El futuro exponencial y la economía de la abundancia

Christopher Pierce
BCN 1.0
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5 min readMay 6, 2020

La calefacción se ha malogrado, justo ahora que el frío comienza a llegar fuerte desde el norte. Estoy durmiendo con buzo, medias y dos frazadas encima. Salir de la cama significa enfrentar un aire gélido, lo que me obliga inmediatamente a ponerme una chompa de lana de alpaca y caminar alrededor del departamento dando vueltas entre la sala y el lobby para ver si así logro generar un poco de calor.

Como al parecer no había forma que me contesten el teléfono, fui en busca de la empresa que hace el servicio técnico de la calefacción. Decidí ir a pie porque no era tan lejos y porque, sinceramente, caminar es una de las cosas que más me gusta de Barcelona. El distrito donde vivo, L’ Eixample, es una gran cuadrícula de alta densidad con veredas amplias, lo que quiere decir que la urbe está diseñada para que las personas se trasladen de un lado a otro sencillamente con la energía que pueden generar de sus dos pies.

Cada caminata en Barcelona es una pequeña expedición en la que encuentro lugares de arquitectura novedosa, parques escondidos ó algún café pequeño y acogedor. En esos paseos, además, tengo tiempo para ordenar algunas ideas y darle mayor profundidad a algunas de las cosas que estoy aprendiendo en la maestría.

Y eso es exactamente lo que me pasó hace unos días. Mientras andaba por las calles rectas y arboladas de L’ Eixample, mi cerebro trataba de digerir la clase que habíamos tenido el día anterior. Dedicamos las cuatro horas enteras a hablar de un futuro exponencial, uno donde tecnologías disruptivas como Inteligencia Artificial, Impresión en 3D, Nanotecnología y otras están cambiando no sólo la manera como interactuamos con el mundo, sino la velocidad a la que estos cambios ocurren.

¿Qué quiere decir esto? El profesor nos puso un ejemplo.

–Hoy en día todo lo hacemos de manera lineal. Si quiero caminar 30 metros voy a ir del 1 al 2, del 2 al 3 y así hasta llegar a 30 metros exactos. Sin embargo, cuando hablamos de crecimiento exponencial cada metro es el doble del anterior, lo que quiere decir que de 1 pasas a 2, de 2 a 4, de 4 a 8, de 8 a 16 y así sucesivamente. Para cuando hayas terminado de contar hasta 30 habrás caminado 1,073,741,824 metros, es decir habrás dado la vuelta a la Tierra 26 veces.

Gráfico sobre el crecimiento linear vs. el crecimiento exponencial

Esto es lo que se llama la Ley de Moore. George Moore es el fundador de Intel y fue CEO de la compañía mucho tiempo. En 1965 publicó un ensayo en el que describió que la potencia de las computadoras se duplicaría cada año (luego haría una corrección para afirmar que sería cada dos años) al mismo costo y, más aún, que esa tendencia continuaría al menos las siguientes dos décadas. Pues bien, han pasado más de cincuenta años y hasta ahora la Ley de Moore se sigue cumpliendo, a pesar de que algunos predicen que, ahora sí, el fin de su vigencia está cercano.

Lo que nos trae al día de hoy.

Nuevas tecnologías que antes parecían inaccesibles comienzan a serlo y las implicancias que eso tiene para la humanidad son incalculables. Los ejemplos abundan. Uno muy cercano a todos nosotros son los precios de la conexión a internet en nuestros teléfonos. Un plan de costo medio hace no tanto tiempo atrás te daba unos 2Gb por US$50. Hoy en día en el Perú puedes tener internet ilimitado por US$20.

Lo mismo va a ocurrir con otras tecnologías que cambiarán el mundo. Por ejemplo, ya es una realidad que se están imprimiendo prótesis de brazos y piernas en 3D a una fracción del costo que tenían hace sólo un par de abriles. Es más, el precio de una impresora en 3D ha bajado sustancialmente y lo seguirá haciendo año a año, mes a mes, día a día y, al mismo tiempo, éstas serán más potentes, capaces de hacer hoy lo que ayer era imposible. Imaginen un futuro no muy lejano donde cada hogar tenga una impresora en 3D y pueda crear no solamente cosas tan necesarias como la prótesis de un brazo o una pierna, sino incluso los instrumentos más comunes, como un juego de platos y tazas con un diseño que encontramos online y que de otra forma hubiera sido muy difícil y caro de conseguir en una tienda. Toda nuestra forma de producir y consumir va a cambiar. Para siempre.

No es broma, piénsenlo. Si en el futuro cada uno de nosotros puede tener una pequeña fábrica dentro de su casa, ¿para qué necesitaríamos comprar ciertos productos en otro lado? ¿Cuál sería el objetivo de ir a una tienda? ¿Para qué comprar unas zapatillas Nike si las puedo hacer yo mismo, con el diseño que quiero y con los colores que se me da la gana?

–Hasta ahora –dijo el profesor en un momento– la economía está basada en la escasez. Las cosas son valiosas porque son escasas. El futuro va a ser diferente, la economía estará basada en la abundancia. Los avances en la tecnología harán que muchísimas cosas tengan un costo mínimo o sean gratis y que, por lo tanto, sean altamente accesibles. Y esto no es algo lejano, muy por el contrario, es algo que está ocurriendo hoy día, ahora mismo. ¿Alguno de ustedes ha comprado alguna vez una enciclopedia? Ni siquiera lo pensarías porque tienes Wikipedia sin costo alguno y puedes consultar su contenido en cualquier momento gracias a tu teléfono. Sin embargo, comprar enciclopedias era algo bastante común hasta hace poco y gastábamos cientos de dólares en ellas.

Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: Si el futuro estará basado en la abundancia, ¿seguiremos trabajando? ¿Con qué objeto? Comida, salud, vivienda, transporte… todo sería tan fácil de conseguir que incluso se hace difícil imaginar cuál sería el propósito de nuestras vidas. Quizás nos convertiríamos en globos humanos como en Wally, esa película donde las personas están más sanas y más satisfechas que nunca, pero al mismo tiempo son absolutamente inútiles. Si no tenemos que preocuparnos por cubrir las necesidades más básicas para vivir, ¿seguiríamos innovando, creando cosas nuevas?

La intuición me dice que sí. Lo que me da esperanzas es quizás la que considero la característica más importante el ser humano: la curiosidad. Siempre queremos saber más, explorar más allá de lo que ya conocemos. Es parte de nuestra naturaleza, está impreso en nuestro ADN. Y es esa curiosidad innata la que hace que permanezca optimista con respecto al futuro.

Así que, al menos por ahora, tengo que preocuparme por tratar de transformar mi mentalidad y pasar de un pensamiento lineal a uno exponencial. Sé que no va a ser sencillo. Menos aún ahora que estoy frente al local de la empresa de servicio técnico de la calefacción y nadie contesta el timbre. La única opción que me queda es tocar la puerta y esperar que alguien la escuche, de la misma manera que se ha hecho durante cientos de años.

Supongo que también hay cosas que no cambiarán.

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Christopher Pierce
BCN 1.0
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Brand & Business Innovation. Design Director Creativo at Partn&rs (www.partners.pe)