De aquellas noches que volví a escribir

Creo firmemente que el amor finalmente es lo que toda persona necesita en su vida, la máxima fuerza. Hoy murió el reverendo Billy Graham con 99 años. Basta mirar su vida para conmoverse hasta la médula al comprender el mensaje que le movió cada fibra de su ser.

“La misericordia y la gracia de Dios me dan esperanza, por mí y por nuestro mundo“B.G.

Mucha gente pasa su vida sin sentido, con preguntas sin respuestas y un profundo dolor de inexistencia pero no, este ser humano vivió con los ojos enfocados en la verdad del amor de Dios y esa pasión con la que hablaba, ese amor es tan real que te mueve solo de oírlo.

Y recuerdo que el pana no tenía miedo a la tecnología, mientras muchas congregaciones hoy le temen al “en vivo” ya en los 90s Billy trasmitía en tv, hay que tener visión. También se me viene a la mente la campaña de Misión Esperanza, por ahí en los 2000s recuerdo que en mi casa la vimos, invitamos algunos vecinos… pero ya va, ponte a pensar: un mundo entero frente a un televisor viendo plan de evangelismo por 3 días, quizá hoy te suene normal pero tuvo que haber sido un gran sueño, una conquista.

Sin embargo, el combustible estuvo cargado de humildad

“Dios mide a las personas por los pequeños actos de humildad y no por la magnitud de sus logros o el tamaño de sus capacidades”.B.G.

Dios te ama, te ama eternamente y profundamente, son palabras que te cambian, atraviesan cada milímetro de tu cuerpo, cuando te las habla alguien con propiedad. Fácilmente puedes notar la diferencia entre alguien que ama y alguien que no y precisamente, ese brillo en los ojos se tradujó en la vida de Billy Graham.

Sensibilidad, compasión pero acción por el dolor ajeno. Creo que Billy entendió que el más profundo dolor del ser humano era el pecado y por eso podía compadecerse y hablarte directo al alma.

Honestamente, anhelo eso, de cada pregunta sin respuesta en mi vida, cada incertidumbre, si algo sé es que ese es mi anhelo personal cumplir un propósito eterno específico con el arte que ha puesto en mis manos, en mi corazón y en mi forma de ver el mundo.