El cine que se puede hacer
El otro día leía al editor de una revista de cine independiente que se preguntaba si la economía influye o no en el cine. A propósito de las típicas listas con ‘lo mejor del año’, el autor cuestionaba si las películas de cada año eran producto de la creatividad de sus autores o si influía también la economía del momento en que se producían las películas. Es decir, ¿películas como There Will be Blood o I’m Not There, se hubieran podido hacer hoy? Lo más probable es que no.
De igual forma como la invención y desarrollo de la técnica afecta la estética de cualquier arte, la economía afecta a la producción y la distribución de cine. Hay menos plata, menos gente se atreve a tomar riesgos. Como botón de muestra, dos distribuidoras gringas, Picturehouse y Warner Independent, enfocadas en distribuir películas más pequeñas y con nichos de público más acotados, como ‘La Vie en Rose’, ‘Good Evening and Good Night’ o ‘A Scanner Darkly’, cerraron a mediados del 2008 (cuando la crisis empezo a tomar vuelo).
Creo que nos enfrentamos a dos ‘crisis’: una es la más famosa, la económica, y la otra es una crisis en la distribución de cine, o mejor dicho, un cambio importante en la forma de consumir cine, que ha significado un sostenido descenso en la asistencia a salas y un auge en la descarga online de cine.
El problema de este cambio es que aún no está claro, del todo, el modelo de negocios, la forma de recuperar plata. Si bien en Estados Unidos hay sitios para arrendar cine digitalmente, la oferta de cine es tan alta que la competencia no es fácil. En Chile no hay servicios de descarga pagada disponible, pero siempre me he preguntado cuántos pagarían lo correspondiente, ante la posibilidad de obtener lo mismo y gratis (aunque sea ilegal).
La fórmula (dejando los fondos de lado) pareciera ser “hacer por poco”. A menor gasto, mayor posibilidad de recuperar e incluso ganar. ¿Tendríamos como resultado un sólo tipo de cine? ¿Veríamos solo películas tipo mumblecore? Con esfuerzo, yo creo que no.
Cuelgo un clip de Henry May Long, película de época de bajo costo: un millón de dólares. Ok, es plata, pero no fue totalmente en efectivo y es poco si pensamos lo que de verdad hubiera costado. Para hacerla, fue un trabajo de mucha cooperación, casi como si se tratara de un trabajo universitario. El resultado no es Barry Lindon, pero es admirable.
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