient parties prenantes de ce processus d’exploration corpo-affecto-politico-théorique.

Dans le cas présent, le processus a pris la forme de trois rencontres, comme un séminaire, entre des artistes, que j’ai convoqués et qui allaient explorer et composer sur la base de leur savoir-faire, et des participants, qui ont répondu à un appel ouvert et qui n’avaient pas besoin d’avoir une expérience préalable dans les arts du spectacle.

La proposition était la suivante: que chacun d’entre nous –public, artiste, participant — navigue profondément dans l’exploration “corpo-affecto-politico-théorique”, pour devenir lui-même une manière de faire qui cherche à rendre floues les frontières établies entre les disciplines, celles qui organisent et hiérarchisent les formes d’incorporation des connaissances. C’est ce qui s’est ainsi observé avec la transmission orale de la connaissance-poésie, le toucher, les corps en mouvement, la peau en interaction avec d’autres peaux, les images projetées, la musique jouée en direct, le public qui n’est pas entré dans la salle pour s’asseoir mais pour bouger, crier, rire, sauter, écouter, etc. avant de rejoindre les chaises. Se déploie finalement une danse d’hyper-sensorialités, qui deviennent cet oeuvre-processus, une expérience dont le potentiel tient autant au “faire à partir des singularités” qu’au fait “d’être un corps collectif”.

© Camila Pazmiño y Valentín Beitya — 2019

Vous êtes chilienne et la crise au Chili a explosé au moment où vous avez commencé à créer la représentation. Elle ne s’est toujours pas calmée. Vous en avez parlé à l’ouverture de la représentation, vous projetez des images de la crise lors de la représentation et à la fin vous avez donné la parole à un militant chilien. Comment les événements de votre pays sont-ils apparus dans le spectacle que vous avez créé ?

J’aurais besoin de l’entretien entier pour répondre à cette question. La crise chilienne était ce qu’il y avait de plus urgent ; il n’y avait rien d’autre sur quoi faire, dire, créer. Trois des artistes qui composent ce projet sont chiliens, nous vivons à Buenos Aires depuis six à dix ans en moyenne, et tous trois nous avons quitté le Chili parce que nous ne pouvions pas y payer nos études ; c’est beau d’étudier à l’étranger, quand on peut choisir de revenir, mais ce n’est pas notre cas ni celui de nombreuses autres personnes parties pour la même raison. Nous sommes des exilés de la marchandisation du système éducatif. Et donc, explose en octobre cette superbe rébellion, union de nombreuses étincelles allumées depuis des années qui finalement produit ce grand feu, la lumière signalant le réveil d’un pays où le néolibéralisme, hérité de l’avant-dernière dictature militaire de Pinochet, et soutenu et encouragé par tous les gouvernements démocratiques qui l’ont suivi, s’effondre. Et il nous était difficile de voir comment la mémoire, les témoignages, la trace des blessures que nous étions encore en train de lécher, reprenaient vie grossièrement sous l’actuelle dictature de Sebastián Piñera et de son gouvernement. Mais en même temps, cette belle révolution met le feu à trente ans de mise au pas, de mécanismes de contrôle et de technologies répressives envers le culte démocratique.

Dans mon pays, depuis le 18 octobre 2019, les gens sortent en masse pour réclamer leur dignité. Nous demandons des changements structurels, une nouvelle constitution, et la réponse du gouvernement a été la mutilation des yeux, la torture, l’utilisation de camions citernes qui lancent des produits chimiques brûlant le corps des gens, l’utilisation de gaz toxiques, la proclamation de lois qui étendent les droits de persécution. Des femmes ont été violées, des enfants emprisonnés, torturés, tués. La liste des exactions est longue et horrifiante. La situation est grave, et urgente, belle en même temps parce que la population du Chili n’a pas baissé l’intensité de la lutte, et malgré toutes les horreurs, elle est haute en couleurs. Et la lutte va continuer, non seulement pour réclamer une nouvelle constitution, mais aussi la démission Sebastian Piñera et jusqu’à ce que tous les responsables politiques de ce massacre paient.

Et pour moi, tout a à voir avec tout, et alors que nous étions en train de parler d’Anthropocène urbain, c’est bien cela l’empreinte, l’empreinte néfaste de notre culture, le problème, ce n’est pas l’empreinte, le problème c’est notre empreinte, l’empreinte de l’humain très humain.

© Camila Pazmiño y Valentín Beitya — 2019

Vous avez participé à la Première École latino-américaine sur l’Anthropocène urbain, avec un atelier sur l’incertitude. Je crois que vous avez commencé à travailler sur la notion d’Anthropocène avec cette formation intensive. Quelle a été sa contribution à votre travail artistique ? Comment approcher l’incertitude nous permet de transiter — de vivre — d’habiter l’Anthropocène ?

