KAWS: Una restrospectiva

La cultura pop se toma el museo.

Z A M A
«Arte/Raro»
7 min readJan 15, 2021

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Escultura, KAWS, Playas de Virginia, 2018

Kaws sigue el patrón de artistas que comenzaron pintando en las calles hasta lograr el éxito. Sin embargo, no todas las historias son iguales. KAWS no salió directamente de las calles al museo, antes de hacerlo pasó por un proceso de mercado; la especulación sobre su arte debido a la popularidad y alta demanda. Kaws entra al museo con las obras que le hicieron conocido entre la cultura popular. Es, en definitiva, la cultura popular entrando al museo bajo el aplauso de la critica y los consumidores: La consagración de la iconografía pop.

Antes de continuar debo decir que KAWS es muy importante para mí, en lo personal, su historia como su arte, me parecen de una increíble capacidad. Aunque deba admitir que se trata en su mayoría de el mismo tipo de personaje, llevada a cabo en diferentes formatos, contextos y culturas. KAWS es un genio, esta apreciación personal no es compartida por muchos, estos suelen verlo como una simple máquina mercantil, no un artista.

La reproducibilidad de las obras de arte las democratiza. Esta transición amenazaba, según Walter Benjamin en 1936, el concepto de arte y al arte mismo. Más tarde John Berger, en 1972, diría que lo que perdió la obra de arte a causa de la reproducción masiva, lo ganaba con el misterio de su valor de mercado; una obra genuina es importante ante copias de toda índole. Vale la pena recordar que para entonces ya habían sucedido dos cosas: Duchamp había revolucionado el mundo del arte con los ready mades, y Andy Warhol convertía la reproducción en un proceso artístico. Esto abrió la puerta a la aparición de objetos cotidianos al interior de los museos, además de obras en las que la reproducción era parte de su peculiaridad. Danto diría, en un ensayo conocido en 1981, que el arte ha muerto.

La crítica de arte y el arte mismo vivían un cambio.

Jordan 4 retro x KAWS, 2017

En los ochenta se expone en las galerías la obra de un grafitero de Brooklyn apadrinado por Warhol: Basquiat. Años después, Koons dejaría Wall Street para comenzar su taller de arte, en lo que incluiría objetos cotidianos como obras, imitando a Duchamp. Al final de la década aparecería interviniendo espacios publicitarios y vacíos del metro de Nueva York Keith Haring. Estas tres figuras tienen algo en común, la intervención de íconos populares y técnicas de reproducción para la creación de arte.

En los noventa, como un fantasma que interviene la publicidad de Nueva York, aparece Brian Donnelly (1974), conocido hoy como KAWS. Venido de Nueva Jersey, termina estudios en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York. Estamos en la misma época en la que un joven Banksy pertenece a un grupo llamado DryBreadZ en Bristol. Kaws, a diferencia de sus antecesores, se inmersa en la cultura pop no para hacer de ella arte, sino para hacerla ver como arte dentro de las calles.

KAWS, intervención en las calles de NY, 1997
Promocional intervenido por KAWS

La época de Kaws en el grafiti tiene dos partes, la primera dedicada a la tipografía y búsqueda de identificación de su nombre artístico; la segunda, la intervención de celebridades en avisos publicitarios con su característico personaje de huesos como orejas y símbolos en “X” en los ojos. Estos dibujos no son en sí mismos novedosos, imitan la forma en que se dibujan caricaturas, muy parecidas a las de Disney, donde Donnelly trabajó un breve período. Esto hizo que adquirieran una fácil identificación con el espectador. Al igual que el trabajo de Haring o los grafitis de Banksy, la única complejidad de hacerlo era la de no ser atrapados por la policía. En 1997 es su año más prolífico. Aunque KAWS usa las técnicas e imagen del grafiti, el trabajo de Kaws primero se imprimía en papel y él se encargaba de pegarlo a las paredes o de reemplazar aquellas imágenes publicitarias que deseaba intervenir. La popularidad de Kaws entre los transeúntes creció rápidamente luego de la intervención a Kate Moss en un aviso publicitario de Calvin Klein.

Figura de vinilo gris aocmpañada de un pequeño BFF rosa.

