La figura del hijo ausente en tres poemas de Gabriela Mistral
(PRIMERA PARTE)
Breve panorama del final del siglo XIX
El final del siglo XIX estuvo marcado por eventos que cambiaron a la sociedad mundial, no solamente a la hispanoamericana, pues en 1898 el imperio español estuvo en crisis. En los años posteriores, surgió Estados Unidos como la gran potencia de América, tuvieron lugar las revoluciones mexicana y soviética y la Primera Guerra Mundial. Los abismos entre los países pobres y los ricos no se hicieron esperar; en resumen, el mundo estaba cambiando drásticamente.
También el mundo de las letras tuvo su propia revolución en cuanto a las estructuras y corrientes que se habían estado manejando, las cuales comenzaron a llenar los huecos que un modernismo decadente y agotado. José Miguel Oviedo menciona que “el verdadero cambio está en la función que la literatura quiere cumplir en el mundo social y la adaptación que el modelo literario sufre para dar una más cabal representación de la nueva realidad” (Oviedo, 2001, pág. 200).
Así pues, las letras hispanoamericanas dan un giro radical y le abren paso a las mujeres a partir de 1920, con poetas de la talla de Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral; aunque he nombrado a una pequeña cantidad de mujeres, estoy segura que hubo más, solamente que en los comienzos del siglo XX la situación de ellas era bastante desigual respecto a la de los hombres. Al aparecer en escena la obra de una mujer, lo primero que se pensaba era que se trataba de poesía amorosa y que no abarcaría otro género aparte del poético, como menciona Oviedo; por otro lado, la mujer seguía relegada al campo doméstico, por lo que sus oportunidades de participar en la vida laboral y/o política se veían mermadas.
Aunque lo anterior podría parecer un panorama desolador, lo cierto es que propició el nacimiento de una nueva literatura: la femenina.
Segunda parte: La literatura femenina.