Dos países en uno bajo la COVID-19

roberto bustamante
apuntes desde el encierro
3 min readMay 25, 2020

Un puente peatonal, ¿a quién beneficia? En teoría, dicen los que lo diseñaron y construyeron, al que quiere cruzar la pista y al auto. Está hecho para evitar muertes. Pero, por alguna razón que se le escapa al que lo diseñó, las personas prefieren ir por debajo del puente. Y por supuesto mueren arrolladas por un auto que va a 120 km/h. No faltan los medios de comunicación que van a hacer algún reportaje y hacen cosas como “señora señora, por qué no usa el puente, ¿acaso no es usted una buena ciudadana?” Y así, siempre.

25 de mayo del 2020. Nueva convivencia (sic) bajo las mismas condiciones. Captura de imagen: Mariana Alegre.

Claro, se sabe que el puente peatonal no está hecho para los peatones. Está hecho para que el auto que va a 120 k/h no desacelere. Es por eso que en varios lados se les llama “puentes anti-peatonales”. Cuando se pregunta a las personas por qué no van por allí, hay desde temas de movilidad reducida (ancianos que tienen que subir las largas escaleras, personas que tienen que cargar peso, dificultad si llevas una bicicleta, etc.) hasta seguridad (no quieren ser asaltadas o violentadas, porque realmente son espacios inseguros). Prefieren caminar treinta o cuarenta metros a tener que pasar por el trance del puente que no fue diseñado para ellos. ¿Para quién entonces? Para el auto que tiene que ir a 120 km/h y que no va a hacer el ejercicio de desacelerar. Como bien se ha señalado no es un puente peatonal, es un puente pro-conductor.

Ahora, asociemos esto a los planes de contingencia que se han diseñado e implementado en estas semanas. En una sociedad altamente informal y con poca bancarización y con altos niveles de desconfianza interpersonal y también con “la cosa digital”, la idea de los bonos suena bien en el papel, pero mala en la ejecución. ¿Cuál fue la consecuencia? Que muchos no entraban a las web del bono para confirmar si habían sido beneiciados o no (cuando no la web no cargaba, lo que está probado genera desconfianza en los sistemas de información). Que preferían ir al banco, DNI en mano para corroborar si estaban dentro del grupo focalizado (porque mucha gente puede asumir que está, y es su derecho), y como son personas que no tienen cuenta en banco alguno, van a buscar retirar el dinero plata en mano. Si encima eso se da en regiones con calor, con ciudades con poca sombra, el resultado va a ser aglomeraciones. Y uno de los temas clave para evitar contagiarse, mucho más que las mascarillas, mucho más que los guantes, es guardar la debida distancia: dos metros como mínimo. Basta que un asintomático tosa en una cola aglomerada para que otros tantos se contagien.

Cola para recibir bono de 380 soles en Piura. Fuente: Radio Cutivalú.

Entonces, llegamos al día setenta y varios negocios han abierto y muchos están regresando a sus centros de labores. El sistema de transporte público sigue igual que siempre. No hay más ciclovías. No hay más buses. Los paraderos no tienen sombra. Las veredas son angostas.

Pero hay un sector al que le preocupa que los autos no circulen.

Podríamos usar el puente peatonal como metáfora material del estado, de los servicios públicos (salud, educación, cultura, ocio, entretenimiento, transporte público, parques, etc.) y los distintos tipos de ciudadanos (con sus respectivos “mundos”). El estado no es débil, contra lo que dicen varios (“nos falta estado”, “el estado ha desaparecido a la mínima expresión”, etc., leo en varios lados): crea constántemente dos mundos que corren paralelos. Uno, el de la autopista para los que tienen auto. El otro, para los que se aglomeran en el puente peatonal porque necesitan cruzar la pista.

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roberto bustamante
apuntes desde el encierro

Investigador en temas de cibercultura y literacidad digital. Solo opiniones personales. Más bio en http://www.bustamante.pe