‘Una película de…’
Seguir a un director es buscar en una voz, un autor, un sello y ver qué tiene qué decir en determinado momento. Es un voto de confianza, como volver al mismo restaurante una y otra vez porque sabes que no te va a defraudar y, si pasa, eres capaz de perdonarlo. O al menos, lo intentas. Sin embargo, creer que solo un director es el amo y señor de una película es tan torpe como pensar que un niño no necesita la colaboración de dos personas (al menos de partes de ellos) para ser concebido. Truffaut sin la ayuda en el guión de Jean-Louis Richard, o Woody Allen sin la fotografía de Gordon Willis, no serían lo que conocemos -y admiramos- de ellos, porque hacer cine, para bien o mal, requiere de muchas manos.
¿Significa esto que no creo en la autoría en el cine? No. Porque la colaboración tiene como objetivo que una voz salga y esa no es otra que la del autor. Sin embargo creo que un director ‘dirige’ esfuerzos hacia un determinado lado para que su mensaje, su visión, salga al mundo. Y sí, es el responsable del producto final. Pero ese fruto que vemos, es tan propio del fotógrafo como del director. Piensen en ‘Psicosis’ sin la musica de Bernard Herrmann o, por dar un ejemplo, ‘Un tranvía llamado deseo’ sin Brando. Muy Elia Kazán será, pero la película no hubiese sido lo mismo.
Ahora, claro, la frase ‘una película de x’ lleva público a salas por la confianza que pusimos en un autor. Sin embargo, parte de ser talentoso (aunque a muchos les cueste) es reconocer el talento, rodearse de él y hacerlo remar a un lado determinado.