Lorsque j’ai été invitée à participer à la Première École latino-américaine sur l’Anthropocène urbain en juin 2019, je ne connaissais pas encore la notion d’Anthropocène. J’ai commencé à chercher comment j’allais pouvoir relier mon travail à la thématique et ça a été merveilleux, parce que depuis quelques années, je lis, j’étudie, je ressens et pense ce que développe la magicienne qui est à mon chevet : la sociologue bolivienne Silvia Rivera Cusicanqui [1]. J’ai emprunté à sa pensée l’aphorisme aymara “Pachakutik” : la transformation du tout où la catastrophe et le renouveau ne peuvent être pensés séparément l’un de l’autre, le premier déclenchant le second ou vice versa. J’aime voir le Pachakutik comme un mouvement pur. Mettre cela en relation avec une nouvelle ère géologique qui serait déterminée par l’empreinte des êtres humains sur la planète, marquée par l’ère industrielle et l’urbanisation, m’a remplie de questions en tant que femme périphérique, du sud latino-américain, féministe, artiste, étudiante en anthropologie,… Approcher l’Anthropocène m’a pour la première fois offert la possibilité de créer et d’entrer en contact direct avec une notion née dans le monde académique des pays “centraux” ou, plus intéressant encore, avec les membres de l’académie et du monde scientifique qui y réfléchissent, qui en discutent, qui contribuent à son installation. En premier lieu, l’expérience m’a remplie de questions au milieu d’une certitude : cette ère géologique en Abya Yala — le nom en langue kuna du continent américain avant la colonisation — a commencé il y a 524 ans, avec l’épistémicide et l’écocide commis lors de l’invasion et la colonisation européenne.

Quel était le contact sensible, critique et fécond que je voulais vivre lors de cette rencontre avec des scientifiques de différentes parties du monde, avec les représentants du territoire, les collègues de l’université, et tout le groupe qui participait à l’École Anthropocène ? Comment déployer une vision géopolitique collective à partir des singularités de ceux qui participaient à cette rencontre ? L’expérience a soulevé de nombreuses questions.

L’incertitude traversait toutes les dimensions de l’expérience, ça a été et c’est encore ce qui en a fait son potentiel. L’incertitude, qui provoque tant d’angoisse en nous, c’est aussi le présent. Le présent constitue un tournant pour remettre en question les dichotomies à la base de la cosmovision occidentale, capitaliste, hyperproductive, qui non seulement différencie mais hiérarchise aussi la culture et la nature, l’humain et le non-humain, le corps et l’esprit. Le présent peut autoriser d’autres façons de vivre, d’autres façons de faire, d’autres façons de nous construire avec le tout. Penser dans ce présent me fait admirer la persistance de la vie. Je ne fais pas référence à la vie humaine, mais à cet acte d’entêtement rebelle qu’exprime une plante qui se fait de la place dans la fissure du ciment. Pour moi, c’est l’empreinte la plus belle de la mystérieuse révolte qui naît de cela et qui n’est pas humaine. “Faire dans l’incertitude” a été un beau déclencheur pour fouiller le fond de la cale, interroger de manière sensible et critique l’erreur civilisatrice. Tant que nous continuerons de dire que nous allons “sauver” la planète, nous persisterons dans une arrogance anthropocentrique qui ne nous mènera que vers la direction néfaste de laquelle nous venons.

[1] Silvia Rivera Cusicanqui (La Paz, 1949) est une sociologue, militante, théoricienne et historienne bolivienne et l’une des références du mouvement subalterne en Bolivie. Dans son dernier livre Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis (Tinta Limón, 2018) [Un monde ch’ixi est possible. Essai depuis un présent en crise], elle évoque le ch’ixi comme pratique décoloniale, une version de la notion de “bigarré”, “panaché” [abigarrado] conceptualisée par le sociologue René Zavaleta Mercado. Elle invite à penser les réalités et conjonctures latino-américaines depuis un regard ch’ixi. Au sens littéral, le ch’ixi “se réfère au gris marbré, formé à partir d’une infinité de points noirs et blancs qui, pour l’oeil, sont unis, mais restent purs, séparés”. Elle mobilise le ch’ixi pour “admettre la lutte permanente de notre subjectivité entre l’Indien et l’Européen”. (voir : https://www.elsaltodiario.com/feminismo-poscolonial/silvia-rivera-cusicanqui-producir-pensamiento-cotidiano-pensamiento-indigena).

