Así será la muerte de Facebook

Federico Ast
Astec
4 min readNov 9, 2015

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A fines de 2015, los accionistas de Facebook estaban felices. El valor de la acción había alcanzado su máximo histórico y ya todos habían olvidado los sinsabores de los días que siguieron a la IPO.

Lo que nadie sospechaba era que, en ese momento, un pequeño grupo de desarrolladores de software de Buenos Aires estaba por lanzar una versión alfa de Freebook, una red social open source. Muy similar a Facebook en estética y funcionalidad, Freebook estaba construida sobre una red p2p con la identidad de cada cuenta validada sobre el blockchain.

Facebook Stock1
Tras un desempeño inicial mediocre en los primeros tiempos, a fines de 2015 la acción de Facebook alcanzaba su máximo histórico.

A diferencia de Facebook, los datos de los usuarios de Freebook no estaban resguardados en los servidores de una empresa, sino distribuidos entre las computadoras de todos, con la misma lógica que el bitcoin. Freebook no tenía un dueño y nadie tenía el monopolio de acceso a los datos.

En los primeros meses, Facebook era una red cerrada a estudiantes de la Universidad de Harvard para luego extenderse a otras universidades de Estados Unidos y finalmente al público en general. Análogamente, al comienzo, Freebook sólo era utilizada por desarrolladores. Todos se sorprendían por la velocidad de la plataforma, aunque el consenso era que la interfaz de usuario aún era demasiado pobre para un público no especializado.

Freebook tenía, sin embargo, la enorme ventaja de ser libre de publicidad. El usuario veía sólo lo que quería ver. Al tratarse de un proyecto sin fines de lucro desarrollado por voluntarios no había nada que monetizar. A nadie le aparecían publicidades no deseadas en el muro. Como Wikipedia.

Acelerando

Poco más de un año después del comienzo del proyecto, la interfaz de Freebook había mejorado considerablemente y se había extendido a nuevas comunidades de usuarios. El inversor Marc Andreessen la había comentado en uno de los eventos de Techcrunch Disrupt. Todos hablaban de Freebook en Silicon Valley… salvo Zuckerberg.

“Sin comentarios”, respondió ante preguntas de la prensa.

Filtraciones de empleados, sin embargo, manifestaban una fuerte preocupación interna por el crecimiento explosivo de Freebook. A todos les recordaba los episodios de Instagram y Whatsapp.

Zuckerberg tuvo que pagar más de 1000 millones por Instagram en 2012, una empresa de apenas 14 empleados, que había entrado en una dinámica de crecimiento viral. En 2014, tuvo que desembolsar 16 mil millones por Whatsapp. Ambas habían logrado potentes efectos de red, hasta el punto de amenazar las ventajas competitivas de Facebook. Snapchat les había pasado bajo el radar.

Facebook vs. Whatsapp
El explosivo crecimiento de usuarios de Whatsapp obligó a Zuckerberg a comprarla en 16 mil millones en 2014.

Pero, ¿qué podían hacer ahora? No había una empresa a quien comprar. Freebook era open source, de la comunidad. Facebook no podía comprar a Freebook así como Britannica no había podido comprar a Wikipedia ni Microsoft a Linux. Era luchar contra una nube inasible.

Pronto quedó claro que la empresa de Zuckerberg, que parecía una monstruo invencible, era un gigante con pies de barro.

Hubo algún intento de recurrir a la justicia, alegando que Freebook no resguardaba adecuadamente los datos de los usuarios. Pero no era claro qué se podía hacer. Los usuarios subían voluntariamente el contenido.

Y, ¿cómo ejecutar una sentencia contra una red p2p? Facebook estaba probando la misma medicina que las discográficas frente a las redes p2p de intercambio de archivos.

Autopsia

Dos años después de su fundación, Freebook ya había superado los 100 millones de usuarios y crecía a dobles dígitos. En un reporte para accionistas, Zuckerberg anunció que por primera vez en su historia, Facebook sufría una caída en la cantidad de usuarios activos.

Más allá de todos los eufemismos en el anuncio y las justificaciones, los analistas entendieron que era el final. La acción se derrumbó 10% en el NASDAQ. Su cotización tuvo que ser suspendida para evitar un colapso absoluto. Al día siguiente, otro 10% para abajo. Era game over.

Los usuarios abandonaban masivamente la plataforma y se mudaban a Freebook. Dos años después, Facebook cerraba sus puertas.

Un analista comentó: “¿Por qué sorprendernos? Kodak, en algún momento, también pareció invencible. Como dijo Schumpeter, el proceso de mutación industrial revoluciona la estructura económica desde adentro. El proceso de destrucción creativa es el hecho esencial del capitalismo”.

Zuckerberg Preocupado
Todo concluye al fin, nada puede escapar.

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Federico Ast
Astec
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Ph.D. Blockchain & Legaltech Entrepreneur. Singularity University Alumnus. Founder at Kleros. Building the Future of Law. @federicoast / federicoast.com