El Caballero de los Espejos

Fernando Suarezserna

Sentado frente al fuego, el Caballero de los Espejos contaba sus hazañas. Ahí presumió su más difícil batalla, la que más le causaba orgullo: el día en que había vencido a don Quijote de La Mancha. Del otro lado de la fogata, su interlocutor se puso de pie y reveló su identidad.

–Usted nunca me ha vencido.

El caballero de la triste figura miró al Caballero de los Espejos, que se negó a retractarse. Fijaron un duelo al amanecer, para determinar quién era el hombre que decía la verdad. El pacto fue el siguiente: quien perdiera, dejaría de ser un caballero y pasaría el resto de sus días sin más aventuras.

Al salir el Sol, ambos montaron sus caballos y tomaron sus lanzas. Cervantes dice que él tampoco se lo explica, porque en más de ochocientas páginas, es la única vez en que Rocinante –el corcel de don Quijote– galopó a toda velocidad. A un costado del enfrentamiento, Sancho Panza miró a su señor embestir con furia hacia el Caballero de los Espejos, temió lo peor. El duelo no era un juego como tantos otros que habían tenido. El Quijote, por primera vez, enfrentaba a un caballero de verdad: no había puesto en riesgo sólo dejar sus hazañas; había puesto en riesgo su vida.

A toda velocidad sobre su caballo, el Quijote apretó la quijada. El Caballero de los Espejos cerró su corazón. El encontronazo fue brutal. La lanza del Quijote llegó exacta al pecho del Caballero de los Espejos: su armadura se rompió en pedazos. Al caer de su caballo, su cuerpo quedó inerte en el suelo. El Quijote ganó.

La sorpresa vino al acercarse al Caballero de los Espejos para asegurarse de que siguiera con vida porque, al levantar su casco, encontraron un rostro conocido: el bachiller Sansón Carrasco, quien supuestamente era amigo del Quijote.

Sancho Panza perdió la cabeza.

–Este desgraciado nos mintió a la cara. ¡Nos traicionó!

El caballero de la triste figura tomó del hombro a su fiel escudero.

–No, Sancho. Hay una explicación lógica: seguro el bachiller estaba hechizado.

El Quijote llevó la mirada al suelo, y continuó.

–…Ya me ha sucedido antes.

Al inicio del libro, don Quijote se volvió caballero porque, de tanto leer libros de caballería, se le secó el cerebro. A lo largo de la novela hay personajes que, ‘por su bien’ pretenden detenerlo. En uno de sus tantos intentos, se meten a su casa para tirar sus libros. Los primeros de los que se deshacen son de los de poesía. "De caballero quizá podamos curarlo, pero si se vuelve poeta, de eso ya no hay regreso".

Don Quijote de La Mancha fue la primera novela donde dos amigos salen a aventurarse por el mundo. Sancho Panza fue el primer sidekick de la historia.

Aún más importante que eso, fue la primera novela en defensa de la imaginación. Porque no era el mundo el que dictaba sobre la mente del Quijote, sino la mente del Quijote la que dictaba cómo funcionaría el mundo. Prefería ser decepcionado una y otra vez por sus supuestos amigos, que perder la confianza en las personas. Era un héroe que se endureció a lo largo de sus aventuras, pero que no perdió jamás la ternura.

No existen libros viejos. Sólo libros que aún no hemos leído.

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