15 de Febrero: Lamento

Lamentamos la destrucción de la creación de Dios y el dolor que esto causa. El archipiélago de Fiji es un gran ejemplo de cómo el daño a la creación también hace daño a la familia humana.

Fiji está particularmente expuesto a los efectos del cambio climático. Al ser un grupo de islas bajas, son vulnerables al aumento del nivel del mar, lo cual se debe al calentamiento global. El aumento en el nivel del mar trae agua salada a las tierras de cultivo, lo que afecta la agricultura, además las mareas de tormenta provocan inundaciones por lo que las familias se ven obligadas a abandonar sus hogares.

Debido a estas vulnerabilidades, toda la aldea fiyiana de Vunidogoloa ha sido reubicada, el país se está preparando para un gran desplazamiento de personas, por lo que ha creado una designación legal de “refugiado climático” para adaptarse a la ola esperada de migrantes internos.

A pesar de la incertidumbre existente, la gente de Fiji ha recibido a sus vecinos en Kiribati que están aún en mayor riesgo, quienes compraron 20 kilómetros cuadrados de tierra en Fiji. Han planeado reubicar al país completo para cuando el cambio climático haga que sus tierras sean inhabitables.

Aunque lamentamos la pérdida de tierras y el cambio en las formas de vida en Fiji, agradecemos la gracia y la calidez de esta población, y la gracia de Dios que siempre acoge nuestro arrepentimiento.

Te invitamos a unirte al lamento, reflexiona sobre lo que sería perder tu hogar y sentirte obligado a abandonar tu país, y reza por todos los refugiados climáticos.

“¡Ay, cuán desolada se encuentra la que fue ciudad populosa! ¡Tiene apariencia de viuda la que fue grande entre las naciones! ¡Hoy es esclava de las provincias la que fue gran señora entre ellas!” (Lam. 1:1)

“El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!.” (Lam. 3:22–23)