Pertenecerse a una misma y a El Encanto: Julia de Burgos

Kristell Navarro
Revista Tlajtoli
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2 min readMay 6, 2017

Puerto Rico es tierra fértil en el mundo literario. Ha dado a varios de los cuentistas y poetas más sublimes de la historia de las letras. En esta ocasión hablaré de una de las hijas más insignes de esta isla del Caribe: Julia Constanza Burgos García. A las cinco de la mañana del 17 de febrero de 1914 nació esta mujer de estatura alta y capaz de atraer todas las miradas sin proponérselo. Julia era lectora de Stefan Zweig, Kant y Nietzsche y solía escuchar a Wagner y a Beethoven. Siendo una poeta consciente de la dura realidad del pueblo boricua en los años 20's, cuando el nivel de desempleo se encontraba en 60%, escribió acerca de lo que tanto nos aterra: concebirnos como un ser dividido entre la realidad y quien es realmente, además de ese sentido de pertenencia a la tierra que lo vio nacer. Ella se atrevió a confrontarse a sí misma, a decirse: “ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga/porque dicen que en verso doy al mundo tu yo”; igualmente, confrontó la realidad de las mujeres en América Latina con un apasionado discurso y defendió el orgullo de ser puertorriqueño, no estadounidense.

Julia se sabía de ella misma y por eso adoptó el nombre con el que la conocemos hoy: Julia de Burgos. Ya no era de sus padres, ni de sus ex esposos, ni siquiera de ese Puerto Rico que tanto adoraba. Se pertenecía a ella y nada más, se debía cuentas a ella y ninguna explicación a nadie. Era libre, hacía lo que quería sin dañar a nadie. Sus contemporáneos la nombraron “la mejor poeta de Puerto Rico” y me atrevo a decir que es una de las mejores en toda la historia de la literatura. Julia de Burgos se despidió del mundo en 1953 en el Harlem puertorriqueño. Unos amigos suyos fueron quienes la repatriaron a su Isla del Encanto, al municipio donde nació y continúa hasta hoy: Carolina.

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Kristell Navarro
Revista Tlajtoli

La poesía es lo único que me hace existir en el mundo.