Estaba más guapa antes

Azul Corrosivo
Azul Corrosivo
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3 min readMar 21, 2021
Glossier

Me veo mejor en todas las fotos antiguas. Me gusta más el corte de pelo que llevaba y cómo me vestía, tenía la piel menos apagada y me hacía mejor el eyeliner, se me veía más contenta y menos amargada. O eso creo. La realidad es que cuando me hice todas esas fotos no me gustaban, y mi opinión sobre ellas solo evolucionó pasado un tiempo prudencial -e irracional-.

En un año de pandemia he vivido en chándal, prácticamente he dejado de cuidarme la piel y he visto caer en picado mi autopercepción. No me he pintado los labios en meses y bajo a comprar con leggins y sudadera. Pienso en arreglarme para llevar a cabo una de esas acciones cotidianas y limitadas que podemos hacer ahora y algo me paraliza. La idea de cuidarme, de dedicarme unos minutos sin mayor ambición que volver a pensar en mí misma como un ente más allá del pijama me resulta ajena, como si ese acceso a lo estético fuera un ritual inmerecido.

Lo que antes me proporcionaba cierto control frente al caos, ese rato de elegir qué ponerme o la sensación de estrenar labial, se ha convertido en un flashback. Y resulta que suprimir esa parte de mí (que siempre me pareció frívola por el machaque misógino) me ha afectado casi como cualquier otro sentimiento de ausencia.

A lo mejor no es que estuviera más guapa antes sino que una vida más libre y menos precaria favorecía las ganas de desarrollar todos esos pequeños gestos de bienestar. A lo mejor es que nunca vamos a estar conformes con nuestro aspecto por una presión social desmedida a la que ahora se suman un montón de consejos para “sentirte guapa también en casa”.

A lo mejor el chándal y la cara lavada son simplemente un descanso estético y tenemos que empezar a reconstruir nuestra autoestima desde ahí, desde la certeza de que la búsqueda de bienestar también depende de momentos vitales tan fluctuantes como el sistema en el malvivimos. De que este año de mierda nos ha afectado a tantos niveles que quizá tardemos otro año en recobrar esos hábitos o construir otros que nos funcionen en esta “nueva normalidad”, entendida no como una fase sino como un cambio de paradigma que ha trastocado incluso los aspectos más sutiles de nuestra vida.

Somos personas distintas un año después, pero algunos destellos me recuerdan que mi antiguo “yo” sigue bajo los escombros. Por eso no he dejado de guardar vestidos de flores en mi wishlist, aunque la primavera en Madrid dure un total de tres días al año y vayamos a vivirla con una mascarilla que nos cubre la cara, porque la esperanza de volver a experimentar hasta las liturgias menos solemnes, como la raya del ojo que te salva la vida, es más potente que todo este trauma colectivo. Y estoy convencida de que dentro de dos años también me veré más guapa en las fotos de 2021, peronopasanada.mp3

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Azul Corrosivo
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Comunicación audiovisual, cultura y gatos. Never not hungry. Antes en BuzzFeed España y BuzzFeed LOLA.