Startup Da Vinci, ¿Cómo Sería el Company Builder del Gran Leonardo?
Lorenzo de Médici (1449–1492), El Magnífico, fue el mecenas que esponsoreó a los mejores artistas del Renacimiento Florentino como Leonardo, Miguel Ángel y Botticelli. Los recursos (hoy diríamos, funding) salían de la poderosa banca Médici.
A la hora de definir la filosofía de inversión, podría haber optado por especializarse en una vertical. Podría, por ejemplo, haberse dedicado a crear compañías en el naciente ecosistema tecnológico de la imprenta. Aunque intuyo que un hombre con tantos y tan variados talentos, habría elegido una orientación más interdisciplinaria.
Si Lorenzo el Magnífico hubiese querido colocar algunos miles de florines de su portafolios en un fondo para startups, seguramente habría puesto a Leonardo a manejarlo. Imagino que Da Vinci habría optado por un modelo más de tipo Company Building que venture capital. Le habría divertido más el desafío creativo hands-on de armar proyectos desde cero que analizar inversiones en empresas en funcionamiento.
Leonardo era consciente de que le tocaba vivir en una época de profundos cambios económicos, culturales, sociales e institutionales. Seguro habría comprendido que las mayores oportunidades de creación de valor estaban en los intersticios y fricciones del cambio de época, a partir de la combinación de tecnologías exponenciales para encontrar nuevas soluciones a viejos problemas.
Sin duda, el Company Builder habría operado en un espacio amplio, sin cubículos ni paredes, un lugar tipo atélier, con un desorden planificado. Pero Leonardo sabía que lo que hace creativo a un lugar no es su arquitectura sino su gente.
Da Vinci habría buscado un par de socios con formación tan amplia como la suya, polímatas educados en las ciencias y las artes, gente con una mirada amplia sobre las complejidades de su época y su significado en oportunidades de negocio.
Uno de ellos, tal vez, habría sido su amigo matemático, Luca Pacioli, inventor de la contabilidad por partida doble. A él le habría confiado la ingeniería financiera del Fondo.
El proceso de armado de empresas
En el Da Vinci Company Builder, el armado de una empresa comienza con la identificación de puntos de dolor, problemas que encontraba la gente del Renacimiento en temas diversos como transporte, educación, comunicaciones, medicina, etc. Leonardo habría puesto el foco creativo en problemas, hasta entonces considerados insolubles, pero que las nuevas tecnologías permitían abordar de maneras novedosas.
Tras la identificación de un problema, Da Vinci habría armado dos equipos: uno de emprendedores y otro de especialistas asesores en las tecnologías exponenciales de su tiempo. La imprenta, la astronomía, la hidráulica y la mecánica eran para él lo que Internet, big data, drones y bitcoin son para nosotros.
Leonardo se habría tomado muy en serio este proceso interdisciplinario de búsqueda. Para cada problema, habría intentado reunir a los mayores expertos al alcance de cada vertical potencialmente involucrada en la solución.
Él sabía que los ultraespecialistas ven más lejos, pero siempre en la misma dirección. Buscan soluciones en lo que conocen. Como sólo saben usar un martillo, todo les parece un clavo. Un generalista tal vez no vea tan lejos (nadie puede dominar ni estar actualizado en todas las disciplinas), pero tiene visión 360.
La combinación entre la visión macroscópica de Leonardo y sus partners, y la visión microscópica de los especialistas verticales resulta en lo mejor de ambos mundos: una torre muy alta con visión panorámica, ideal para observar el mapa de un mundo enormemente complejo como el del Renacimiento.
A lo largo de todo un mes, el equipo se habría reunido en una serie de sesiones de brainstorming con el objetivo de desarrollar un modelo de negocio viable y escalable. En cada sesión, habrían utilizado las técnicas de pensamiento creativo que Da Vinci aplicaba para sus obras de arte.
Una de ellas consistía en lanzar una esponja embebida en pintura contra la pared e inspirarse en la forma de las manchas para encontrar soluciones. En una de esas manchas, Leonardo encontró la forma de un caballo con ruedas, en el que se inspiró para imaginar una bicicleta, mientras trataba de encontrar una solución para transportar gente.
Tras un mes de arduo trabajo interdisciplinario entre Leonardo, los emprendedores y los especialistas verticales, habrían puesto la empresa en funcionamiento, quedándose el Company Builder con un 40% del equity.
Leonardo habría hecho un seguimiento de la empresa durante los primeros tiempos, para validar y ajustar la idea. Luego, habría comenzado un nuevo ciclo creativo, la solución a un nuevo problema, con un nuevo equipo de emprendedores y expertos verticales, y así sucesivamente…
Cuestiones más, cuestiones menos, así es como imagino que el gran Leonardo habría armado su Company Builder. Sin duda, habría entendido que la explosión tecnológica de su época estaba generando una gran cantidad de ultraespecialistas buscando oportunidades de negocio en nichos cada vez más pequeños. Él habría elegido el otro camino, el de la visión interdisciplinaria y la innovación a través de la fertilización cruzada.