6 FORMAS DE COMETER LA FALACIA DE ERRÓNEA APELACIÓN A UN EXPERTO

Luis A. Malavé Naime
Argumentación y Derecho
6 min readOct 5, 2019

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Un tipo de argumento muy común en las discusiones jurídicas se basa en la opinión de expertos sobre elementos relevantes al caso. Este tipo de argumento es llamado argumento a partir de la opinión de un experto. El esquema básico del argumento a partir de la opinión de un experto es el siguiente:

Premisa 1: E es un experto en el área de conocimiento A

Premisa 2: E considera que X es verdadero (o aceptable)

Premisa 3: X es parte del área de conocimiento A

Conclusión: plausiblemente, es verdad (o aceptable) X

Los argumentos en los que erróneamente se apela a un experto son aquellos en los que se usa incorrecta o inadecuadamente el esquema de argumentación a partir de una opinión experta.

Aunque a veces se equipara la errónea apelación al experto con la falacia ad verecundiam, es preferible estudiar este tipo de falacia como una de las formas de errónea apelación al experto. Expliquemos esto.

Normalmente, cuando se habla de falacias ad verencundiam se identifican dos tipos de errores:

1. La persona citada como autoridad no es un experto.

2. La persona citada sí es experta, pero lo que señala no forma parte del campo de su competencia o experiencia.

Estos dos casos pueden ser llamados falacia ad verecundiam en sentido estricto. Sin embargo, es posible conseguir otros errores en argumentos en los que se apela a un experto:

3. Lo que se cita como señalado por el experto es una interpretación incorrecta de sus palabras o está sacado del contexto original.

4. El experto no es confiable, porque ha cometido graves errores o tiene un claro interés en afirmar ciertas cosas, aunque forman parte de su área de su competencia.

5. Aunque lo que señala el experto sí está dentro del área de su competencia, otros expertos están en desacuerdo con esas afirmaciones.

6. Apelar a un experto en aquellas discusiones en las que no es correcto usar ese tipo de argumentos.

Como se puede observar, hay errores que normalmente no son incluidos como comisiones de la falacia ad verecundiam pero que son importantes y más o menos frecuentes. Esa es la razón por la que preferimos hablar de incorrecta apelación a un experto en vez de la falacia ad verecundiam.

Veamos algunos ejemplos de cada uno de los errores en cuestión.

Ejemplos

Falacia ad verecundiam

(1) El caso más extremo de error en la apelación a un experto es aquel en el que la persona citada no es un verdadero experto. En muchos mensajes publicitarios, por ejemplo, se presenta a alguien como experto o como representante de cierta comunidad de expertos, cuando solo es un actor disfrazado con una bata blanca.

Es importante destacar un error muy común cuando se identifican falacias de este tipo. A veces, cuando en algún tipo de publicidad se cita lo que dice o hace una celebridad, no se apela a la autoridad de esa celebridad, sino que se busca asociarla con un grupo en particular de personas o presentarla como ejemplo de que el uso de un producto tiene buenos resultados.

Por ejemplo, una famosa actriz mostrando su hermosa cabellera luego de usar una determinada marca de acondicionador para el cabello no puede estudiarse como un caso de falacia ad verecundiam, porque no se cita a la celebridad como autoridad conocedora de las bondades de dicho producto, sino como testimonio o ejemplo de los buenos resultados (aunque, seguramente, esto también sea una manipulación, pues, probablemente, la celebridad no usa la marca en cuestión o tiene un estilista que la ha arreglado para el comercial). Asimismo, cuando una joven famosa aparece diciendo que tal o cual marca de hamburguesas es la mejor, no se apela a su autoridad o experiencia, sino a que sus seguidores vinculen las características de esa joven con dicha marca (lo que probablemente constituye un tipo de incorrecta apelación a la pertenencia a un grupo).

(2) El caso paradigmático de experto que es citado fuera de su área de conocimiento es el de Albert Einstein. Muchas veces oímos o leemos citas de lo que pensaba Einstein sobre política o la sociedad con el fin de apoyar ciertas políticas públicas o sacar conclusiones sobre el estado actual del mundo. Un ejemplo específico es el siguiente (Douglas Walton, 2002, p. 222):

Este alarmante gasto en defensa conducirá a un desastre económico. Según Einstein, un país con un gasto muy grande en defensa es signo de inestabilidad política y no es consistente con una correcta política fiscal que conduzca a la recuperación duradera de una recesión.

