peculiares influencias

Marissa Vargas Sánchez
Atrabancadas
6 min readSep 14, 2021

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Fotografía de Waterstones, 2021 waterstones.com

Hola, Estefa. El día de hoy está nublado y el viento delicioso. ¿Cómo es el clima allá en donde vives? Aquí, aunque es cálido y seco, ventea fuerte y seguido; el viento es de mis mejores y mayores recuerdos de la preparatoria y universidad; desde ambas escuelas, a lo largo de los años, golpeaba especialmente, sobre todo cuando las nubes de la lluvia se aproximaban por el oriente de la ciudad. ¿Qué tendrá esa fuerza invisible que me encanta rodee todo mi cuerpo?

El día de hoy solo quiero escribir. Así, sin hilo y sin sentido, sin coherencia y cohesión: ¿cuándo mi mente ha sido coherente y cohesiva? ¿Acaso alguna mente es así?

Los pensamientos sí llevan hilos, sí, me contradigo: llevan hilos que solo una entiende. O bueno, no, no los entiende, solo les sigue como un dictado que susurra desde el espíritu.

El espíritu: desde hace unas semanas traigo esa palabra en la boca, en la garganta. ¿Sabes por qué? Porque se me quebró un poquito el espíritu, ¿sabes dónde? En el mundo adulto. Hasta que se empieza a quebrar tu espíritu entiendes a qué se refieren. La vida que se han inventado los adultos es, por sobre muchas cosas, ridícula, obsoleta e injusta; no hay mejores adjetivos. Insisto en llamarle mundo adulto porque me niego a creer que es el mundo real; hay un pasaje en el libro del que te platicaré hoy que va más o menos así: “— Alice, ¿es cierto que tendré que vivir en el mundo real? — Por supuesto que no — responde, — ¿quién te dijo eso?”

A veces también quiebro mi espíritu cuando me paso a segundo plano. A veces, en mis peores días, cuando me encuentro con un espejo, mi mente me grita casi como un reflejo: “¡¿sabes qué es lo que quieres?! ¿Qué? ¿Qué?” Nunca lo sé, pero encuentro algo cómico el hecho tan absurdo de que sea una pregunta de mí para mí esperando que a la siguiente vez que lo pregunte por fin tenga una respuesta.

¿Tú sabes qué es lo que quieres? Yo creía saberlo, hasta presumía de ello. Conforme crezco las incertidumbres también lo hacen y así es como he planteado que para navegar debo tener clara mi brújula. Para ti, Estefa, durante estos largos días del apocalipsis, ¿qué es lo que te importa? Cuando han anunciado el encierro hace dieciocho meses, cuando vemos otra noticia de asesinato o de masacre, ¿qué es lo que nos queda? ¿Qué nos termina importando? Yo diría que son mis relaciones: mi pareja, mis amigues, mis michis, mi familia.

Platicarte de la obra de Sally Rooney es, invariablemente, hablar de mí. Creo que me gusta su trabajo sencillamente porque compartimos los vicios de escritura; yo me hago cuestiones, las respondo en mi cabeza ya sea leyendo o escuchando; mientras tanto, en el otro lado del mundo, ella dramatiza las respuestas que me di a lo largo de cientos de páginas, vendiendo millones de copias.

Conforme me conozcas te darás cuenta de que atravieso etapas de obsesión a lo largo de mi vida. Haciendo un recuento de ellas me doy cuenta lo enormemente influenciada que he estado por gente blanquita y yo digo “chica, una no elige a quien amar, soy una víctima más del eurocentrismo”. Poco a poco me rehabilito; el asunto con Rooney es que a ella la han catalogado como fenómeno editorial considerándola la voz de la generación millennial.

De entrada te digo: me molesta esa clasificación de generaciones porque ni siquiera distingo cuándo empieza una y termina otra. Lo siguiente: ¿en serio, en el 2021, seguimos dándole el peso de la representación a una persona? Peor: ¿en serio se la damos a una persona blanca? ¿Cómo una mujer cis caucásica que vive en Irlanda va a alcanzar la experiencia de toda una generación? Claro que actualmente es más sencillo compartir vivencias, la pandemia actual es un buen ejemplo; sin embargo, desearía que quedara claro que la universalidad es un ideal imposible y que lastima; que lxs artistas no tenemos ningún deber de representar a nadie. Sé, también, que ni la misma Sally está de acuerdo con este título no solicitado.

