El incómodo y justo retrato de Eighth Grade
La ópera prima de Bo Burnham va al corazón de la “dramática” vida del octavo grado y la escuela intermedia.
Eighth Grade es buen cine independiente estadounidense. Enfocado, justo con su protagonista e integro a su “mundito”. Es una película sobre una niña incómoda, teenager con papeles, que a través de las redes sociales se proyecta con respuestas y se define por lo que ve publicado en las cuentas de sus compañeros de clase.
Su guión y ejecución tienen momentos logrados a través de los cuáles se nos posiciona como audiencia perfectamente en los zapatos de Kayla al punto que entendemos sus circunstancias y la queremos ver salir ilesa de esta etapa (aún sabiendo que es imposible).
Elsie Fisher es un descubrimiento y una joven actriz a la que uno ve tomando decisiones en pantalla. En su interpretación no hay accidentes y en su cálculo todo se mueve a la naturalidad de estar presente, de no forzarse en Kayla. Y es algo que vemos reflejado específicamente en los silencios, donde ella existe, respira, vive.
¡Spoiler!
Se cae en un tercer acto complicado, que desemboca en una escena de padre e hija (en donde, claro, se perdonan y se dicen que se aman) que parece sacada de una telenovela y que no va a tono con una película que hasta ese momento había evitado caer en la trampa sentimentaloide del growing up non-comedic story.
De todas maneras es un buen turno al bate para el stand-up comedian convertido en director Bo Burnham y un proyecto que provoca ganas de verle más cine en el futuro.
Eighth Grade te gana en corazón porque está en manos de un joven cineasta que le es fiel a la realidad de su sujeto.
Eighth Grade está disponible en VOD.