Adiós Ley de Moore, fuiste buena… que venga la computación cuántica

Equipo Asimov
Asimov Consultores
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4 min readApr 10, 2018
Un procesador cuántico

En 1965, Gordon E. Moore, cofundador de Intel, formuló su conocida ley en la que predecía que aproximadamente cada dos años se duplicaría el número de transistores en un microprocesador. Se trató de una ley basada en una observación propia, pero cuyo cumplimiento se ha podido constatar sagradamente hasta hoy. A medida que evoluciona la tecnología y se reduce el tamaño de los transistores para producir microchips cada vez más pequeños, aumenta la velocidad de proceso y en consecuencia los precios bajan: la computadora que hoy vale 3000 dólares costará la mitad al año siguiente y estará obsoleta en dos años. Por ejemplo, desde la muerte de Isaac Asimov hace 26 años, el número de transistores en un chip se ha incrementado 3200 veces.

Sin embargo, sobre la base de que no se pueden hacer los chips infinitamente pequeños, ya que hay un límite físico, la computación digital tradicional está llegando a su límite (al igual que la ley de Moore)… es ahí donde una nueva tecnología — la computación cuántica — entra en escena.

La “tradicional” mecánica cuántica es un concepto de la física que establece que las cosas pueden estar en dos lugares al mismo tiempo. Así, en una computadora “clásica” la unidad de información se llama “bit”, que puede solo tener el valor de 1 o 0. Su equivalente cuántico opera con “qubits” o bits cuánticos, lo que quiere decir que pueden tener toda la combinación de valores: 0 0, 0 1, 1 0 y 1 1 al mismo tiempo.

Este fenómeno abre el camino para hacer cálculos complejos múltiples simultáneamente. En lugar de hacer un cálculo de progresión lógica, como en una computadora binaria estándar -donde las respuestas son sí o no, o encendido o apagado- el sistema cuántico hace todos los cálculos al mismo tiempo y entrega la información instantáneamente.

La computación cuántica proporcionará una oleada de nuevos servicios, sobre todo en áreas donde se requiere el procesamiento de cantidades masivas de datos, como son la fabricación de medicamentos, el análisis molecular, los sistemas de predicción del clima, los servicios financieros, la inteligencia artificial, o la criptografía y los sistemas de seguridad informática.

¿A cuántos pasos estamos de la Computación Cuántica?

Nosotros, hoy.

Por el momento, la computación cuántica todavía está en sus inicios y está limitada a los grandes centros de investigación y desarrollo. IBM, por ejemplo, promete que a mediados de la próxima década tendrá máquinas de entre 50 y 100 qubits que serán hasta 100 millones de veces más rápidas que las actuales. La empresa canadiense, D-Wave, adquirida por Google y la NASA, ya comercializa ordenadores cuánticos del mismo nombre, los que se pueden adquirir por “módicos” 3 millones de dólares.

Incluso se estan abriendo nuevos caminos para el desarollos de servicios anexos, como Q#, el lenguaje de programación de Microsoft para la computación cuántica.

Por su parte, investigadores de la Universidad de Sussex, junto a un un equipo internacional con colegas de Google, la Universidad Aarhus de Dinamarca, el instituto de investigación Riken en Japón, y la Universidad de Siegen en Alemania, están trabajando en ensamblar el plano para una computadora cuántica “universal”, una que pueda abordar un elaborado surtido de problemas complejos.

Recientemente un grupo de investigadores de Estados Unidos y Rusia logró generar la computadora cuántica más potente del mundo. Así se anunció en el marco de la IV Conferencia Internacional de Tecnologías Cuánticas ICQT 2017, en Moscú

Para tu decepción, la computación cuántica no llegará a las casas y las oficinas de todo el mundo, ya que al estar construida con materiales extremadamente sensibles -las partículas subatómicas- se necesita complejos sistema de refrigeración que mantengan la temperatura en los -273ºC, creando perfectos entornos de vacío que evitan que cualquier átomo o campo magnético externo puedan interferir.

El reto para los próximos 10 años será comprender y aceptar que seremos capaces de generar máquinas más potentes que nosotros mismos en todos los aspectos imaginables. Nuestro mejor y peor enemigo será la inteligencia artificial.

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