Ryan, “Question Mark” vía Flickr (CC BY 2.0)

Agilidad por palabras: requerimientos cambiantes

Juan Daza Arévalo
Baltaca
4 min readAug 5, 2016

--

Mi primera impresión de la palabra requerimientos apuntaba a un anglicismo: requierments. Un giro cuyo origen no tenía un rastro cercano a nuestra cultura. Le hice el seguimiento del caso y requerir tiene un origen hermoso, pertinente a la búsqueda asociada a la creación y el cambio.

Requerir viene de latín requirere que según la fuente es la suma de “re (indica repetición) y quaerere (preguntar): es decir, preguntar y seguir preguntando.” El requerimiento es una conversación armada de dudas. Es el laberinto de ideas sin resolver que se asoma en forma de interrogante. No debería ser una solicitud sino la manifestación, en un pedido, de una hipótesis por validar.

Queremos hacer cosas que den valor cuyo origen sea una pregunta. Si esa duda nace en el cerebro o en las tripas: la pienso o la siento/intuyo es material de otros escritos por venir. “Algo me dice que deberíamos…” es la bandera que levanta el barco del que quiere hacer. En su asta, a veces tímida, está labrada la intuición. Y salimos en el viaje complejo de validar la pregunta. Por eso, se debe re-preguntar una y otra vez.

Requerir no es imponer una idea. Porque no son pocas las veces en las que se solicitan requerimientos que no agregan valor o están precedidos de adjetivos que amplifican (para eso están) un desconocimiento completo de lo que se quiere: “quiero que sea dinámica”, dicen; “más moderna”, agregan; “como…” y llega la metáfora y en ese momento es obligatorio hacer una pausa. Porque las metáforas (bienvenidas y respetadas) son un intento de respuesta, una brújula imantada que apunta a un norte posible, pero antes de tomar ese camino siempre se debe parar para ver y confirmar: ¿cuál es la pregunta? ¿cuál es la pregunta que nos estamos haciendo, nuevamente?

Un requerimiento que cambia no es un ajuste, es una nueva pregunta. Bienvenidas todas las interrogantes porque desde la agilidad, la excelencia y la mejora continua se logra gracias al debate, a la confrontación, al ciclo corto, y en ese contexto las preguntas son un combustible, es más, son un catalizador. Acelera el mejor resultado. Por eso, es necesario que las personas involucradas en todo el proyecto, los stakeholders, estén al tanto de si están buscando ajustes o abriendo nuevas preguntas.

No soy el primero en alegar por la personalidad de una pregunta. Carl Sagan defendía el valor de las preguntas en su libro “El mundo y sus demonios” y yo estoy aquí para hacer eco de la mente hermosa de semejante pensador y confirmar que es cierto que:

“Hay preguntas inocentes, preguntas tediosas, preguntas mal construidas, preguntas levantadas después de una auto-crítica inadecuada. Pero cada pregunta es un grito para entender el mundo. No hay tal cosa como una pregunta estúpida.”

Puede que el momento no sea el acertado: pregunta que llega tarde; puede que el lugar para hacerla no sea el correcto: pregunta perdida y sin GPS; puede que la persona que la escucha no la entienda: pregunta solitaria; Pero cada pregunta es un grito para entender el mundo. Entender el mundo. Entender que en un equipo donde se valora el propósito es necesario abrir espacios para las preguntas que llegan porque son llamados de atención. Algo está pasando para que surja una pregunta y se debe estar con los sentidos dispuestos a buscar si vienen más dudas o si hay una respuesta, una acción.

Los requerimientos son preguntas que ambas partes se deben hacer: tanto el que tiene la visión del producto/servicio, como el que lo está produciendo/desarrollando o sacando adelante. Es válida la pregunta, sí; y es igual de válido afirmar que no se está en el momento para atenderla; que actuar sobre ella puede desviar los esfuerzos y la estrategia misma; que una pregunta necesita de contexto (eco) para que resuene en el equipo y no sea un capricho oculto; que no “se hace lo que yo digo” sino se atiende la interrogante para el beneficio del usuario y del negocio mismo.

Su requerimiento no es una instrucción. Eso es, una instrucción; y si su cultura se basa en ese modelo de comando y control, pues es su terreno y es su cultivo y son sus frutos los que asomarán. En otras industrias, la apertura a la revisión es parte de un diálogo. El segundo de los principios de la agilidad dice, según el manifiesto ágil:

“Bienvenidos los requerimientos cambiantes, aunque llegan tarde en el momento de desarrollo. Los procesos ágiles utilizan el cambio para la ventaja competitiva del cliente.”

Ese cambio es un viraje y debe ser pedido con responsabilidad. Porque la agilidad no promete que el equipo está presto a hacer lo que se les diga en poco tiempo y de manera servil. El equipo protege un propósito en el que cree y apunta a empujar su talento constantemente, en procura de un producto/servicio que le de ventaja competitiva al cliente. Y agrego: atendiendo a la par el valor para el usuario final.

Si su cultura confunde la posibilidad del cambio con los juegos del poder para responder a sus ánimos, las preguntas que se debe hacer son otras y van de la mano de procesos de transformación y crecimiento personal. Proteja a su equipo. El liderazgo es otra cosa. Es asumir las preguntas de manera transparente en procura del mejor resultado: así nacen las invitaciones para innovar, crecer y cambiar.

Permita que lleguen muchas preguntas, ellas mismas irán proponiendo el tono.

--

--

Juan Daza Arévalo
Baltaca

Hackeando el bienestar a punta de agilidad (agile).