Shiv Roy o la tragedia griega a la que quisimos ver gobernar

Azul Corrosivo
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3 min readMay 31, 2023

Acababa ayer de ver Succession, la serie con la que más he disfrutado en los últimos años, con una sensación agridulce. La dulce: ver a Roman con esa sonrisa de lado y su Martini, la bebida predilecta de Gerri, en un lugar mejor sin la presión insoportable de ser CEO, con espacio para sanar (o no) alejado del ciclo de abusos de la familia. La agria: ver a Kendall destruido porque toda su vida ha sido una carrera de fondo para ese momento que nunca acabó de llegar, habiendo hecho de su posible estatus toda su personalidad. Y eso que lo rozó con los dedos. I’m the eldest son!

Pero Siobhan.

Lo de Siobhan Roy y su arco de personaje es puro amargor. No es que Shiv haya sido nunca una lumbreras empresarial, una girl boss -como dicen algunos-, y desde luego que nunca ha sido “una gladiadora”. Se ha pasado 39 episodios autoboicoteándose, no ha tomado una sola buena decisión, y cuando parecía que le llegaba su momento de conseguir algo, ahí estaban los hombres de su entorno para dejarla vendida. Pero ella también jugaba sus cartas.

Los últimos minutos de la finale la muestran llevando a cabo el enésimo revulsivo: cansada de las últimas puñaladas, revolviéndose ante la coronación de su ególatra hermano mayor, con su bebé y ella quedándose atrás en la reconstrucción del imperio del que siempre quiso su porción. Pero no a cualquier precio.

Cuando da el golpe de efecto y acepta a Tom como CEO, su reacción parece motivada por el hartazgo y sus ansias de poder: está en el peor momento posible con su marido, que ha vuelto a traicionarla, pero hará lo que sea para que Kendall no sea el jefe. Aunque suponga morir matando.

En el último plano de su trama, un Tom altivo y reconvertido en el nuevo Logan Roy le tiende su mano sin mirarla. Siobhan pone la suya encima sin apenas rozarla, resignada y un poco aterrada por la vida que ha elegido. Manipulada por su marido, con el que ha tenido tres episodios de forcejeos emocionales que él tenía bien estudiados, y recibiendo su rechazo hasta poco antes de cambiar su voto. Cuanto más distante y firme se mostraba Tom, más enganchada se encontraba ella a una espiral de violencia que recuerda a la que vivió con su padre, que es a quien finalmente ha elegido.

Pero no puedo evitar pensar que la única hermana Roy merecía un final mejor. Es cierto que toda la decisión final depende de ella y su personaje marca el destino del resto de cartas de la baraja, pero relegarla a ser una sombra no era el desenlace que queríamos para la única mujer de la serie que podía ofrecernos una suerte de calmante ante un sistema tan lacerantemente desigual.

Me cuesta pensar que la Shiv que hemos conocido y amado-odiado cuatro temporadas pudiera ser capaz de aceptar ese destino. Ella habría forzado otro giro de guion, uno en el que ella tomara el control y destruyera a sus hermanos para agarrar el cetro. Pero supongo que esa fantasía de poder era más una proyección de lo que queríamos ver representado. Queríamos verla ganar, pero el show se ha esforzado en recordarnos que Shiv no era el espejo que queríamos que fuera.

Aunque el mayor logro de este show es habernos generado una extraña empatía por una familia de multimillonarios sin escrúpulos que en la vida real nos querríamos comer, muy cerca podría estar que en el fondo todas deseáramos que Shiv le prendiera fuego a todo y acabara ostentando el poder mientras aterrorizaba a todo su equipo volviendo a trabajar 36 horas después de dar a luz. Pero resulta que se es rica antes que mujer en la escala de las cosas, y eso es algo que ninguna vamos a entender del todo.

DEP Siobhan Roy.

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Comunicación audiovisual, cultura y gatos. Never not hungry. Antes en BuzzFeed España y BuzzFeed LOLA.