Viajar como viaja la luz
Estar vivo es ir de un punto a otro. Viajar como viaja la luz, a través de los años. Empezar en un instante y acabar lejos de ahí, años después. Es una distancia que se atraviesa en términos de tiempo: pasado, presente, futuro. No se trata de distancia en kilómetros, sino en segundos. Estar vivo es suceder entre dos momentos específicos de la historia. Estar vivo es ser parte del tiempo.
Lo difícil de ese transcurrir, no precisamente es mantenerse vivo; nuestro cuerpo respira por sí mismo, el corazón late sin que tengamos que ordenarlo y comer nos da placer, así que lo hacemos sin problema. Lo difícil de vivir es sobrellevar la incertidumbre del tiempo en el que sucedemos. Lidiar con la duda de qué será de nosotros, cuándo, dónde, con quiénes, por qué.
Nuestra mente, imparable como el tiempo, enciende pensamientos que si bien comienzan como grietas, pueden convertirse en peñascos, o incluso abismos, donde no vemos el suelo ni el fin. Estar vivo es una gran incógnita en la que se nos va la misma vida. Buscamos el sentido de lo que somos o hacemos a través de nuestras acciones, de nuestras labores, inclusive de las personas que nos rodean.
Si nos descuidamos, llegamos fácilmente a sentirnos abrumados por tantas posibilidades de todo lo que podría suceder, de todo lo que no podría suceder, y de cómo nos afectaría cualquiera de esas alternativas.
Si no somos capaces de lidiar con esa infinidad de alternativas, con esa vastedad de posibilidades, empezaremos a vivir profundamente angustiados y sumergidos en una sensación que seguramente rebasará cualquier certeza, y entonces nos matará de miedo la sola idea de que cualquier cosa podría pasar y que es probable que no estamos preparados para ella.
La mejor manera que he encontrado para navegar en el tiempo, es tratar de discernir si lo que me preocupa no está sucediendo aún o si ya sucedió. Todo lo que no sea en el presente, no existe; así que no te angusties ni sufras por lo que aún no pasa, lo que no está pasando, o lo que no sabes si pasará. Observa a dónde te lleva el tiempo, a qué orilla te acerca o de cuál te aleja.
Lo cierto es, que mucho de lo que pase estará basado en una decisión que podremos tomar, moldear, cambiar, compartir. Y todo lo demás, en lo que no tengamos injerencia ni capacidad de decidir, va a pasar de cualquier forma, o no, pero no lo sabes.
Afuera de nosotros hay un universo sucediendo. Adentro de nosotros hay otro más. Vamos escribiendo los días uno a uno. Disfrutemos esa trayectoria, viajemos como la luz y veamos en dónde terminamos. Lo que es un hecho, es que será algo que queramos, porque de eso se trata poder decidir.
Siempre podemos decidir, inclusive cuando la decisión sea morirse creyendo que valió la pena estar vivo o no.