El problema es que Albert Einstein era una autoridad en Física, pero no puede citarse como si fuera una autoridad en Economía o Política.

Ahora bien, lo anterior no quiere decir que sus argumentos y opiniones no sean valiosos por haber sido un ser humano excepcionalmente brillante. Pero si usted fundamenta una opinión fuera del campo de la Física usando algún novedoso argumento brindado por Einstein, es por honestidad intelectual que debe citar a Einstein como la fuente de dicho argumento (es como decir “comparto los mismos argumentos que el señor tal”). En ese caso, la fuerza de su argumento no recaerá en la autoridad de Einstein, sino en la fuerza interna del mismo (qué tan aceptables y relevantes son sus premisas y qué tan bien fundamentada está su conclusión), de manera que usted tendrá la responsabilidad de defender el argumento si es cuestionado u objetado.

Otros errores en la apelación a expertos

(3) Muchas veces se malinterpreta o se cita fuera de contexto lo que señaló un experto. Un ejemplo que, pese a ser tonto, es muy común sucede con el mismo Einstein y su teoría de la relatividad (créame, una versión de esto se lo escuché decir una vez a un Presidente):

Que lo que digas es verdad es algo relativo, porque todo es relativo, como señalaba Albert Einstein.

La teoría de la relatividad, una teoría de Física, es terriblemente tergiversada para negar la existencia de proposiciones verdaderas en cualquier ámbito y caer en el relativismo (algo que contradice las posiciones filosóficas y morales del mismo Einstein).

(4) Es posible que un experto no sea confiable. Por ejemplo, citar a un experto nutricionista sobre las bondades de comer el alimento X es incorrecto si ese experto ha sido acusado de afirmar ciertas cosas solo para vender sus propios productos, entre los que se encuentra una bebida basada en el alimento X.

Es importante señalar que aunque en este caso es legítimo poner en tela de juicio lo señalado por el experto, sería falaz rechazar sus argumentos solo por la desconfianza que genera. Lo prudente es suspender el juicio, no brindar una opinión, hasta que se tengan nuevos datos.

(5) Es incorrecto sostener nuestras opiniones en un experto si la mayoría de los expertos están en desacuerdo.

Por ejemplo, los negacionistas del cambio climático muchas veces fundamentan sus opiniones en informes de expertos. El principal problema es que una mayoría abrumadora de la comunidad científica está de acuerdo en que el calentamiento global es real y es producto de la acción del ser humano.

(6) Por último, hay discusiones en las que es incorrecto apelar a la autoridad para defender nuestras opiniones.

  • Por ejemplo, en una discusión científica sobre la existencia del calentamiento global es incorrecto que un científico señale como razón a favor el que otro experto haya dicho que el calentamiento global existe. En este caso, las afirmaciones deben ser probadas, fundamentarse en evidencias, no en la autoridad de alguien.
  • La ciencia medieval muchas veces se basaba en la autoridad de la Biblia y Aristóteles para apoyar sus hipótesis y afirmaciones. Por ejemplo, cuando fue publicado el libro de Nicolás Copérnico, De revolutionibus orbium coelestium (1543), el teólogo Andreas Osiander agregó un prefacio no autorizado señalando que Copérnico había escrito su modelo heliocéntrico como una mera hipótesis, no como algo verdadero o probable. Esto lo dijo porque se consideraba que la hipótesis de Copérnico contradecía el Viejo Testamento y lo que había enseñado Aristóteles (que defendía el modelo geocéntrico). Evidentemente, este uso del argumento por apelación a la autoridad es incorrecto según los estándares de prueba de la ciencia moderna.

Fuentes bibliográficas

Govier, T. (2010). A practical study of argument. Wadsworth, Cengage Learning.

Walton, D. (2008). Informal Logic Cambridge University Press, New York.

Wikipedia: Copernican heliocentrism

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Luis A. Malavé Naime
Argumentación y Derecho

Profesor e investigador de Teoría de la Argumentación y Argumentación Jurídica. Creador de cursos virtuales y de la Academia de Argumentación y Derecho.