Oportunidades, desafíos y aprendizajes de una aventura emprendedora
Parte II (?)
Hace 3 años escribí un breve artículo sobre mi primer acercamiento a una experiencia emprendiendo, se trataba de ser parte desde el día 0 de una agencia de publicidad y todos los aprendizajes que conllevaron montarla y llevarla a cabo. Si bien no era un socio de la misma, por el tipo de sistema de gobernanza que usamos se sintió casi como si lo fuera.
Hoy me gustaría compartir nuevos aprendizajes y experiencias vividas dentro de miut.company, específicamente de uno de los proyectos que me tocó liderar desde el año pasado: Betacards (en el cual si ya participé formalmente como co-fundador ).
Beta nace con las ganas de Rodrigo Weiberlen de sistematizar años de experiencia emprendiendo para evitar errores, no saltarse pasos y, claramente, para utilizarlo en futuros emprendimientos. Al principio tomó forma como un taller presencial (similar al Design Sprint) pero rápidamente identificamos la oportunidad de llevarlo a un modelo más escalable, dicho eso paso al primer aprendizaje:
1. Empezar construyendo cosas que no escalen
Esto es algo que hicimos de manera intuitiva, y luego lo vimos explicado por uno de los mayores referentes del mundo startup: Paul Graham (De hecho tiene un ensayo que toca este mismo tema).
Esta imagen (los post-its en la pared) es la primera versión de Beta. No teníamos mucha claridad de la forma que tomaría Beta, solo sabíamos lo que queríamos lograr y también que era una herramienta que necesitabamos para nuestros propios proyectos. Es decir, nosotros mismos eramos los early adopters.
Un sistema de orden utilizando solo post-its es imposible que escale, pero era un MVP (Producto Mínimo Viable por sus siglas en inglés) totalmente válido que permitía “Betear” proyectos desde el día uno, fue lo que ayudó a llegar al modelo que sí podría escalar.
2. Podemos hacer mucho con poco
Algo que creo que muchas veces no terminamos de apreciar es la infinidad de herramientas a disposición para construir y probar ideas. Por dar un ejemplo, construir una web en muchos casos es un buen paso 1 de validación. En el libro The Startup Owner’s Manual justamente Steve Blank habla de que en la fase de Customer Discovery, una web muchas veces es una forma rápida de hacer un MVP para presentar y validar el problema. Hoy en día construir una web es una tarea relativamente fácil. Personalmente soy muy fan de Wix y Squarespace, pero existen un sinfín de alternativas, es cuestión de saber buscar. Específicamente para Beta, nos ayudó a contar la idea, y captar interés sobre todo de colaboradores.
Los sitios web fueron solo un ejemplo. En el caso de Beta, unos post-its fueron los insumos de la primera versión. Al tomar un poco de forma hicimos una presentación que cuente la historia, trabajamos en las “reglas de juego” y empezamos a hacer un par de impresiones para acercarnos más a la experiencia que teníamos en mente.
3. Deadlines auto-impuestos
Al inicio Beta era un proyecto cuya agenda no estaba dibujada con tanto rigor. Nos entusiasmaba la idea y le dedicábamos tiempo en la medida en la que podíamos. Pero de no haber hecho un compromiso puntual de “lanzar” una versión para el público, no habríamos apretado el acelerador para llegar con algo utilizable por más personas.
En nuestro caso fue un taller relacionado a innovación en el que dijimos “¿por qué no usamos Beta?”. Dijimos que sí cuando todavía lo más funcional que teníamos eran unos post-its. Pero eso nos obligó a hacer la siguiente iteración.
Desde el comprometernos con esa charla hasta el día D teníamos algo como un par de semanas nada más. La matriz ya la teníamos, ahora había que entrar a hilar más fino: escribir los textos, validar las fuentes, hacer un diseño inicial, la impresión, el corte, en fin, te hacés una idea. Llegamos por poco con el material. De hecho, retiramos las impresiones minutos antes del inicio del taller, y para sorpresa nuestra, la casa de impresiones ni se molestó en agrupar de ninguna manera las tarjetas. Las tuvimos que ordenar mientras Rodrigo ya hacía la intro a los participantes.
