El baile de la Victoria y el retrato de la ciudad

Bernardo Palau C
Cinestilo (archivos de un blog)
2 min readApr 15, 2010

Se podría escribir un libro sobre cómo se retratan una misma ciudad en la cinematografía de diferentes directores. Más allá de los barrios donde se filme, hay una sensación diferente dada por los personajes que la habitan, la fotografía con la que se imprime y la música que le da vida. Nueva York de Scorsese no es la misma ciudad que para Woody Allen, como el Santiago de Andrés Wood no es igual que el Fuguet en ‘Se arrienda’, y está última difiere totalmente de la ciudad que Fernando Trueba muestra en ‘El baile de la victoria’.

Son casi mundos diferentes: Mientras Wood imprime un gris moderno y (a ratos) deprimente que se mezcla con los colores del desarrollo y la modernidad, Trueba muestra una ciudad en que el gris se combina con otros colores oscuros que la impregnan de cierto romanticismo de otra época, algo que quizás solo un extranjero podría darle. En ‘El baile de la Victoria’ no existe el Santiago de tacos, metro, Transantiago, blackberrys y autopistas urbanas. Mas bien es una ciudad de cafés, clubs exóticos, céntricos hoteles, cines porno y antiguos avisos de neón. Trueba además se toma la licencia de acercar físicamente la ciudad al mar y a la cordillera, estableciendo la capital como una onírica ciudad a pasos de Los Andes y más cerca aún del mar.

Hay que decirlo: la película seduce. Miento si digo que no me costó ver esta nueva ciudad en pantalla, pero finalmente encanta con un tono poético en su narrativa y su forma de contar la historia con la cámara. Tueba sabe hacerlo, no es novedad, pero sumado a la fotografía de Julián Ledesma, se lleva aplausos.

Ahora bien: no todo lo que brilla es oro. Si bien Abel Ayala hace un buen chileno de clase media baja educado, que lee autores japoneses y se enamora de una bailarina, a ratos se siente falta de manejo del lenguaje propio de su personaje. No es que hubiera preferido ver a un chileno sobreactuando un personaje de clase baja, simplemente creo que un actor chileno en ese personaje podría haber sido más coherente en algunas partes del film. Comentario aparte merece Miranda Bodenhofer con una actuación de Victoria, una humilde bailarina que quiere entrar al Municipal, quien en base a su cuerpo, y solo a eso, logra una actuación precisa. ¿Y Darín? Darín es Darín: siempre preciso. Aunque a ratos me gustaría verlo arriesgarse personificando mas rádicalmente un personaje.

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