Cangrejitos femeninos

Kristell Navarro
Revista Tlajtoli
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3 min readJun 28, 2018

Acabo de revisar mi calendario para cerciorarme del año en que vivo. Un 2018 enorme, con un color chillante, me da la certeza de que me encuentro en una de las mejores épocas para ser mujer: puedo votar para elegir a mis gobernantes, utilizo pantalones sin escandalizar a nadie, tengo amigos varones y no por eso soy una cualquiera, puedo trabajar y aportar dinero en mi casa, tengo derecho a expresarme, a ser candidata a un puesto en el gobierno, puedo decidir mi estado civil y soy dueña de mis pensamientos, mis emociones y mis acciones. Sí, definitivamente en este siglo no hay más que temer, soy totalmente libre.

Si se piensa detenidamente, todo lo anterior es el resultado de las mujeres que me precedieron. No las conocí, desafortunadamente, pero han llegado hasta mí las historias de cómo marcaron la diferencia en su tiempo, en sus familias, en su entorno. Sin ir más lejos, recuerdo que alguna vez me contaron acerca de mi tatarabuela soldadera y de cómo se casó cuatro veces. En aquellos años debió ser un escándalo, pero en pleno siglo XXI quizá podría celebrarse la libertad de estar con quien una quiera.

O quizá no. En estos tiempos, todos somos juzgados por nuestra manera de pensar y de expresarnos. Ya no hay carteles clavados en los árboles o en los postes donde se vea la fotografía de una persona y el delito que ha cometido. No, en este 2018 contamos con unos muros más interactivos, donde las huellas quedan grabadas más a fondo: las redes sociales. Es increíble cómo una mujer puede escribir que tiene ganas de salir y de repente es acosada por alguien que la hace sentir un mero objeto, como una máquina que debe dar placer. No puedo concebir la idea de que un hombre sea alabado por un video íntimo mientras que una mujer es insultada por la misma razón y exhibida hasta el cansancio. Es absurdo que tener o no pareja sea motivo de mofa en sitios como Facebook, Twitter o Instagram.

Expresiones como “te haces del rogar”, “ni estás tan guapa”, “con esa actitud de sabelotodo te quedarás sola”, “te falta un hombre”, “tu pareja debe serlo todo”, “¿te pega tu novio?” son el pan de cada día para alguna mujer alrededor del planeta. Y cada día pesan más. Cada día pienso si es buena idea ponerme falda o vestido para salir a la calle, si es bueno que hable de temas que me apasionan, pero son considerados masculinos. No estoy segura de decir que tengo tal cantidad de amigos hombres sin temer que me digan coscolina o que debo respetar a mi pareja. Pienso si es buena idea expresar cuánto me gusta un actor, un cantante, un artista, un escritor o cualquier hombre porque no quiero que piensen que soy de cascos ligeros. Ya mejor ni hablo de las fotos que quiero compartir, pero lo pienso mejor sólo de imaginarme los comentarios llenos de morbo, desagradables o léperos.

Mi calendario dice 2018. Me dan ganas de ir por un marcador para tacharlo y ponerle: “de los siglos I al XXI, elige el que quieras. Para el caso, es lo mismo: es un mal tiempo para ser mujer”.

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Kristell Navarro
Revista Tlajtoli

La poesía es lo único que me hace existir en el mundo.