Futbol y música: posibles armas de cambio

Apuntes de Rabona
Apuntes de Rabona
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4 min readJul 15, 2016

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Por Pablo Cervera

El escritor Jorge F. Hernández en su novela La Emperatriz de Lavapiés sugiere que viajar es morirse un poco”. El personaje principal, Pedro Torres Hinojosa, realiza un viaje a España buscando un amor perdido; un encuentro anhelado que lo lleva a través de las calles de Madrid, entre aventuras, caminatas y nuevas amistades. Tomaré esta interesante sugerencia y la relacionaré con dos historias: la primera en Londres y la segunda en el mismo Madrid.

Los viajes son un mecanismo de conocimiento, incluso cuando uno no los decide del todo. Viajar implica aprender, recordar y comprender tanto nuestra vida como la de los demás, con cada viaje morimos un poco en el tiempo y en nuestro ser, son momentos únicos que transforman.

La primera historia comienza en Nigeria, uno de los famosos corazones de la música Africana. En 1938 nació Olufela Olusegun Oludotun Ransome-Kuti, mejor conocido como Fela Kuti. Un niño africano, hijo de un ministro religioso y una activista política. La familia de Fela gozaba de privilegios en un continente que desde la Conferencia de Berlín, en 1884, estaba dominado y oprimido por países europeos. Desde temprana edad aprendió piano con su padre, tocó los tambores y dirigió el coro de su escuela. El viaje de Fela comenzó a sus 20 años cuando su padre lo envió a Londres a estudiar medicina. Rápidamente se cansó de la anatomía humana y abandonó la carrera para asistir al Trinity College of Music, donde reforzó su talento innato y aprendió música clásica y jazz.

A partir de entonces y durante toda su vida, Fela Kuti desarrolló un estilo musical bastante peculiar conocido como el Afrobeat. Mezclando el inglés y el yoruba (lengua del oeste de África), los ritmos tribales aprendidos en Nigeria durante su infancia, con la ejecución instrumental del jazz que conoció en Inglaterra, logró realizar un excelente sincretismo cultural. Años después su música y figura se convirtieron en la bandera de protesta contra el poder, la avaricia y la corrupción, a tal grado de asociar el Afrobeat con el activismo social y político.

La segunda historia es más actual y sucede en Madrid. Hace dos años el Real Madrid contrató al jugador mexicano Javier Chicharito Hernández, ahora parte del Bayer Leverkusen alemán. Esta inesperada transacción provocó toda una polémica: está mal, tal vez no juegue, es la mejor contratación que pudo haber hecho el Real Madrid este año, etcétera. El viaje de Chicharito comenzó a los 22 años cuando, después de jugar el mundial de Sudáfrica 2010, partió de México para jugar en el Manchester United. Su primera etapa fue fabulosa, cada vez que el Manchester requería un gol decisivo acudían a Hernández; el mayor número de las ocasiones respondió. Pronto el equipo se reforzó y Javier pasó a un segundo plano, aún le daban minutos pero su tiempo en la banca crecía. No dudo que el futbol inglés haya elevado el nivel de juego de Hernández, tampoco dudo de su efectividad en el área o su buen compañerismo, sus orígenes y viajes le han ayudado a formarse como profesional. Así como muchos, “Chicharito” ha pasado de un club a otro, de país en país y por culturas diversas.

Las transacciones en el futbol son el pan de cada día. Todos los años los directivos se preocupan por traer jugadores que mejoren al equipo, y si es posible que llenen estadios y vendan playeras. Los viajes prolongados provocan cambios personales, a veces pueden transformar el origen.

Pero ¿realmente podemos esperar que los jugadores transformen el modo de juego de una selección, la forma de jugar en un país, o incluso más allá, podemos creer que su alcance como figuras públicas puede transformar las ideas de las personas? ¿Está en sus manos ese deber como famosos futbolistas? ¿Tienen ese alcance como jugadores o están restringidos por los aparatos institucionales del futbol?

La respuesta solamente está en los jugadores. El arma que encontró Fela Kuti fue la música, su aprendizaje en Inglaterra cambio su existencia y quiso cambiar su país. Transmitió mensajes en la música e incluso lucho contra la opresión en Nigeria. Imaginemos jugadores críticos que deseen transformar la liga de un país, desmantelar o reorganizar el negocio del futbol mundial o provocar reflexión en las personas, imaginemos jugadores que viajen por el mundo y encuentren en el futbol un arma de cambio como la música o la literatura.

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