Puro balón

Pep Lupe Mourinho
BAMcomunicacion
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2 min readMar 12, 2020

No importa si es la cascarita del recreo, cuando en lugar de un balón se juega con un bote aplastado y relleno de papel aluminio, o si es el partido de llano en el que cada jugada es más tierra que futbol; no importa si es un juego profesional en el que las caídas son mitad reales y mitad actuaciones para impresionar al árbitro.

En todos lados está, en todos lados existe ese defensa férreo que encarna aquel antiguo adagio de «pasa el balón o pasa el hombre, los dos no». En cada jugada, vaya al balón o a la pierna, alzará los brazos y dirá que él no hizo nada, que la jugada fue limpia.

Como Temis, temida diosa de la justicia, es ciega, no nos sorprende que muchas veces triunfe el mal. Una patadita por aquí, un empujoncito por allá, los brazos inmediatamente arriba para indicar inocencia, y el partido sigue su curso sin que el juez emita la condena justa. «Sígala», dice, «puro balón».

Puro balón. Este es el mantra bajo el cual rigen su vida, bajo el cual nosotros mismos aprendemos a regir la nuestra. Cometemos una injusticia por aquí, un acto malvado por allá e inmediatamente recurrimos a nuestra vieja fórmula para librarnos de toda culpa. Aunque sabemos que no es verdad, confiamos en la voluntad caprichosa de Temis e intentamos convencerla de nuestra versión de los hechos: puro balón.

La vida misma nos maltrata, es injusta. Se parece punto por punto al ventajoso que mete una sancadilla para evitar que llegues primero al balón, al que recarga su antebrazo en tu espalda para ganarte el salto, al que te jala del jersey para cortar tu carrera.

Caemos, siempre nos estamos cayendo. La vida es un deporte de contacto. Pero también nos levantamos a seguir buscando el balón porque sabemos que no hay árbitro que nos marque esa falta, no hay juez que emita un fallo, no hay diosa de la justicia a la cual temer.

Nos levantamos y seguimos con el juego, con nuestra vida. A fin de cuentas el marcador no importará, ni importarán las veces que estuvimos en el suelo. Importarán los momentos que disfrutamos, los momentos que nos hicieron sonreír y apreciar que la vida es maravillosa cuando nos pudimos divertir con el balón en los pies.

Al final entendemos que eso mismo que nos hizo caer tantas veces es lo mismo que nos hace levantarnos, porque es lo único que importa: el puro balón.

Foto por Peter Glaser en Unsplash.

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