Mundos
MUNDOS
Soy todo lo que no lees de mi Twitter,
pero también los memes que comparto en Facebook,
las canciones que guardo en Spotify
y lo que escribo en GDrive.
Soy las fotos que tomo con el celular,
los lugares que frecuento cuando salgo a pasear,
mis decisiones alimenticias
y la gente que amo;
también lo que me irrita
y me atormenta.
Soy mis círculos viciosos,
mis traumas repetidos
de modo situacional
y, casi todos, irracionales.
Soy las circunstancias
que aunque no quiera
me circunscriben en un tiempo y espacio presentes,
el deseo constante de ser libre
y la perpetua batalla contra mí misma.
Soy mis pensamientos que angustian y desarman,
pero sobre todo la guerra ficticia
de querer huir sin nunca lograrlo,
la sensación de no pertenecer
y saber, pese a todo, que formo parte de un engranaje
que es más grande que yo.
RUTINAS
Había tantas cosas por hacer a diario,
y, sin embargo,
¿por qué tendría que forzarme?
Caminar con la espalda recta,
la cabeza en alto,
bien aseada y vestida.
Hay personas que poseen más arrojo que otras;
aún no entiendo por qué.
Se me están cerrando los ojos
bajo la luz del día;
el café no despierta,
la música no reanima.
Dopamina, serotonina.
Cuando tienes ganas de vivir
(o sobrevivir)
no existe demasiado dolor,
ni siquiera el físico.
El dolor del alma
quizá ni siquiera sea real.
Dicen que sabes que estás en tu camino
cuando sientes la alegría de vivir.
¿Qué tal que la alegría no sea exactamente felicidad?
Si el vacío está de fondo,
¿qué es lo que hay detrás o dentro de él?
DESESPERANZA
Victoria perdida,
impresión de ruptura primera,
fatídica,
¿inventada quizá para justificar el dolor?
¿A qué cielo aspiran tus manos?
Las manos no existen
(o son algo pero no manos),
el cielo es bruma.
Si existió en ti esperanza de un ideal,
destrúyelo, antes de que te destruya a ti
o te destruyas tú por él.
Los ideales difícilmente se corresponden
con la realidad,
y aunque duele aceptarlo,
duele más tener esperanza y fe
y que mueran un poco a diario.
“¿Sabías que la tristeza te está matando?”
“No hagas de la tristeza tu forma de vida”.
Resignación.
Ola expansiva.
El dolor se comparte,
la felicidad y estabilidad también.
¿Pero yo no soy este cuerpo
ni esta emoción?
Deseo de trascenderlo.
¿Cómo se apagan los pensamientos y emociones?
¿Cómo se logra el placer sin rebasar el dolor?
O, más bien,
¿cómo se supera el dolor para alcanzar el placer?
ENCUENTROS
Cierro los ojos para que no entres,
si no te veo no existes.
Adentro todo es negro.
Afuera, la luz es apenas un candor.
Siento tu cuerpo sobre mí;
me doy cuenta que adentro
sólo existe si yo lo revelo.
Me quedo entonces callada,
respiro, pero no me muevo.
Yo no existo si no me ves
(y así me matas
o así me mato yo pensando
en la paradoja del árbol que cae en mitad del bosque
sin que nadie lo escuche).
Algo entonces se evapora,
se va difuminando,
como un charco a mitad de calle
en una tarde muy soleada
de los días de canícula.
REFUGIOS
I
Mi mundo es un cuarto gris
con muros elevados al cielo,
vientos de octubre traspasan.
Yo quería que fueras mi hogar,
mi refugio.
Dijiste que tú eras tu propio refugio.
II
Tu piel es un recubrimiento,
contacto primero convertida luego en coraza
Nos pertenecemos de la piel hacia adentro.
Ya no quiero amar con el corazón expuesto.
III
Crecer es aceptar la soledad
y a veces consolarse.
Que fueras mi soporte, mi apoyo,
que el mundo afuera, aún más gris,
se detuviera en ti sin romperme.
IV
Acepto mi soledad intrínseca,
la compañía grata siempre a medias,
tu mundo lejos de mis muros,
terquedad de no entender que a veces,
muchas veces,
quiero exiliarme de allá afuera.