Tuvimos nuestra primera validación con personas externas y rápidamente vimos que estábamos con algo interesante. Esta versión a medio terminar ya aportaba algo a las personas, y se notaba.
4. Feedback y procesos abiertos
En cada taller que se realiza, al final se pide una valorización sencilla al usuario. Esto no es algo tan sencillo cómo parece, en promedio la tasa de respuesta es del 10% de los que participan. Hicimos pruebas de levantar feedback en papeles físicos y fue mucho mayor el porcentaje, pero procesarlo se volvía mucho más difícil. Hoy en día sigue siendo un punto a mejorar cómo levantamos la retroalimentación: el aprendizaje es que mientras más metido esté la persona en el proceso, mejor.
Otra interesante manera que encontramos de complementar el proceso de construcción de Beta es sumando a personas especialistas en distintos rubros, y capitalizando conocimiento a través un sistema de co-edición. Esto lo hicimos para el libro de Beta, que contiene todo el trasfondo de la metodología, de dónde nace, ejemplos y otros temas. Fueron un mix de formularios, mails y entrevistas que nos ayudó muchísimo para definir el propósito de Beta, que hoy está sintetizado en “Start easier” (el inglés es genial a veces para decir mucho con poco) o “Emprender más fácil”, hacer que las teorías y herramientas del mundo emprendedor sean accesibles para que más ideas cobren vida.
5. De Product-Market fit a un modelo de negocio (y no al revés)
Este ha de ser uno de los mayores dolores de cabeza del 2019. Desde el inicio y con las mejoras veíamos a un montón de gente super feliz con el producto. Pero nos costó un montón encontrar un modelo que permita su crecimiento. Creemos que una de las mejores validaciones se da cuando te pagan por lo que estás construyendo. Cuando las personas pagan por algo son mucho más propensas a exigir lo que esperaban, o a criticar lo que no les gustó.
Por eso en principio decidimos no vender las tarjetas, sino los talleres. Esto presenta un problema al plantear un producto que sea escalable y llegue a todo el mundo, por lo que sirvió como un modelo que nos permita empezar a cobrar, más como herramienta de validación que para hacer un “break even” (empatar la inversión inicial), ni tampoco para tomarlo como modelo definitivo.
¿Qué tomamos nosotros como product-market fit? Las personas nos pedían comprar las tarjetas, prácticamente en cada taller que hacíamos. Y en los primeros llamados para formar facilitadores muchas veces no podíamos cumplir con todos los que querían.
Seguimos explorando el modelo de negocio y luego de un taller de Lean canvas, con la ayuda de Nahum Dam, pudimos ver una alternativa que ya daba vueltas por la mesa pero ahora la vemos con muchísima más claridad: un modelo de suscripciones anuales. Pasar de vender los talleres a vender la certificación. Identificamos cómo hacer experimentos para probar este nuevo modelo y los estamos llevando a cabo hace un par de semanas.
6. El poder de la comunidad
Por último, y para no alargar demasiado este escrito, no puedo hablar de la experiencia construyendo Beta y no mencionar la comunidad que la rodea. Uno de los hallazgos más importante del proceso sin duda alguna.
Desde el inicio no hubiéramos podido avanzar con el proyecto sin basarlo en un esquema colaborativo, donde acercábamos a personas increíbles que se sentían alineadas con el propósito de Beta y que de manera totalmente desinteresada nos regalaron su tiempo, conocimiento y buenísima compañía.
Gracias por leer hasta acá, este 2020 me gustaría escribir más, si te gustó el material o ves oportunidades de mejora por favor regalame un comentario.
Y muchísimas gracias a Alberto Samaniego, Gonzalo Recalde y Belu Varela por sus aportes, correcciones y sobre todo su tiempo.
