Hayley Williams o cómo ayudar a una generación a sobrevivir a la veintena

Azul Corrosivo
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4 min readJul 21, 2020
Foto: Lindsey Byrnes

La frontwoman de Paramore tenía 17 años cuando la banda lanzó su primer disco, All We Know Is Falling. Poco más tarde iniciaba una relación de diez años con Chad Gilbert, guitarrista de New Found Glory. Tras su divorcio en 2017, Williams habló sin tapujos sobre lo que habían supuesto esos años para su salud mental, admitiendo que llegó a pesar 41 kilos y que se refugió en el alcohol. Todo ese viaje se ha plasmado en cinco trabajos con Paramore y un nuevo álbum en solitario que funciona a la vez como un cierre y un inicio de etapa con el que todas podemos identificarnos en este año convulso.

Las chicas que crecimos y moldeamos nuestra forma de enfrentarnos al mundo con su música en los 2000 tenemos una deuda impagable con ella. Su fiereza en el escenario y su estilo único -que tantas melenas pelirrojas generó en esa década- eran la confirmación de que las mujeres jóvenes no solo existían en sus propios términos, sino que además tenían éxito. Su influencia invitó, en esos años críticos para las adolescentes, a explorar inquietudes y confrontar lo establecido desde una óptica que entonces nos era ajena: ocupando espacio, siendo ruidosas y jugando con nuestra expresión estética. Frente a las invitaciones históricas de la sociedad a mantenernos pequeñas, calladas y obedientes, su forma de existir nos inspiró a exigir cambios.

One of the guys

De toda esa ferocidad inicial ha hablado Williams en la promo de su reciente disco Petals For Armor: “Toda la misoginia que encontraba la gestionaba con ‘Bueno, soy uno de los chicos, que te jodan’, escupiendo de vuelta como podía y siendo ingeniosa. Y tocando más fuerte y mejor que cualquiera de los tíos en los conciertos, pero eso no hizo mi vida mejor”. Y para canalizar toda esa rabia se sumergió en un largo proceso de terapia y curación donde descubrió, como muchas de nosotras hemos hecho en la veintena, que la vulnerabilidad y la compasión son armas más potentes.

De la rabia aplastante, la frustración y la ansiedad incapacitante de los primeros años de juventud a la conexión propia, la importancia de la salud mental y la libertad de construir un yo consciente en constante evolución mientras nos acercamos a la treintena. La carta abierta de Hayley Williams sobre su proceso depresivo se hizo viral en 2018, ofreciendo claridad y aceptación a toda una generación de mujeres que sufrían sus propios infiernos.

Ensayo y error

Williams también ha sido una figura clave para el feminismo en la industria de la música. Ha sido vocal contra las desigualdades de poder y los abusos en el sector, y su crecimiento personal ha pasado, irremediablemente, por abrazar sus propias incongruencias. En 2018, Paramore decidió dejar de tocar ‘Misery Business’ (once a whore you’re nothing more) en sus conciertos por conciencia feminista: “Parte de la razón por la que la retiramos fue porque no podía hacer las paces con ella y ya no me sentía identificada. Ese fue el principio de reconocer lo que estaba mal, para después buscar lo correcto e implementarlo en mi vida”.

Examinar y reconocer nuestra misoginia interiorizada sigue siendo una de nuestras asignaturas pendientes. Hace unas semanas salían a la luz algunos monólogos de 2012 de la cómica Elsa Ruiz en los que aparecían bromas machistas. Aunque ese proceso de búsqueda de material antiguo nació de un ataque tránsfobo, el incidente nos sirvió para recordar que la evolución es necesaria y motivo de orgullo. Si se nos remueve el estómago al leer algo nuestro de hace una década, algo estamos haciendo bien. No reconocernos en opiniones pasadas es síntoma de transformación, casi siempre para bien (salvo que seas Feminista Ilustrada).

Lo personal es político

Decía que le debemos mucho a Hayley Williams, y yo la he elegido a ella para ponerme delante del espejo a tres meses de cumplir treinta años y descubrir a una persona completamente diferente, pero hay infinidad de altares y referentes. Si he sido capaz de reestructurar mis prioridades, de aprender a tratarme con ternura y de encontrar fortaleza en mis errores y debilidades, ha sido gracias a que otras mujeres han dado el paso de contar sus experiencias para darnos el relevo.

En un mundo en el que la vulnerabilidad está penalizada y la conversación sobre salud mental sigue cargada de prejuicios, que artistas con un altavoz gigantesco abracen su proceso vital con honestidad y calidez es alentador. Cada historia es gasolina, hogar y comunidad.

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Comunicación audiovisual, cultura y gatos. Never not hungry. Antes en BuzzFeed España y BuzzFeed LOLA.