La certeza de lo cotidiano como centro de la supervivencia
Llevamos dos meses transitando una anormalidad agotadora. Hemos adaptado todos nuestros hábitos y costumbres a este momento inaudito en nuestra historia, desde modificar nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos hasta explorar otros hobbies en forma de distracciones.
Sobre la evolución del término rutina escribía Marta Trivi en AnaitGames: “Desde hace unos años y coincidiendo, no por casualidad, con un mayor interés por la vida saludable y el aumento de las conversaciones alrededor de los trastornos mentales, establecer una rutina es presentado como algo necesario, un esfuerzo beneficioso que, a la larga, nos ayudará a estar más sanos y a sentirnos mejor con nosotros mismos”.
Para mí, las rutinas siempre han sido un refugio. Las personas ansiosas solemos atarnos a la consecución de pequeños objetivos diarios, a los rituales cotidianos, para seguir acariciando la realidad y así evitar que se disparen nuestros miedos, mucho más a flor de piel en periodos de inestabilidad y… pandemias mundiales.
En estas semanas he buscado inconscientemente dinámicas que me hicieran sentir mejor e incluso he pospuesto videollamadas para cocinar o hacer ejercicio porque necesitaba priorizar esas costumbres. La idea de estar permanentemente disponibles nos ha redescubierto la importancia de nuestros hogares cuando son espacios seguros, y bajo ese paraguas han cobrado un peso especial los artefactos culturales, acompañándonos y ofreciéndonos consuelo o catarsis.
Además de la retahíla de películas, conciertos online o libros recomendados, una de mis evasiones favoritas ha sido YouTube. Decenas de canales de mujeres chinas y coreanas cocinando postres, ahuecando cojines o recogiendo tomates me han ofrecido un calor especial estos días, donde hemos sentido más que nunca la necesidad de buscar bienestar en las pequeñas cosas.
Las rutinas de la esfera privada, tradicionalmente habitada por las mujeres, han pasado a la primera línea en la búsqueda de confort durante el confinamiento. Todo lo que históricamente ha sido sinónimo de aburrimiento, un espacio a evitar, es lo que nos está salvando la vida una vez más.
