CUÁNDO SE COMETE LA FALACIA AD HOMINEM

Luis A. Malavé Naime
Argumentación y Derecho
5 min readNov 8, 2019

Como hemos dicho en otra entrada del blog, los argumentos ad hominem no siempre son falaces. Sin embargo, es mucho más conocida la falacia ad hominem que su uso legítimo, así que estudiemos algunas de sus características.

Un argumento ad hominem es falaz cuando concurren las siguientes condiciones:

1- se rechazan las opiniones de un hablante (H);

2- ese rechazo se apoya o fundamenta en alguna característica personal o contextual de H;

3- pero H ha fundamentado sus opiniones en razones que no dependen de la confianza que le tenemos personalmente o de su contexto.

La tercera condición es la clave para distinguir los casos falaces de los argumentos ad hominem legítimos:

Si un hablante afirma algo que se sostiene en la confianza que le tengamos o en alguna característica personal o de su contexto, entonces puede ser legítimo atacar esa característica del hablante como estrategia de ataque a su afirmación.

Por ejemplo, podemos (legítimamente) poner en duda lo que dice un testigo basándonos en la desconfianza que genera a causa de alguna condición personal. Esto no es falaz (al menos, en principio), porque lo que dice el testigo depende, en gran medida, de la confianza que genere.

Pero imaginemos que este testigo nos trae, además, una prueba de que lo que dice es real. Por ejemplo, supongamos que aparte de afirmar que vio un OVNI, nos trae un video de una cámara de seguridad del lugar del avistamiento. En este caso, el hablante (el testigo) está dándonos una razon (la prueba de video) que, en principio, es independiente de la confianza que genere. Ahora, desechar su afirmación por alguna característica personal, sin analizar la prueba, implica cometer la falacia ad hominem.

¿Por qué es errónea la falacia ad hominem?

En primer lugar, las falacias ad hominem son irrelevantes como ataques argumentativos: el hecho de que alguien tenga cierta característica personal o contextual no implica que no pueda tener la razón ni da derecho para rechazar sus argumentos.

Pero, además, la falacia ad hominem pone en peligro la resolución de los conflictos en discusión: al atacar personalmente al argumentante estás diciendo que cualquier argumento que venga de él puede ser rechazado en los mismos términos personales. De esta manera se degrada al hablante como parte de una discusión seria para resolver las diferencias de opinión.

Tipos de falacias que normalmente son catalogadas como ad hominem

Es frecuente clasificar las siguientes falacias como parte de las falacias ad hominem:

  • Falacia ad hominem abusiva: implica un ataque directo a una característica personal del hablante, como su forma de ser, su moral o sus hábitos.
  • Falacia ad hominem circunstancial: implica un ataque que depende del contexto en el que se encuentra la persona, como lo que cree o ha opinado sobre política o religión.
  • Tu quoque (tú también): es una falacia ad hominem circunstancial en la que se descalifica una crítica porque quien critica también ha hecho eso que critica.
  • Envenenar el pozo: se pretende inhabilitar al argumentante para un tipo de discusión (o, incluso, para toda discusión) apelando a características personales o circunstanciales. También se puede inhabilitar la argumentación u opinión de toda una clase de personas, de la que forma parte el atacado.

Ejemplos de falacias ad hominem

Falacia ad hominem abusiva:

El ad hominem abusivo es muy frecuente en los discursos políticos. Por ejemplo, un candidato señala:

Creo que debemos construir más plantas de energía limpia, porque de lo contrario no podremos detener el calentamiento global

El otro político señala:

Pero, por favor, ¿vamos a hacerle caso a un señor que ha sido acusado de corrupción en la administración pasada?.

El segundo político comete la falacia ad hominem abusiva: es irrelevante, en este contexto, que el candidato haya sido acusado por corrupción para aprobar o no su argumento.

Falacia ad hominem circunstancial:

Un ejemplo que recoge Walton (2008: 181) es el siguiente:

Un cazador es acusado de crueldad por sacrificar animales inocentes para su propia diversión. Éste replica: «¿Y por qué ustedes se alimentan de la carne de ganado indefenso?»

Aunque el análisis profundo del caso se escapa de la intención de este artículo, en principio, el cazador comete un ad hominem circunstancial, porque apela a una circunstancia de quienes lo acusan (comer carne de animales indefensos) con el fin de desechar sus críticas. Este caso es falaz porque el hecho de que alguien coma carne no implica que esté inhabilitado para criticar la caza deportiva o por diversión, ni que su posición sea inconsistente con lo que critica.

Tu quoque:

El ejemplo clásico de la falacia tu quoque es el siguiente:

Una madre le dice a su hija que no debe fumar, porque se ha demostrado que el cigarrillo aumenta la probabilidad de sufrir problemas respiratorios y cáncer de pulmón. La hija pretende desechar los argumentos y sugerencias de la madre diciendo: «pero tú has fumado toda la vida; no tienes moral para pedirme que no fume».

Aunque la hija tiene razón en cuanto a que la madre no hace lo que predica (es inconsistente), eso no implica que la madre no pueda tener al recomendarle a la hija que no fume. La madre está dando razones independientes para no fumar, de manera que no pueden ser desechadas por el hecho de que ella no cumpla lo que predica.

Envenenar el pozo:

Walton (2008:187)cita este interesante ejemplo:

En un debate sobre el aborto, en la Cámara de los Comunes de Canadá, una de las diputadas señaló lo siguiente:

Desearía que fuera posible para los hombres implicarse de verdad emocionalmente en este problema. Es realmente imposible para los hombres, para quienes es imposible estar en esta situación, verlo desde el punto de vista de una mujer. Por eso es que me preocupa que no haya más mujeres en la Cámara dispuestas a hablar desde el punto de vista de las mujeres.

El problema de este razonamiento es que inhabilita, o por lo menos debilita, cualquier argumento sobre el aborto que puedan dar los hombres por el hecho de ser hombres. Pero, ¿no puede un hombre dar buenos argumentos (a favor o en contra) del aborto?, ¿acaso la fortaleza de esos argumentos depende del género de la persona o de su capacidad de tomar el punto de vista de las mujeres?

Bibliografía:

Douglas Walton (2008). Informal Logic, a pragmatic approach. Cambridge.

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Luis A. Malavé Naime
Argumentación y Derecho

Profesor e investigador de Teoría de la Argumentación y Argumentación Jurídica. Creador de cursos virtuales y de la Academia de Argumentación y Derecho.