Klimt

Bernardo Palau C
Cinestilo (archivos de un blog)
3 min readMay 19, 2008

Analizar el cine de Raúl Ruiz es complejo desde cualquier punto de vista, principalmente debido a que hablamos de un autor particular que responde a cánones muy diferentes a los que sigue la industria hollywodense y que además, como propone en su ‘Poética del cine’, se intenta alejar del paradigma aristotélico según el cual el conflicto es lo que mueve al relato. Este aspecto lo hace ser un cine difícil de ver, sin embargo sumamente atractivo visualmente hablando, plagado de alegorías y de dobles lecturas.

Esta pequeña introducción al cine de Ruiz vale la pena para comentar (y entender) “Klimt”, su último estreno en Chile actualmente exhibiéndose en el Ciclo de Cine Europeo del Cine UC. La película ha recibido comentarios dispares en la prensa internacional desde su estreno el año 2006, sin embargo es una muestra bastante representativa de algunos rasgos en la filmografía del chileno que parecieran saltar a la vista tras ver, incluso como yo, pocas películas de su amplio currículum.

En “Klimt”, Ruiz homenajea la vida y obra del pintor vienés Gustav Klimt a través de un relato circular que parte cuando el pintor se encuentra viviendo sus últimos momentos, para luego meterse de lleno en la vida del pintor, su obsesión por Lea de Castro, sus problemas con la crítica, su lucha por la libertad artística y las discusiones que aquel tiempo de la Belle Epoqué se daban en torno a la creación artística.

Ruiz dice: “Esta película no es una biografía lineal de la vida y la época de Gustav Klimt. Es más bien una fantasía o, si lo prefieren, una fantasmagoría, como si fuera uno más de sus cuadros, donde se funden

figuras materiales e imaginarias que revolotean en torno a un punto central: el pintor Klimt. Mi intención es servirme de las características estilísticas únicas de la obra de Klimt, la preponderancia de la belleza, el exceso de color, la distorsión espacial y los ángulos complejos, para dotar de vida e iluminar una de las épocas más ricas, contradictorias y extravagantes de la historia moderna”.

La película está llena de detalles y citas, sin intentar huir del homenaje a su personaje central. En ese sentido lamenté profundamente no haber llegado mejor preparado, académicamente hablando, para entender a cabalidad los “comentarios” que Ruiz hacía en la cinta.

Por último, casi a modo de reflexión, quería comentar sobre un aspecto central en el legado de Ruiz: la teoría del conflicto central. A modo de resumen, para quienes desconozcan de qué estoy hablando, les cuento que desde la Poética de Aristóteles, el conflicto se establece como base del drama y motor de la acción. Un personaje A (protagonista) quiere algo que el personaje B (antagonista) no quiere que obtenga. Ruiz, en su Poética del Cine, establece (en pocas palabras) que es innecesario tener conflicto puesto que la vida no es un eterno choque de fuerzas. Si bien para cualquiera esto puede sonar como aberración, da la sensación que el personaje de Klimt no responde siempre al conflicto y, sin embargo, no se hace aburrido. Ruiz le logra dar otra dimensión al relato, para algunos mala, para otros magistral, sin embargo incapaz de dejar ajeno al espectador que, incluso sin saber lo que está pasando, se siente profundamente atraído hacia la imagen y hacia el protagonista.

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