Dicho esto reitero que sí, sí me gusta la obra de Sally Rooney. ¿Te puedo dar otro motivo, además de compartir los vicios con ella? Es que hace muy buenas oraciones. ¿Acaso no todxs lxs escritorxs deseamos hacer buenas oraciones? Sintaxis fue de mis materias preferidas, tal vez eso dice mucho de mí, tal vez no dice nada. En mi labor como escritora añoro escribir oraciones a lo Rooney. Sus libros son los que se encuentran en mi mesita de noche, porque aquellas historias que me inspiran son a las cuales les confiero velar mi sueño. Tengo planeado hacerme alguna clase de periódico mural donde tenga fotos y fragmentos de mi genealogía de escritoras y Sally, claro, tendría una esquina pulida y adornada.

Su más reciente novela se llama Bello mundo, ¿dónde estás? Y salió apenas este siete de septiembre. Te confieso otra cosa: esta escritora me influencia a tal grado que estoy escribiendo una carta porque la mitad de Bello mundo es en formato epistolar.

Me parece que el título de la obra condensa el detonante de ella; no obstante, se sabe, que ninguna historia de Sally está motivada por la trama sino por la exploración de los personajes: Bello mundo sigue a dos amigas en sus treintas, Alice y Eileen, que atraviesan distintos escenarios de la adultez: el fracaso, el “éxito”, la depresión, la precarización laboral, la amistad, lo que creemos es amor; ¿dónde está la belleza en el mundo? ¿Dónde está aquel mundo bello prometido, del que tanto nos hablaron? O como dijo Olivia Rodrigo “where’s my fucking teenage dream?” (and I felt that). Sé que Sally trabajó en esta novela desde antes de la emergencia sanitaria, lo cual la hace increíblemente irónica por el momento en el que se estrena.

“¿Acaso no somos solamente bebés desafortunadas que nacieron al inicio del fin de mundo?”. Nos pregunta. Regresando a mi misma cuestión acerca de ¿qué es lo que nos importa en medio del apocalipsis? Sally Rooney continúa escribiendo sobre relaciones, incluso con los colapsos sociopolíticos y económicos; ¿esta no era la misma crítica hacia Jane Austen en sus tiempos? Escribir de amor en tiempos de guerra. Escribir de sexo en tiempos de muerte. Escribir de amistad en medio de violencia. Si fuera deber de alguien el abarcar toda la realidad de la tierra, no habríamos tantas de nosotras escribiendo a lo largo de ella. ¿Es esto un juicio que también se le hace a los hombres escritores?

La constante en las tres novelas de Rooney es el poder de transformación que tienen las personas en nuestras vidas. El epígrafe que escogió para Gente normal es de George Eliot y dice así:

Es un secreto ese cambio mental al que se le ha llamado conversión, que para muchos de nosotros ni la tierra ni el paraíso tienen ninguna revelación hasta que una personalidad nos toca con una peculiar influencia, sometiéndonos a la receptividad.

Es decir, que no habremos de tener ciertas claridades o revelaciones de la vida hasta que haya alguien que nos haga sentir dispuestas a abrirnos ya sea mental o emocionalmente. Esta misma cita se las compartí a mis peculiares influencias, dos amigas mías. Es algo que también siento con mi pareja actual. En otra parte de Bello mundo, Eileen le confiesa a Alice que, estando lejos o cerca de ella, el simple conocimiento de que en algún rincón del mundo Alice exista es suficiente para reconfortarla; y pienso en cómo me sentía en la universidad, o a mis dieciséis en la planicie donde está mi prepa, con el viento golpeando, agarrándome la falda, de pie enfrentando la inmensidad de las nubes de lluvia, tan grises y majestuosas; cómo me han acompañado personas en todos mis embrollos mentales, que de la mano, caminando en esta ciudad tan pequeña y árida, me sentía capaz de abrir todas las puertas del mundo, o con la fuerza de hacerme una fogata dentro de un huracán. ¿Es eso? ¿La fascinación que tenemos unas por las otras es lo que nos mantiene vivas, con color en las mejillas? ¿La estupidez, como dice Sally, que sentimos hacia la misma humanidad?

Es claro que tenemos peculiares influencias que no terminamos de explicar. Es evidente que Sally es, para mí, una de ellas.

Debo de irme, Estefa. Iré a ver a unos personajes excepcionales en mi vida, después de mucho tiempo sin verlos. Luego, mañana, el mundo laboral me habla (ahora sé que no soy mi trabajo y mi trabajo no soy yo, así que eso me mantiene tranquila y fuerte para cumplir con ello). Me siento optimista, pero admito que llegar aquí no ha sido fácil; también culpo que estoy en mis días fértiles y mis hormonas cooperan.

Nos leemos siempre,

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Marissa Vargas Sánchez
Atrabancadas

Tamaulipeca. Tried to be chill and cool but I care a lot about a lot of stuff.