La otra pelota

Apuntes de Rabona
Apuntes de Rabona
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4 min readJul 12, 2016

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Por Albino Tlaminca

Cuando leemos en la prensa noticias sobre: el artero asesinato del Votán Galeano y el violento hostigamiento a las comunidades zapatistas; o las 300 niñas secuestradas en Nigeria; o la visita de Obama al país que invadió y saquea el imperio; o las cabezas decapitadas que siguen rodando por nuestro país; o los huracanes e incendios que avivados por el cambio climático arrasan comunidades enteras… pasar a la sección de deportes y enterarnos sobre lo que a pasado con un balón y una portería resulta por lo menos surrealista. ¿Cómo equiparar la trascendencia de lo ocurrido en el Caracol de la Realidad en Chiapas con el triunfo de un equipo profesional de futbol? Los mexicanos nos enteramos que ganó el Real Madrid (por desgracia, que aquí somos republicanos), pero dudamos que los españoles sepan algo del Votán Galeano. ¿Qué representa el juego de futbol que lo hace igual o más importante que acontecimientos que involucran la vida de miles de seres humanos?

Hemos leído en el número anterior de esta pionera revista un interesante artículo que entretejía la “identidad” nacional a partir de Octavio Paz y su “laberinto”, y Cuauhtémoc Blanco y su “cuauhtemiña”. Personajes que sin duda son ampliamente conocidos (aunque sea por su nombre y no por su obra en el caso de Paz), en particular por las poblaciones urbanas de nuestro país. ¿Pero que tienen de común estas dos figuras? La primera jugó con las palabras y a partir de ellas reflexionó sobre nuestro pasado y hoy en día (para bien o para mal) es un referente de la literatura mexicana. El segundo, jugó con pasión y destreza con un esférico y no entiende de poesía, ni de muchas cosas.

¿Es acaso la destreza de ambos en sus respectivas “canchas” la que permitiría equiparar a uno y otro?

Eso podría ser sólo una primera impresión de “toque pronto”, pero no nos engañemos, si ambos son figuras celebres, no lo son por sus virtudes (que hay muchos virtuosos que el sistema y el mercado soslaya, pensemos en José Revueltas). Lo que encuentro en común es que ambos, a su manera y distancia, se pusieron a disposición del sistema, de esta poderosa maquinaria que manipula nuestras voluntades, que nos mantiene desinformados y que todo lo convierte en mercancías, consumidores y súbditos.

En los camiones públicos vemos el rostro de “nuestro gran” poeta, grande por sus letras pero más grande por su servicio ideológico a favor de este modelo neoliberal que desde hace más de tres décadas ha multiplicado la masa millonaria de pobres y la bolsa millonaria de ricos, que por vez primera figuran en la lista de Forbes. Por su parte el veterano futbolista, especula la prensa, que será llevado a la selección, para garantizar quizás no la delantera del tricolor, sino una aún más grande afición consumidora.

Cuando las masas populares de países con una tradición futbolera tan arraigada y fuerte como Brasil se vuelcan a las calles para exigir la construcción de escuelas y no la de estadios, o para cuestionar el que un futbolista valga más que miles de maestros (atendiendo a sus respectivos salarios); cuando ello pasa, pienso yo que es momento de detener la pelota, hacer tiempo y repensar el juego.

Los zapatistas también juegan al futbol y los hemos visto sudando la camiseta entregados a la cancha, trabajando en equipo y disfrutando la partida. Lo mismo hemos leído de la hermosa experiencia de Daniel Sefami jugando una cascarita memorable en el barrio de La Boca, que no sólo conjugó el placer de liberar las endorfinas, sentir el “cuerpo”, y el desafío con una reta argentina, sino que hoy constituye para él una suerte de síntesis de su fraternidad con Rashid (su amigo ya fallecido). No recuerdo si el equipo de Daniel ganó ese partido y ello no tiene la menor importancia…

Y es que, si establecemos un parangón entre el futbol llanero, el callejero, el de la cáscara, el que no aparece en los medios, el que refrenda la amistad, en el que no importa realmente si se gana o se pierde y al que no se le dedica toda un vida, con el otro futbol, al que han convertido “en el suspiro del la criatura oprimida [y] en el corazón de un mundo descorazonado”, encontraremos una clara y amplia diferencia, como si se tratara de otro juego de pelota.

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