KAWS pule y da un cuerpo a su personaje, el cual ven la luz bajo el nombre de “Companion”, en 1999. Estos comienzan a ser producidos como figuras bajo el sello de OriginalFake y Medicom. Un personaje con el cuerpo de una caricatura ya conocida, Mickey Mouse, y con una cabeza en forma de cráneo, con huesos donde deberían estar las orejas y los ojos en forma de “X”. Este personaje se ocuparía de introducirse en todo tipo de productos, comenzando con los juguetes o art toys. En 2016 las ilustraciones se imprimen en camisetas bajo el sello de Uniqlo, que provoca una locura en el día de su lanzamiento. Desde 2004, Kaws comienzó colaboraciones con otras marcas y artistas; ilustró el álbum de Kanye West 808s and Heartbreaks (2008), diseñó sneakers junto a Bapesta (2206), Vans (2007) y Nike (2008–2017); colaboró con marcas de streetwear reconocidas, A Bathing Ape (2005), Undercover (2009), Comme Des Garçons y Pharrell Williams (2014); además de intervenir íconos de la cultura popular como Los Pitufos (2007), Snoopy (2015), Bob Esponja (2010), El Hombre Michelin (2012), Los Premios Moonman de MTV (2013), Plaza Sésamo (2018), y finalmente, su obra más valiosa, Los Kimpson (2019), una versión de Los Simpson hecha con las características de sus personajes en los “Companion”.

Los productos que, con intervención o colaboración en el diseño, salieron al mercado bajo la aprobación de Kaws, no tenían un precio muy alto y siguen sin tenerlo en sus lanzamientos. Pero la característica limitada y una alta demanda, hizo que especuladores de todo tipo vieran una oportunidad en esto. KAWS entendió aquella nueva aura que baña a las obras de arte: su misterioso valor de mercado. Quizá esto explique el afán por imprimir su sello en todo tipo de productos. En 2012 participa en el desfile del día de acción de gracias en Nueva York con un muñeco inflable de una longitud de 12 metros que recorre las calle al lado de otros personajes de la cultura popular. Esto marcaría un nuevo punto en la carrera de Kaws.

En 2016, luego de años de éxito comercial y de colaboraciones de todo tipo, El Museo de Arte Moderno de Fort Worth, en Texas, creó una exposición retrospectiva de la obra de KAWS, que ya ha dado la vuelta al mundo. KAWS: Where the end start. Aquello que comenzó con la creación de juguetes, se trasladó a proyectos cada vez más grandes. Esculturas que tomaban a los “Campinion” para hacerlos lucir como íconos de la cultura popular y referentes de la condición humana. En 2017 el MoMa hace un lanzamiento de limitado de sus obras, causando el colapso de su tienda en línea. Consagrado, KAWS colaboró con la casa Dior y puso sus esculturas en parques e instituciones, dónde nadie pensaría que un personaje, nacido para ser un objeto coleccionable, se posara al mismo nivel de la más alta escultura clásica.

KAWS subasta Phillips, NY, 2014.

La obra de KAWS está inmersa en la iconografía pop. Sus personajes, su estética, su performance, todo viene de lo que por años se consolidó dentro de la cultura pop. Berger, en su famoso documental Modos de ver, avisa de que la reproductibilidad del arte la haría fácilmente multífacética. Y Kaws es un artista de este tipo. Además, la transición de su arte al museo, así como al mercado de la especlación, no sucedió al estilo de sus antecesores, que directamente de la calle pasaron al museo, como Basquiat. Kaws expone, crece y crea objetos cotidianos que ganan el estatus de arte. Es un cambio sutil, pero que es la tendencia en el arte contemporáneo, y quizá sea una característica que estamos descubriendo.

‘Where The End Starts’, exposición, 2016.

Podemos decir que lo cotidiano no entra al museo para ser arte, entra siendo arte. La especulación no nace por el bautizo de un marchante que controla las obras, nace de una alta demanda entre un grupo de seguidores, amantes del mundo de la moda o la música. KAWS, odiado por su gran éxito que, al igual que Koons, los convierte en alguien que solo busca el dinero. Pero, ¿y quién no?

Este valor, a decir verdad, es la única aurea que busca el arte hoy. Aquello, como lo dijo Berger, que ganó la obra de arte al perder el misticismo de su originalidad.

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