La urbanidad en los cuentos de Juan Carlos Onetti
La fugacidad predomina sobre la mirada del personaje que pasea, tomando de ese instante algo que permanece a la vez que se va con la decadencia de los lugares descritos y que se se funden con la del propio personaje.
Uno de los elementos más llamativos en la literatura de Juan Carlos Onetti, quien nació un 1 de julio de 1909, es la aparición de la ciudad, espacio donde es perceptible el “devenir humano” al tiempo del “devenir urbano”. En sus primeros cuentos, surge la figura de un personaje que camina por las calles en las que los elementos de estas funcionan como motor en la construcción del argumento. Predomina, lo efímero, donde los trazos del camino aparecen, dan una impresión estética, pero que se van al tiempo que uno nuevo emerge.
Contrario a lo que sucede en la narrativa de Jorge Luis Borges, contemporáneo suyo, donde el fragmento de una historia busca permanecer en cierta temporalidad, en los cuentos del escritor uruguayo se percibe lo contrario; la fugacidad predomina sobre la mirada del personaje que pasea, tomando de ese instante algo que permanece a la vez que se va con la decadencia de los lugares descritos y que se se funden con la del propio personaje.
Buenos Aires y Montevideo, ciudades sudamericanas en las que vivió el escritor, son detalladas sin que aparezca su nombre, pero que dan a conocer el estado de la urbanidad en la primera cincuentena del siglo XX y la visión del hombre en ellas, donde lo cosmopolita del primer mundo se funde con lo viejo de aquellos sitios conquistadas por españoles en la época de la colonia, y que han quedado ya con poco o nada de las escenas pintorescas del ayer. Se evidencia la mirada que tiene el hombre de sí mismo en esos lugares que son viejos y modernos a la vez.