¿Quel est le rôle de l’art pour aborder la complexité de l’Anthropocène, en particulier urbain?

L’art, la création au sujet de l’Anthropocène, ou quoi que ce soit dans ce présent, m’intéresse parce que c’est l’espace où je peux rendre l’utopie réalisable, habiter la contradiction, ritualiser la polyphonie corporelle que je suis et que nous sommes ; c’est ma façon de rendre l’existence vivable, joyeuse même, malgré tout.

Ni l’académie, ni les études d’anthropologie n’ont suffi à me donner cet espace ; l’espace théâtral dans sa forme la plus traditionnelle non plus, pas plus que ma pratique du yoga, l’écriture poétique, ni aucune de ces actions. Á de nombreux moments de ma vie, ne pas pouvoir me définir a représenté un fardeau. La danse m’a emmenée dans des endroits particuliers, tout comme les spectacles et l’activisme de rue, les savoir-faire populaires hérités de ma famille, l’histoire racontée par les gens ordinaires, la lutte des femmes et des dissidents, la résistance du peuple Mapuche, le bruit des rivières qui coulent avec une force magique et le bruit de ces mêmes rivières qui change en s’asséchant alors que les centrales hydroélectriques y puisent leur ressource en eau. Tout ce qui n’est pas de l’histoire officielle, de la connaissance officielle ou de l’art officiel m’a emmenée dans des endroits particuliers.

Néanmoins, j’ai aussi trouvé cet espace dans l’académie, en lisant Foucault, Simone de Beauvoir, Deleuze, et une longue liste d’intellectuels des pays “centraux”. Et là encore je nomme Silvia Rivera Cusicanqui qui répond à ce que je fais avec sa description de la notion de Ch’ixi comme “…un champ de forces qui s’opposent de manière dynamique, créative, capables de coexistence et d’acceptation mutuelle” : ce n’est pas un hybride, c’est un entrelacement qui fait de plusieurs couleurs une seule. C’est cela notre présent, ce n’est pas la négation, mais bien l’acceptation de ce que nous sommes et sommes en train d’être. A ce niveau, le Pachakutik et l’Anthropocène sont deux notions qui s’entremêlent, qui ne se nient pas si elles sont ouvertes l’une à l’autre, qui s’alimentent l’une et l’autre, pour devenir une force en puissance radicale.

L’atelier que j’ai proposé en juillet, puis sa continuation qui m’a permis d’approfondir ce travail, jusqu’à “l’oeuvre” que nous avons collectivement créée et dont la représentation a eu lieu en novembre, m’ont donné l’occasion de donner vie à ces réflexions. J’ai pu faire en sorte que la proposition corpo-affecto-politico-théorique navigue dans les profondeurs du collectif, du perméable, du sensible (à travers les livres, à travers la chair), de la mémoire et du passé. Le passé est quelque chose d’urgent à regarder en face, car c’est la seule chose dont nous sommes certains. Danser, se rencontrer, faire de nos peaux le premier contact. Nous vivons une époque qui fait mal, mais quoi qu’il arrive, continuer à défendre la joie est notre acte de rébellion, révolutionnaire, créatif. Je m’exprime depuis l’Amérique latine, et je suis de celles et ceux qui dansent à la Pina Bausch, avec le kultrun (instrument mapuche) en fond, le synthétiseur électronique et le chant aigu des femmes de mon village.

Traduction de l’espagnol (Argentine) : Julie Le Gall

Voir le teaser de la représentation collective en résistance “Hacer en la incertidumbre” [faire dans l’incertitude]. 27 novembre 2019. Espacio cultural urbano, Acevedo 460, Ciudad autónoma de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentine.

Biographie de Cindy Aceituno :

Cindy Aceituno (Santiago du Chili, 1988) est actrice, metteure en scène et étudiante en Anthropologie de l’Université nationale de San martín (Buenos Aires, Argentine). Elle commence sa formation comme artiste de scène au Chili, à l’Université Arcis et à l’École Teatro Image. Elle poursuit à Buenos Aires au sein de différents espaces indépendants de la recherche, qui l’immergent dans la danse, la performance et l’activisme. Ces dernières années, elle a participé à plusieurs projets en tant qu’actrice et a dirigé des projets scénographiques qui ont mis l’accent sur la recherche et le croisement interdisciplinaire entre art et pensée contemporaine. Elle a approché la thématique de l’Anthropocène dans son projet d’explorations corpo-affecto-politico-théoriques.

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École Urbaine de Lyon
Anthropocene 2050

L’École Urbaine de Lyon (EUL) est un programme scientifique « Institut Convergences » créé en juin 2017 dans le cadre du Plan d’Investissement d’Avenir.