Una teoría para la práctica

Daniella Raffo
aporta
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4 min readMar 4, 2019

Hace unos meses empezamos a colaborar con J-PAL (un laboratorio de acción contra la pobreza que usa evaluaciones de impacto como herramienta para desarrollar políticas públicas basadas en evidencia), con el objetivo de mejorar nuestros procesos de gestión de evidencia. En sencillo, queríamos poder contestar la pregunta: ¿cómo podríamos validar si nuestros proyectos nos están ayudando a obtener los resultados que esperamos? ¿cómo podríamos identificar qué debe mejorar en la implementación de los proyectos?

Del trabajo con JPAL aprendimos mucho sobre evaluaciones de impacto, monitoreo de proyectos y evaluación de procesos, pero uno de los conceptos que ha sido más transformador para mi es aprender a construir teorías de cambio para nuestros proyectos, y cómo incorporar esta herramienta en el proceso de innovación.

La teoría de cambio es una forma de establecer claramente la conexión entre la solución que estamos diseñado y el cambio social o ambiental queremos generar, es decir, el propósito del proyecto, a través del mapeo de una cadena de lógica causal. La teoría de cambio tiene 5 niveles:

· Problema o necesidad: ¿cuáles son las carencias o necesidades que se busca atender?

· Insumos o actividades: ¿cuáles son los recursos y acciones que se necesitan para implementar la solución o el programa diseñado?

· Productos: ¿cuáles son los bienes y servicios entregados a los beneficiarios? (como tip: los productos se diferencian de las actividades en tanto que las actividades se definen desde la perspectiva de lo que ofrece el programa o solución, y los productos se definen desde la perspectiva del beneficiario y lo que él recibe.)

· Resultados intermedios: ¿cuáles son los efectos de las actividades en el corto plazo: cambios en las actitudes, conocimientos, capacidades y/o comportamientos de la población objetivo? Claramente, estos resultados intermedios deben construir hacia el siguiente nivel, los resultados finales.

· Resultados finales: ¿cuáles son los cambios de largo plazo que se busca generar con el proyecto? Estos resultados deben estar necesariamente vinculados con el problema o necesidad, es decir, con el inicio de la teoría.

Si bien las herramientas de gestión de evidencia implican mucha más estructura y rigidez de lo que existiría en un proceso de innovación, la teoría de cambio es un buen complemento a ese proceso pues nos asegura que estamos diseñando en la dirección correcta, y nos ayuda a progresivamente darle más estructura a la solución. Normalmente, cuando iniciamos un proyecto de innovación, tenemos los extremos de la teoría de cambio muy claros (la problemática y los resultados finales que queremos impactar), pero no tenemos los insumos, actividades ni productos claros. Esos van definiéndose a medida avanza el proceso de innovación y se aterrizan los prototipos.

Por otro lado, cada componente de la teoría de cambio asume que se conoce el contexto y la problemática a profundidad, de modo que se puedan definir las relaciones causales en la cadena de la forma más acertada posible. En ese sentido, la teoría de cambio podría ir evolucionando conforme más vamos familiarizándonos con la problemática y las necesidades de los beneficiarios. Aun cuando tiene posibilidad de evolucionar conforme avanza el proceso de innovación, la teoría de cambio permite continuamente verificar que lo que estamos proponiendo y lo que esperamos tiene sentido.

En los últimos meses hemos tenido dos oportunidades de usar la teoría de cambio en la práctica. Un caso fue al terminar la etapa de aprendizaje de nuestro proyecto de desarrollo infantil temprano, Volar. Hicimos un análisis de toda la investigación realizada e identificamos 3 áreas de oportunidad en las que podríamos intervenir. Aunque no sabíamos exactamente en qué consistiría la solución, decidimos armar una primera versión de la teoría de cambio para cada área de oportunidad, lo cual nos ayudó a visualizar la causalidad entre cada oportunidad y los resultados que queríamos obtener, la cantidad de supuestos que se debían cumplir en el medio, y cuáles áreas de oportunidad tenía más sentido priorizar. Hacer el ejercicio de una teoría de cambio nos permitió hacer un “reality check” de que las áreas de oportunidad realmente contribuían a resolver las problemáticas identificadas.

De igual forma, en nuestro proyecto de Fibra Emprendedora, que ya está en una etapa de implementación, decidimos repensar el propósito del proyecto, evolucionándolo de crear un emprendimiento autosostenible a crear una plataforma de empoderamiento para mujeres andinas. El ejercicio de desarrollar la teoría de cambio del proyecto nos ayudó a definir, primeramente, qué significa y cómo vamos a medir empoderamiento, y luego definir qué actividades eran necesarias para impactar en esos indicadores. De esta manera, entramos a este año con una claridad mucho mayor de qué queremos lograr, qué recursos y actividades son importantes para lograrlo, y cómo sabremos si estamos en el camino correcto.

En ambos casos, rescato la claridad que nos ha dado la herramienta para orientar el diseño de cada solución, comunicar lo que queremos lograr y, finalmente, aterrizar nuestras intervenciones. Es importante recordar que es una herramienta viva, que acompaña el proceso de diseño y de implementación, que se puede ir construyendo de a pocos y puede ir evolucionando conforme vamos aprendiendo sobre el proyecto y la problemática que buscamos atacar.

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