Transparencia y participación ciudadana son condiciones para el desarrollo sustentable
El acceso a la información pública y la participación efectiva de los ciudadanos en los procesos de decisión y construcción de políticas públicas son, sin dudas, los primeros pasos para fortalecer el vínculo entre representantes y representados y avanzar en el sentido del desarrollo sustentable.
El término desarrollo sustentable entró definitivamente en la pauta de la opinión pública, se habla de cambio climático, protección y regeneración del medio ambiente, energías renovables, reciclaje, movilidad sustentable, entre otros. Sin dudas se trata de un concepto amplio, en construcción permanente, vivo y dinámico. Sin embargo, poco se consideran dos asuntos claves y estructurales del desarrollo sustentable, que son la transparencia “radical” y la participación ciudadana efectiva.
Transparencia radical es un término utilizado en la política, en el mundo empresarial y también de desarrollo de software para describir acciones y enfoques que aumentan radicalmente la apertura de los proceso de la organización y los datos. Un buen ejemplo de transparencia radical aplicada al poder público es la decisión del Reino Unido, por ejemplo, de poner a disposición grandes volúmenes de datos públicos en formatos abiertos a través de la plataforma CKAN en la web https://data.gov.uk/
Las manifestaciones en diferentes lugares del mundo en los últimos años muestran de manera clara el interés de los ciudadanos por aproximarse a la política y poder participar de manera efectiva en la construcción de soluciones y de las decisiones que son tomadas y afectan directamente (o inderectamente) el rumbo del desarrollo, su vida y su futuro.
Este nuevo tipo de comportamiento, estrechamente relacionado a una sociedad en red, más conectada, gracias a las tecnologías y herramientas del siglo XXI posibilitadas por internet, está mostrando el surgimiento de un nuevo ecosistema de participación e incidencia política. En todo el mundo, se están buscando alternativas a las tradicionales — y en gran parte desgastadas — herramientas de participación.
La promoción e implementación de estos procesos puede significar un avance importante en el perfeccionamiento de los mecanismos democráticos, de control social, consulta a la ciudadanía y construcción de un diálogo social más amplio, abierto y sólido. El principal resultado será la construcción de una nueva manera de dialogar y tomar decisiones como sociedad.
Este último, sin dudas, es el principal desafío del siglo XXI, para construir una sociedad más ética, justa y sustentable.